Τρία: "Materia contra antimateria"

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De repente, una extraordinaria fuerza la empujó hacia atrás y arrojó a Camila al suelo. Fue como si una bomba hubiera estallado dentro de la pequeña caja.

Camila vio ante sí un minúsculo punto de luz. La luz más intensa que jamás hubiera visto.

Un segundo después, la habitación entera tembló con una gran explosión.

Era una explosión algo extraña, pues no se oía absolutamente nada. Un abrumador silencio rodeaba a Camila. Entonces, el punto de luz empezó a crecer. De la nada surgieron unas diminutas bolitas.

—Son los leptones y los quarks —dijo una voz suave—, las primeras partículas de la materia.

Camila dió un brinco al oír aquello. Aprovechando el resplandor de la explosión, pudo ver que había un muchachillo. Era pequeño. Le llegaba más o menos al hombro, y eso que ella no era de las más altas de la clase.

El espectáculo que se desarrollaba ante ella volvió a captar su atención. Aparecieron más bolitas, o «partículas», como las había llamado aquel extraño ser. Se creaban de repente, como las palomitas de maíz en la sartén de su abuela.

Debería visitarla un día de esos. A Camila siempre le había encantado ver cómo los granos de maíz, tras ese peculiar sonido de petardo, se convertían en deliciosas palomitas. La diferencia con las partículas que acababa de ver era que estas no surgían de granos, sino de un espacio aparentemente vacío. Las partículas no eran todas iguales. Las había de distintos tamaños y colores. Algunas se juntaban entre sí, fundiéndose y creando otras mayores.

Cuatro grandes focos se encendieron de golpe, uno en cada esquina de la habitación. Iluminaban lo que parecía un campo de rugby.

Camila estaba boquiabierta. Si lo sucedido hasta entonces ya era raro, lo que estaba viendo se pasaba de la raya. Aquellas caprichosas bolitas cobraron vida y se repartieron en dos equipos. Se enfundaron unas camisetas: un grupo blancas y el otro negras. Acto seguido, empezaron a calentar para el partido que estaba a punto de iniciarse. En los laterales, los focos iluminaban unas gradas abarrotadas de personitas, muy parecidas al personaje que estaba al lado de Camila.

Los de la grada izquierda llevaban camisetas blancas con la palabra MATERIA escrita en ellas.

Al otro lado del campo, en las gradas de la derecha, los hinchas llevaban camisetas negras con la palabra ANTIMATERIA.

Las dos aficiones seguían atentamente el espectáculo mientras animaban a sus equipos a pleno pulmón. ¡Incluso había un hincha regordete que marcaba el ritmo con un bombo!

—¿Tú de qué equipo eres? —le preguntó el chico que estaba de pie a su lado. Camila se encogió de hombros—. Me llamo Mhuff.

Haciendo un esfuerzo, Camila consiguió cerrar su boca que permanecía abierta desde que había empezado esa loca escena. Esta vez observó más detalladamente al recién llegado. Más bajo que ella, era flaco y sus ojos, tras unas gafas de montura redonda, tenía un color verde brillante. Sus pupilas negras, en vez de redondas, eran ovaladas como las de un felino. El pelo liso y cobrizo le caía sobre los hombros.

Parecía un elfo sacado de un cuento nórdico.

—Y-yo soy Camila —le correspondió la anterior presentación.

Tal vez ese personaje fuera el único que podía darle una explicación de lo que estaba pasando. Antes de que comenzara con su interrogatorio, el elfo comenzó a hablar.

—Estás presenciando la lucha entre la materia y la antimateria. Lo que acabas de ver es la creación de las partículas y las antipartículas en el Big Bang, el estallido que le dió origen al universo.

Ambos mundos en tus ojos ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora