23: Sin luto en el corazón

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Narrador:

-Mi niña, yo soy feliz si ustedes también lo son. Con su padre nada les va a faltar, menos cariño.

-Yo lo sé, no tengo dudas de eso. Pero, ¿Me dejas abrazarte? Sólo esta vez por favor.

Enderezó su rostro y buscaba a Graciela entre la pradera llena de flores. Sólo escuchaba su voz pero no lograba verla por ningún lado.

-¿Mamá? ¿Mamá? -gritaba mientras corría de un lado a otro sin poder encontrarla.

La luz le maquillaba el rostro, y sentía en sus piernas el fresco pasto de aquella pradera donde corría tratando de encontrar a Graciela, tan solo con la guía de su voz

Como siempre le pasaba, comenzaron a caer plumas blancas del cielo y todo se hizo borroso hasta desaparecer.

_________ abrió los ojos lento, despertando de su sueño que siempre que los tenía, la confundían más. Su rostro esbozó una sonrisa al ver qué de nuevo despertaba en la habitación de la mansión Edevane, y que el haber encontrado a su familia era real y no otro de sus sueños.

Fue una larga noche lluviosa para toda la ciudad de Londres, pero amanecieron con un hermoso cielo despejado. Había humedad en el ambiente por el rocío, más sin importar eso el sol brilló como hace días no lo hacía.

Miró más allá de su cama y encontró por toda la habitación bolsas de compras, que claramente ella no había hecho. Descalza inspeccionó sus regalos y se encontró con que todo eso lo habían comprado entre Hassen y Aurora. Era muchísima ropa, tanto vestidos de diario como algunos más formales, bellas blusas, faldas y pantalones por igual. Y todo a su gusto y medida. Toda la ropa era de telas suaves y finas y _________ jamás pensó ser la dueña de tantos conjuntos así de hermosos. Hassen era consciente que sus hijas necesitaban nueva ropa por lo que hicieron compras apresuradas para ir complementado el armario de las hermanas Edevane, ahora.

No tenía mucho tiempo para cambiarse de ropa, seguro ya la estarían esperando para el desayuno, por lo que la pelinegra optó por simplemente lavar su rostro y ponerse la bata de dormir sobre la pijama. En su camino al comedor se topó con Vanessa, que a su diferencia si llevaba uno de los nuevos vestidos.

-Buenos días ¿Otra vez se te pegaron las cobijas? -saludó Vanessa siguiendo el mismo camino de _________.

-Ya sabes que sí, quizá deba trabajar más en la puntualidad si quiero encajar bien como una buena dama y no fallar en el intento -decía mientras bajaban las escaleras.

-_________, cualquier cosa que hagas, hazla por gusto y por mejorar te a ti, no por querer impresionar a nadie.

-Si, creo que tienes razón, es sólo que he estado un poco presionada, la próxima semana es la fiesta de presentación y la que sigue iré con Hassen al colegio San Pablo. ¡Buenos días! -saludaron al unísono una vez llegaron al comedor con todos, quienes igual contestaron.

__________ había olvidado que Terry estaba ahí, tal vez si lo hubiera recordado hubiera mínimo arreglado su cabello; pero al inglés eso no le importaba, para sus ojos la americana era hermosa sin necesidad de un vestuario presentable. Después de los saludos se sentaron a almorzar, Hassen y Aurora platicaban de las próximas compras para la ropa de la fiesta, mientras que Terry les contaba a las americanas algo acerca de cómo eran aquellas fiestas. ___________ se perdió en sus memorias al recordar la boda en el barco, a la que entró como polizonte y se metió en graves problemas por querer ayudar a un ratón. Se olvidó de eso cuando una de las mucamas apareció con una charola llena de cartas, las cuales entregó a Hassen.

-Gracias Cleir, puedes retirarte. Veamos que hay aquí. -dijo organizando los sobres por nombre para entregarlas- Dos para Aurora, cuatro para Vanessa, cinco para _________, un telegrama para Terry y el resto para mí.

Primaveras en Diciembre (INCOMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora