La oficina de la directora finalmente se ha abierto, dando paso a la firme mirada de una mujer de cabellos cortos y rostro indescifrable. Me observa, estudiándome por encima de sus simples gafas de marco negro, y entonces pronuncia mi nombre, sonando tan fría y profesional que me pongo en pie sin vacilar.
Antes de entrar tras ella, me aseguro de ocultar mis brazos con un abrigo negro, así como de tener mi cuello bien cubierto ante la curiosa mirada de la directora. Las heridas que tengo bajo la fina tela negra se han vuelto bastante notables, por lo que sería arriesgado dejar mi piel al descubierto. Ella las vería, empezaría a preguntar qué me ha ocurrido, y yo no tendría una respuesta que no involucrara a mi padre.
Sacudo la cabeza, impidiéndome recordarlo, y me siento frente a la directora cuando me lo pide. Estoy nerviosa, y no es solo porque aún tengo el recuerdo de mi padre clavado en mi mente, sino porque este lugar es tan nuevo para mí que soy incapaz de adaptarme con facilidad.
-Tengo algunas noticias con respecto a ti, Ellie -Empieza, dando golpecitos junto a un montón de papeles en su escritorio.
Todavía nerviosa, intento imaginar que ha ocurrido, pero me resulta imposible lograrlo. Siempre he estado escondida en un lejano rincón del salón; tan invisible para mis compañeros que dudo que me hayan notado alguna vez, y tan insegura de mi misma que jamás levanté la mano para participar cuando lo pedían.
Jamás he llamado la atención, y jamás me permití hacerlo. Básicamente, soy esa clase de estudiante que no genera problemas y que ningún profesor suele notar; o bien, que nadie suele notar.
-Siempre recibo un informe académico de todos mis estudiantes, y, siéndote sincera, el tuyo ha sido bastante desastroso. ¿Tienes una idea de cuantas materias vas perdiendo hasta el momento? -Ha sido lo suficientemente firme y directa para hacerme temblar aun con el abrigo puesto.
-Cuatro -Respondo con timidez, preguntándome si debí hablar o no.
Matemáticas, química, física y biología. Cuatro materias perdidas, y sin una sola oportunidad para recuperar.
-A eso quería llegar -Continúa, mirándome cuidadosamente-. Este colegio tiene una estricta regla con respecto al rendimiento académico; y si alguno de nuestros estudiantes pierde cinco materias o más, tendremos que expulsarlo inmediatamente de este lugar.
Hace siete años, después de la muerte de mi madre, mi padre me trajo a este colegio porque era uno de los más sencillos de la ciudad. No tiene muchas reglas, y todos sus estudiantes llegan a graduarse sin haberse sacrificado como en otros colegios. El hecho de que un estudiante sea expulsado de este lugar representa humillación y pérdida. Es tal la vergüenza, que ningún otro colegio ha sido capaz de aceptar algún estudiante que haya sido expulsado de aquí.
-Debido a que estamos en la mitad del año escolar, y que, por supuesto, es tu último año en el colegio, las reglas cambian para ti -Añade la mujer, y empiezo a sentir que toda la presión que tenía acumulada en mi pecho va desapareciendo-. Si se llegara a dar el caso de que perdieras cinco materias, el colegio no permitiría tu graduación, así de simple.
Me deslizo por mi silla hasta sentirme tan pequeñita que podría desaparecer. Puedo estar segura de que no perderé más de cinco materias, sin embargo, no soy capaz de dejárselo en claro a otra persona con tanta seguridad reflejada en mis palabras.
-Hasta el momento, la única materia que podrías perder es inglés -Sigue, acomodando los papeles en sus lugares-. Es la única que tienes peligrosamente baja, así que lo más adecuado es evitar perder esa materia para poder graduarte.
Todo el temor que llevaba acumulado se desvanece como si ya nada pudiera hacerlo regresar. Mientras me acomodo en la silla, agacho mi cabeza y esbozo la primera sonrisa del día, feliz de verdad.
Con un profesor lo suficientemente olvidadizo como para no recordar mi nombre, la idea de perder inglés se hace tan imposible como dejar de temerle a mi padre algún día. Así que miro a la directora a los ojos, y le aseguro que todo irá bien antes de salir de su oficina con tal emoción que parezco una persona diferente.
Al llegar a mi salón, entro por la puerta trasera y me siento en la esquina sin que nadie se haya dado cuenta de mi aparición. El profesor de biología ha terminado su clase y agarra sus libros verdes con células dibujadas en las portadas para permitirse salir del salón sin más.
Y es entonces cuando entra él.
Parece tan joven que podría ser un estudiante más, sin embargo, el uniforme negro que destaca en todos los profesores demuestra que, sin duda, no lo es. Camina con seguridad frente a toda la clase, dedicándonos una sonrisa genuina e impecable. Tiene una mirada profunda como la de mi madre, y ojos de un color tan único que me cautivan.
Me detengo para observarlo más detalladamente, para admirarlo a pesar de la distancia. Y de repente, sucede algo que jamás creí posible; su mirada se clava en mí, como si por primera vez alguien se diera cuenta de mi existencia.
Me sorprendo tanto que mis mejillas se encienden, sin embargo, no aparto mi mirada de la suya por más que lo intente.
-¡Buenos días, chicos! -Empieza, aun mirándome directamente a los ojos. Finalmente, bajo la mirada y miro mis dedos; me he comido las uñas hasta las raíces, además puedo distinguir unas pequeñas heridas en mis manos.
Me cubro con mi abrigo, llevando la mirada hasta el horario. Y es justo en ese momento cuando descubro que algo no va bien.
Miro desesperada hacia la puerta, esperando que aquel viejo profesor de inglés la atraviese dando un aburrido saludo antes de empezar la clase. Sin embargo, no aparece, y de repente siento que caeré desmayada sobre el suelo si no lo hace.
¿Dónde está? ¿Se le ha hecho tarde? ¿Por qué no nos han avisado de su atraso?
Pero entonces, justo cuando aquel chico vuelve a abrir sus labios, las respuestas se catapultan sin necesidad de ser exactas, y la seguridad que burbujeaba dentro de mí en la oficina de la directora, es remplazada por aquel temor que jamás podrá abandonarme.
-Me llamo Tad Abernathy, y soy el nuevo profesor de inglés.
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¡Hola! Mi nombre es Geisy y les traigo esta excelente novela que es de mi amiga, Ximena Arias (pero le gusta que le digan Xime) todo los créditos para ella. La subo aquí porque quiero que más personas vean/lean su magnifico trabajo. Espero que les guste. Gracias por leer. No olviden dejar un voto y comentar. :)
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Maltratada por un profesor
Teen FictionY es que jamás habrá algo peor, que ser maltratada por un profesor. _______________________________ Novela. Terminada. No se aceptan adaptaciones. #59 en Novela Juvenil. #1 en Bullying.