Τέσσερα: "El hada cuántica"

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Camila estaba tan sorprendida por haber cruzado la pared, que tardó un par de segundos en ver a la chica que tenía delante.

Era unos centímetros más alta que ella. De tez blanca y cabello café oscuro casi negro, sus ojos esmeralda parecían analizarla con intensidad, y eso la intimidaba un poco. Una de sus perfectas cejas levantada le indicaba a Camila lo tonta que se veía tirada a mitad de una banqueta así que se levantó lo más rápido posible.

La chica llevaba una sudadera negra más larga de lo común que le servía como un vestido corto, con un corsé negro y botas de cuero igualmente negras hasta la mitad de los muslos. Sus labios carnosos le sonrieron, mostrando una dentadura blanca y adorable con esos dientes un poco más grandes al frente. Era sin duda la  chica más hermosa que había visto jamás.

Deslumbrada por aquella belleza, tardó un rato en fijarse que esta sostenía una delicada varita de cristal oscuro, la cual bajó mientras le hablaba con un deje de diversión.

—Cierra la boca o se te va a caer la baba —Camila sintió cómo sus mejillas ardían de vergüenza. Siempre reaccionaba así cuando bromeaban con ella las chicas de su grupo. Y eso que eran bien normalitas comparadas con aquella criatura—. Soy el Hada L.

—¿Cómo? ¿Un hada? Me estás tomando el pelo, ¿verdad?

—No sé si lo sabes, pero es de mala educación cuestionar a un hada de ese modo —la reprendió con la mandíbula apretada.

—Si eres un hada...¿por qué no tienes alas?

Camila se arrepintió enseguida de hacer una pregunta tan impertinente. «Está claro que no soy un crack en esto de ligar», pensó.

—¡Por eso estoy aquí! No te dan las alas hasta que te doctoras.

—¿Hasta que te doctoras...en qué?

La chica era realmente hermosa, pero Camila empezaba a dudar que estuviera en sus cabales.

—Me estoy doctorando como hada cuántica —declaró orgullosa—. Mientras tanto voy sacando un dinerillo como guía en este mundo.

—Ah...ya entiendo— dijo sin entender nada—. ¿Y cómo es que tienes la varita?

—La varita te la dan al licenciarte— «Definitivamente, está loca como una cabra»—. Mi misión es ayudarte a que cumplas la tuya —prosiguió el Hada L.

—¿La mía? No sabía que tuviera una misión. Simplemente subí mi calle en lugar de bajarla. Aunque por primera vez, pienso que ha valido lo pena.

—Pues claro que ha valido la pena, chica clásica.

Camila se miró los jeans a la última moda sin entender por qué la había llamado así. Luego recordó lo que le había dicho el elfo sobre los diferentes mundos. Eso le hizo girarse hacia la pared.

—Verás, estaba con mi amigo, un elfo llamado Mhuff. Estoy esperando a que «tunelée» para reunirse conmigo.

Al terminal de hablar, Camila se dió cuenta que ahora era ella la que sonaba como una loca.

—¿Mhuff? —repuso ella con una sonrisa maliciosa—. Tal vez sea un cerebrito, pero en lo que compete a la práctica...es un patán. Temo que te saldrán canas esperando a que consiga pasar. Será mejor que me sigas.

Camila dudó. El elfo realmente comenzaba a caerle bien y no se le hacía bonito de su parte dejarlo tirado. Aún así, si el elfo era un cerebrito, sabría dónde encontrarlas.

El hada levantó su varita de cristal, y el resplandor que emanaba de ella iluminó todo lo que había a su alrededor. Así se dió cuenta de que ya no estaban en la banqueta al lado de la casa sino en un callejón en el centro de una ciudad antigua.

Ambos mundos en tus ojos ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora