Fiesta Mortal

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Al cabo de unas horas en reposo al fin pudo salir de la casa de Polyushka.                                                   

Estaba repleta de vendas y cojeaba un poco, pero eso no le impidió seguir andando para llegar a su casa. Podía haber llamado a algún espíritu para que la ayudase, pero recordó que no debía depender tanto de sus espírutos, además de qua estos harían demasiadas preguntas sobre su estados y demas y la verdad es que no estaba de ánimo para responderlas y menos aún de escucharlas.

Sabía que su estado mental y físico estaba claramente lamentable, pero aún así debía ser fuerte.           Con un último esfuerzo pudo llegar a su casa y descansar en su casa, pero al momento de tocar su cama, notó un dolor punzante en su espalda. Extrañada levantó las sábanas rosadas para ver que tenía un montón de vidrios en ella y uno de estos estaba recubierto de su sangre. Con dolor fue hacia su baño, se levantó la camisa (una normal blanca) y vió una herida de unos tres centímetros de longitud. Como pudo, intentó desinfectarla y curarla, no le quedó muy bien, pero serviría. Solo entonces se dio cuenta de algo. En el cristal del baño ponía con pintalabios rojo chillón la palabra -ZORRA MALPARIDA- esto hizo que, casi corriendo fuese a revisar su departamento. Por suerte no habían tocado nada más, pero eso era en cierto modo un aviso. Y eso no era bueno, nada bueno. Adolorida por las heridas, empezó a retirar los vidrios de sus sábanas (además de sacudirlas por la ventana) y limpiar el cuarto de baño. 

Exausta, se tiró en su sofá y en una especie de trance, se quedó dormida

Al día siguiente la mirada de Lucy era ausente. Ya no era aburrida y llena de monotomía, ahora no tenía ningún sentimiento. Recordaba las palabras de la niña, pero no las procesaba adecuadamente, todavía no.

Lucy miró el calendario y vió que solo faltaban dos día para el baile real. Estaba cansada y no quería ir, pero su mirada fué a parar hacia la foto de su padre, aunque el cristal que cubría la foto estaba roto, podía apreciar la imagen de su difunto padre. Recordó que, le prometió a su padre asistir a palacio si la convocaban, y así iba a ser.

Con una misera pizca de alegría en su corazón llamó a tres de sus espíritus.

-¡Yo te abro puerta del león!¡ Leo! ¡Yo te abro puerta de la sirvienta!¡Virgo!¡ Yo te abro puerta del cangrejo!¡ Cáncer!- Y con tres fulgores dorados, aparecieron ante ella sus tres espíritus.

-LUCY! Hime-sama. Ebi!- dijeron a la par. La rubia los miró sonriendo.

-Hola chicos, lamento molestarlos, pero tengo un problema.-

-No nos molestas para nada Lucy, siempre estaremos para tí.- dijo Loke. Ella sonrió y les explico lo del baile.

-¿Creeís poder ayudarme? - los tres asintieron. Y ella sonrió un poco haciéndo que sus tres espíritus suspiraran un poco aliviados.

-Hime-sama, le traeré un par de vestidos del Mundo de los Espíritus.- Lucy asintió.- Solo tengo que tomarle de nuevo las medidas, veo que ha perdido mucho peso.- lo cierto es que Lucy estaba muy delgada comparada con antes. No se le llegaban a notar las costillas pero aún así estaba bastante flaca.- Si es tan amable de quitarse la ropa.- la rubia asintió y se empezó a quitar la ropa, no sin antes decirles a Loke y Cancer que se metieran en el baño. Virgo pudo ver las heridas y las vendas mientras tomaba las medidas.

-Hime...Creo que si llamara a Aries, podría eliminar algunas heridas para verse más bonita.- la rubia se planteó la idea y la llamó.

-¡Yo te abro puerta del Carnero! ¡Aries!-  otro fulgor y apareció rodeada de nubes rosas el espíritu celestial.

-Aries, necesito que cures mis heridas.- el espíritu asintió y con un par de disculpas, empezó a curarla. Lucy se sentía mejor, ya que el dolor se esfumaba, pero a la vez se sintió mal por dentro.

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