Δεκαπέντε: "Día 3"

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—Cuatro —respondió la humana con convicción mientras rebotaba una vez más la pequeña pelota contra la pared frente a ella.

—¿Por qué el cuatro?

—Porque casi no lo toman en cuenta, y me hace pensar que se siente solito. Por eso lo elijo, yo puedo apreciarlo por todos los que no lo hacen.

Mhuff sonrió con suavidad. Camila era una persona muy empática, tanto que esa era la razón por la cuál el cuatro era su número favorito.

Luego de teleportarse al CIC y despedir a Lauren, Mhuff condujo a Camila hacia el área donde hacía sus prácticas. Habían gastado las horas de la tarde en experimentos sencillos y divertidos para enseñarle a Camila cómo calcular velocidades, fuerzas, problemas de fricción y demás conceptos de física clásica. Había logrado entender en un solo día aplicaciones y fenómenos que había "estudiado" en todo un semestre de preparatoria sin lograr siquiera conectar algo de eso en su mente. Muy diferente se sentía desde que había conocido a ambos seres que lograban que comprendiera de manera sencilla.

Ahora se encontraban en la habitación del elfo esperando por el hada que terminara de sus ocupaciones, estaba por caer la noche y pronto tendría que despedirse de Mhuff para irse con ella. Faltaban unas cuantas horas para terminar su tercer día en aquel lugar y ya sentía al elfo como un amigo de toda la vida.

—Eso es bastante considerado de tu parte, Mila —le sonrió y volvió su mirada al libro en su escritorio.

Camila paró de rebotar la pelota y acercó su silla a la del elfo. Desde su posición se percató que Mhuff no solamente había estado leyendo el libro sino anotando pequeñas partes.

—¿Qué estabas leyendo?

—Una novela que me prestó Koritsi, y estoy anotando algunas ideas de la narración que me gustaría debatir con ella.

Camila frunció el ceño por la suavidad e ilusión con la que el elfo había pronunciado el nombre su compañera en el CIC, y después sonrió con picardía.

—¿Cuándo le vas a decir que te gusta, Mhuff?

—¿Qué? No, no...yo no, no yo yo...

—Oye, tranquilo —le tomó de la mano y lo hizo girarse para encontrarse con su mirada verde-marrón— ¿por qué no le dices? Puede que algo bueno salga de eso.

Mhuff se sentía acorralado. Llevaba tanto tiempo debatiéndose entre hacerlo o no, ni siquiera lograba admitirlo para sí mismo y sentía que cada día se acobardaba más, así que admitirlo frente a otra persona estaba lejos de sus planes. Entonces jugó sus cartas.

—¿Y tú por qué no me cuentas de ese beso?

Camila abrió los ojos sorprendida del cambio de dirección que había tomado la conversación.

—¿Cuál beso?

—Del que se dieron tú y Lauren antes que se fuera con el Maestro —ahora fue el turno del elfo para sonreír con picardía logrando sonrojar las mejillas de la humana—. Aparte, claro, del que se dieron en el Colegio.

—La gente inventa cada cosa —se excusó y se puso de pie tomando rumbo hacia la cama para acostarse.

—Keanara las vio.

Ambos mundos en tus ojos ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora