Que...?

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Notaba como la zarandeaban de un lado a otro, pero con delicadeza. No veía nada pero sentía unos brazos debajo de sus piernas y de su espalda, al parecer la estaban sujetando. No sabía si estaba muerta o viva, pero eso realmente no le  importaba, ya no  le  importaba nada. No sabía quién era esa persona ni que pretendía, pero tampoco le importaba mucho. Al cabo de un rato se sumió en un sueño bastante extraño.

Estaba en un espacio totalmente negro. No había nada alrededor, pero se escuchaba a  una chica reír. Lucy miraba a todos lados confundida y a la vez aterrada. La voz empezó a susurrar cosas y reír de nuevo. Sentía como una silueta aún más negra jugueteaba alrededor suya, le tocaba el cabello y el cuerpo con algo muy frío y esto la hacía estremecerse.

De pronto la silueta se paro enfrente suya y adoptó una forma femenina de pequeña estatura. La sonrisa del ser era lo único que se veía, era blanca y llena de colmillos, además de que sacaba la lengua como un lagarto. Al instante abrió también los ojos, unos ojos amarillos con pizcas rojas alrededor del iris. Lucy se sentía aterrada, nunca había visto algo así y le infundía terror. Quiso escapar, pero se dió cuenta de que la misma niña ahora estaba detrás suya, sujetándola con sus frías y largas manos. La criatura acercó su boca al oído de Lucy y susurró.

-Elimínalos....- se movió a otro oído.- Mátalos a todos...- la rubia se negaba y se movía para liberarse, pero se dió cuenta de que la chica no la sujetaba ya, simplemente no se podía mover. Ahora las dos estaban sentadas en el suelo, pero la silueta estaba a un lado de Lucy, y sonreía.

-Puedes aniquilarlos, matarlos a todos.....Cobrar venganza.- 

-NO! Todavía son mi familia, solo debo de...- pero notó como la silueta volvía a desaparecer para luego plantarse delante suya.

-¿Aguantar hasta que te salven?- el sudor recorría la frente de Lucy, esa chica le daba verdadero pavor. La niña rió tetricamente.- No deberías confiar en los demás Lucy, no deberías....o...- de nuevo apareció de espaldas a ella.- No aprendiste la lección en esa maravillosa misión.- Lucy negaba con la cabeza. Intentaba hablar pero ahora no podía, algo se lo impedía y la niña empezó a dar vueltas alrededor suya.

-Son unos traidores...Te han martirizado y torturado....- la rubia se negaba a escuchar pero no no podía evitarlo.- Han pisado tus sentimientos y han jugado vilmente con ellos....- y le susurró de nuevo al oído.- No merecen tu perdón....Merecen morir a tus manos.- Lucy no supo de donde sacó la voz pero le gritó.

-¿¡QUIÉN ERES TÚ PARA JUZGARLOS!? ¿¡QUÉ QUIERES DE MÍ!?- la niña se volvió a reír delante suya y empezó a adoptar una nueva forma, exactamente la de la misma Lucy.

-Tan solo quiero ayudarte...Deja que tu odio aflore.- se acercaba más a ella.- No reprimas tu furia...Ve a por ellos, si hace falta pelea, mata, roba o miente.- esta vez acabó delante suya. Sus ojos amarillos se empezaron a tornar marrones como los de ella.- Recuerda que estas sola, nadie te va a salvar. No confíes en nadie, tan solo te harán daño.- Lucy estaba con un nudo en la garganta, quería responderle, pero se volvió a quedar sin voz.- No confíes en nadie....- le volvió a repetir para luego desaparecer y que todo se volviese a tornar negro.

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-Ya despierta...- oyó decir a alguien. Abrió los ojos muy lentamente, pero esta vez la luz del sol no la cegó, si no que era de noche y solo un candil iluminaba la habitación. Estaba sobre una cama, rodeada de fármacos y pociones. Miró alrededor  y vió que estaba en una especia de biblioteca, llena de libros antiguos. Intentó enfocar su mirada a la persona que estaba parada enfrente de la cama.

-Polyushka-sama.....- susurró Lucy. La mirada rojiza de la curandera se posó seria en la chica.

-Has tenido suerte, humana. Si no te hubieran traído a tiempo podrías haber muerto.- Lucy miró hacia otro lado, no quería admitir que eso hubiese sido lo mejor para todos.- Los de tu gremio aún no han venido por tí, que extraño, pensaba que ese descerebrado pelirosado vendría por ti- a Lucy se le encogió el corazón al pensar en eso. En otra época puede que si, pero ahora no, ahora no la espera nadie.

-No hace falta que vengan por mí. Puedo volver a casa sola.- la pelirosada se negó rotundamene.

-AYYY! Más quisiera yo sacarte de esta casa, pero creo que mi viejo amigo no me dejaría.- a Lucy se el helaron las venas.

-Macarov....¿está aquí?- preguntó temerosa. Polyushka negó con la cabeza, eso alivió a Lucy.

-Eres una de sus queridas hadas, si te dejara ir en tus condiciones ahora mismo, me echaría la bronca, y no estoy para aguantar a ese viejo enano.- Lucy asintió, pero algunas preguntas se aglomeraban en su mente.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí? Parece que han sido semanas...-

-Y las han sido. Tres semanas exactamente.-

-¿Quién me trajo?- la curandera sonrió de medio lado, eso desconcertó a la rubia.

-No puedo decírtelo, solo te voy a decir, que esa persona se fué ayer. Mientras a estado todo el tiempo a tu lado.- luego puso una mueca de desagrado.- Me habeís infestado la casa a humano.- Lucy rió ante esa reacción.

-¿Cuándo me podré marchar...?- preguntó.

-Cuando te termine de administrar unos analgésicos y cambiarte las vendas podrás irte- Lucy asintió y vió como la mujer salía por la puerta para traerle lo necesario. Prefirió no preguntar nada acerca de la persona que la había ayudado, no quería ser descortés, además...Ese sueño la había inquietado demasiado,¿quién era esa niña? ¿qué quería decir con esas palabras?. Al pensar de nuevo en su sueño notó como sus carnes se helaban de nuevo. 

-Era solo una pesadilla...una pesadilla...- se repitió así misma. "Más quisieras" dijo una voz en su mente. El pánico empezó a dominar a Lucy y no sabía que hacer. La risa de la niña estaba embotellada en su cabeza y por más que quisiera no salía. Notaba como su cuerpo empezaba a arder y un nuevo sentimiento despertaba en ella, uno ardiente y lleno de destrucción. En su mente empezó una secuencia de imágenes en las que salía ella siendo golpeada por los demás compañeros de su gremio, además de recuerdos indeseados. Las risas de la niña y las imágenes hacían de la mente de la rubia un caos. Con la poca conciencia que le quedaba empezó a apretarse el brazo y clavarse las uñas para volver a realidad y funcionó. Todo paró y la mente de Lucy ya estaba en paz, un poco turbia, pero en paz.

En ese momento apareció Polyushka por la puerta con un par de botes y vendas. Sin mediar palabra, empezó a quitarle las "vendas" (que eran hojas medicinales) y aplicarles otras nuevas junto con vendas de tela y potingues raros. Le dio para que tomara una pastilla especial junto con agua.

-Para dentro de unas horas estarás mejor, descansa un poco y luego, te largas.- Lucy asintió y la curandera se fué de nuevo de la habitación dejando a la chica sola, a merced de sus pensamientos. En esta ocasión Lucy dirigió  su mirada hacia el calendario que había encima de la repisa, junto con otros papeles.

-Solo faltan tres días para la fiesta del rey...y debo ir por cojones.- con un suspiro lleno de cansancio y dolor, empezó a inspeccionar su adolorido cuerpo. Estaba toda magullada, pero con un vestido largo se podían disimular las vendas de sus piernas y pecho. Lo malo eran los brazos, podía taparlos con una chaqueta, pero no era lo adecuado para las fiestas, además de que tenía en cuello y la cara con vendas y tiritas, hiciese lo que hiciese, se vería mal, la gente preguntaría y se armaría un caos. Solo de pensar en eso a Lucy ya le dió dolor de cabeza. Intentó despejarse la mente pensando en como tapar sus heridas y vendas, sin notar que unos ojos azules como el cielo la observaban desde la maleza y el follaje del bosque.

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