Δεκατρείς: "Día 2"

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El aire que llegaba por la ventana lo sintió tan refrescante que no pudo evitar soltar un suspiro, sentada en la orilla de la cama contemplando cómo de a poco la ciudad iba llenándose de luz y color.

Era tan hermoso presenciar algo como un amanecer. En realidad nunca lo había hecho, no solía despertar temprano y mirar por la ventana de su cuarto. No era de las personas que tomaban una taza de café mientras la lluvia caía por la tarde, no salía a correr a las seis de la mañana para después bañarse e ir a la escuela, no veía películas de romance y suspiraba por el actor guapo que protagonizaba todo el drama, y tampoco salía de compras para volver con lindas ropas para modelar frente al espejo de su cuarto.

No.

Camila era la chica que se iba a dormir a las once de la noche por ver una serie del FBI en la televisión y luego despertaba con el tiempo suficiente para vestirse a prisa, desayunar un poco y llegar con pocos minutos de anticipación a la escuela. Era la chica que pasaba sus tardes entre hacer la tarea de la escuela, ver televisión o leer historias, alguna tarea del hogar o pasar tiempo en casa de su abuela. Cuando salía con su madre al centro de su ciudad para comprar cosas solía tratar de gastar lo menos posible y nunca se encaprichaba en querer ropa de marcas famosas y precios elevados sino que buscaba ofertas, ropa sencilla y que pudieran costear fácilmente porque sabía que no podían permitirse derrochar el dinero. Precisamente por la falta de amigos se ahorraba salidas los fines de semana o las tardes libres de los días que iba a la escuela. No le gustaba el café, aunque sí disfrutaba mucho de oír la lluvia caer, y ese sonido la hacía quedarse dormida con facilidad muchas veces. No era una alumna sobresaliente, era más de solo tratar de conseguir aprobar las materias y ya. Solía recopilar datos interesantes viendo vídeos de Cosas que no sabías hace 5 minutos, y quizá algún día incluirlas en una plática con su madre. Su mayor ejercicio era caminar a la escuela, no tenía hermanos con los cuáles jugar y la mayoría de sus primos eran mayores o demasiados pequeños.

Así su vida se pasaba sin mucho alarde. Sencilla. Así se sentía.

Con un último suspiro quitó su mirada del naranja amanecer para enfocar sus ojos, verde y marrón, sobre la hermosa hada de tan extraño mundo, la cual yacía sobre la cama boca arriba cubierta con la sábana y el rostro sereno. Inconscientemente, Camila aproximó las yemas de sus dedos a la mejilla izquierda de ella donde dejó una débil caricia, como si quisiera comprobar que seguía ahí después de aquel beso la noche anterior. Extrañamente se había despertado antes, quizá por el cosquilleo que no abandonaba su estómago.

—No puedo creer que nos besamos.

Susurró tan bajito que aunque solo lo había podido escuchar ella, aquel comentario la había hecho sentir el calor a punto de explotar sus mejillas de nuevo, como si estuviera pasando de nuevo.

Tan solo comprobar que el hada seguía dormida, se dejó caer lentamente en el diminuto espacio que quedaba ya que no regresó al lugar que había ocupado toda la noche y acomodó la cabeza en su hombro, fijando de nuevo su mirada en la ventana y dejándose llevar por el sueño. Aquello le duró quizá media hora hasta que la sintió moverse y despegarse de su contacto no sin antes dejar su cabeza sobre una almohada, cosa que agradeció.

Minutos después la escuchó aproximarse a la cama, justo frente a ella.

—¡Chica clásica, ya es hora de levantarse! —Camila se estremeció al sentir el frío del suelo donde cayó, y escuchó la risa del hada que sostenía la manta en las manos, ondeando la tela como una bandera de victoria.

—Ay, ¿era necesario sacarme así de la cama? —se quejó y asomó la cara por la orilla de la cama.

Los luz del sol daba suavemente en su rostro y exponía un tono más claro del iris marrón de su ojo derecho, y volvía verde olivo el iris de su ojo izquierdo.

Ambos mundos en tus ojos ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora