Peleas

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-Ahhh.- se oyo en mitad de bosque. Era  un susurro que ponía la piel de gallina e iba acompañado con el viento, además, del silbido de las hojas al pasar el aire entre ellas hacía que el sonido te llenase los tímpanos y te hiciera estremecer.

Natsu y Lissana se miraron extrañados. Acnologia empezó a moverse entre los árboles, moviendo y rompiendo ramas. Saltaba de rama en rama arrancado la corteza y arañando los troncos. Los ruidos llenaban el ambiente y eso inquietaba a los chicos. El pelinegro seguía con sus susurros en distintos idiomas y de vez en cuando se acercaba a ellos y les soplaba cerca del cuello y manipulaba la brisa haciendo que el sonido y un escalofrío les paralizara en el sitio.

Lucy sonrió levemente.

-Muerte.....-decía a susurros graves.- Marchaos.....- empezó a acercarse a ellos y hacer diferentes sonidos tétricos. Con sus poderes izo que la tierra se pudriera lentamente, que el viento soplase más fuerte y que pequeñas rocas cayeran desde la parte rocosa cerca de ellos en la que se encontraba apoyada Lucy.

La tierra dejó de morir en cuanto llegaron a donde estaban las "hadas" agrupadas dejando un pequeño espacio verde, que terminó por culminarse ardiendo, haciendo que saltaran asustados y mirando hacia todas partes, buscando la razón de aquello.

Lissana le insistía a Natsu de irse, atemorizada, pero el chico insistía en quedarse, en encontrar a Lucy. Esto hacía que a la rubia le ardiese la piel y querer a ir a descuartizarle, pero se abstuvo. Dejaría esto en manos de su dragón.

Poco a poco el lugar donde estaban Natsu y Lissana se fue oscureciendo hasta ser similar a una noche cerrada, cerrando a todos en una semiesfera sin tener oportunidad de escapar.

Todo estaba negro, no se diferenciaba nada. Estaban rodeados de nada negra, inclusive el suelo era oscuro como el carbón.

Ahora todos estaban metidos en una cúpula negra, llena de sombras espectrales que se arrastraban por el suelo gimiendo e intentando alcanzarlos, alzando su largudas y afiladas manos hacia ellos. Se escuchaban los quejidos y los lamentos de estos espectros y poco a poco se fueron formando pequeños charquitos de sangre de los que salían pisadas con forma de pie descalzo y gotas del líquido.

Lissana estaba empezando a chillar, pero Natsu no la escuchaba, ni siquiera sentía cuando la chica le clavaba las uñas en el brazo pidiéndole ayuda.

-POR FAVOR NATSU, VAYÁMONOS DE AQUÍ AHORA.- le gritaba y suplicaba. 

Tenía el miedo metido en las sienes y la adrenalina la recorría la sangre rápidamente. Finalmente dejó a Natsu e intentó correr por su cuenta, pero los espectros la devolvían  lo que era el centro. Pero ella intentó huir de nuevo corriendo a toda leche por la cúpula y cuando pensó que finalmente había escapado, volvió al punto de partida de nuevo, junto a Natsu.

De las sombras empezaron a aparecer tentáculos en forma de manos humanas y garras que les rozaban y arañaban, le arracaban un pedazo de ropa y luego se escuchaban diferentes risas dentro de la cúpula. 

Lissana volvía a chillar de nuevo y estaba llorando a lágrima, de puro terror.

-NO QUIERO MORIR, NO QUIERO MORIR.- repetía una y otra vez.

Finalmente cayó de bruces al suelo, sujetándose la cabeza entre las manos, llorando y gimiendo desconsoladamente.

-LUCE, SAL DE AHÍ.- decía Natsu que ya empezaba a temblar a causa de aquel extraño espectáculo.

De la oscuridad surgió una especie de hombre, de ojos rojos y sonrisa malévola.

-¿Que quieres de mi ama, humano?- le dijo con voz grutal. Natsu respiró hondo ante esta imagen y dijo con determinación.

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