Pasión

1.2K 192 52
                                    

Capítulo anterior:

Jennie parecía estar totalmente dormida, aun con algunas lágrimas deslizándose por sus mejillas y la nariz roja por el esfuerzo de sonarse, pero aun así, en cuanto sintió aquel calor que procedía del cuerpo de Lisa, como por instinto, como si supiese exactamente quién era, se acomodó contra aquel cuerpo que le hacía sentir bien, aun totalmente dormida.

Lisa no pudo hacer nada más que arroparla entre sus brazos, disfrutando de esos momentos que nunca más viviría y que tenía que aprovechar y pensando solamente en protegerla, a toda costa.

Capítulo 35: Pasión

Pasaron minutos e incluso horas sin que Lisa se moviese un solo milímetro de su posición a pesar de que sus músculos ya se encontraban más que agarrotados y su instinto es estirarlos para relajarlos pero en vez de eso se quedó totalmente quieta, porque ni aunque tuviesen que arrancarse los brazos después preferiría estar en otro lugar o en otra posición. No cuando lo que tiene entre sus brazos es la chica que le ha robado el corazón, que con sus locuras, sus divagaciones o incluso su pesadez consiguió conquistarla sin ni siquiera proponérselo.

Todo lo que tenía que hacer era sentirla, mirarla para que su corazón se hinchase de una manera que nunca imaginó posible. Lo único que quería hacer para siempre era estar justamente como en esos momentos, sin tener que preocuparse de los problemas mundanos y no tan mundanos que la atormentaban, pero no era posible y lo sabía.

Solo podía conformarse con lo que tenía, ese tiempo limitado del que disponía y que no quería desperdiciar.

En un momento dado el relajado cuerpo de Jennie comenzó a tensarse y removerse, seguramente debido a que se estaba despertando.

Lisa se quedó quieta, sin moverse esperando a que la otra abriese esos ojos que removía debajo de sus parpados y no tardó en ocurrir.

Los pesados parpados de Jennie comenzaron a ascender lentamente mientras de manera instintiva fruncía ligeramente el ceño, como si despertarse fuese algo molesto o prefiriese seguir soñando en vez de enfrentarse con la realidad, pero en cuanto sus ojos se abrieron por completo y se dio cuenta de que Lisa se encontraba allí una expresión de sorpresa apareció instantáneamente en su rostro.

Lisa solo la miraba, no sabía que decir o que hacer, así que simplemente se quedó allí, mirándola esperando algún tipo de reacción, una reacción que apareció poco después y la cual era la última que se esperaba.

Los ojos rojos de Jennie por haber estado llorando durante tanto tiempo se volvieron a llenar de lágrimas y Lisa no entendía absolutamente nada.

¿No la quería allí? ¿Por eso se estaba poniendo a llorar? Frunció el ceño mientras se planteaba si levantarse e irse pero ni siquiera le dio tiempo a cuestionarlo cuando los brazos de Jennie se aferraron a su cuerpo y su rostro se hundió en su cuello comenzando a llorar con más intensidad.

Lisa cada vez estaba más confundida, no entendía que estaba pasando pero lo único que podía hacer en esos momentos era abrazar a Jennie e intentar consolarla de alguna manera, la que fuese.

Y así lo hizo, la abrazó y empezó a susurrarle que todo está bien, que no se preocupara, que se desahogara, cualquier cosa que se le ocurría que podía ayudar salía por su boca.

Parecía funcionar, o por lo menos eso creía Lisa cuando notó como los sollozos de Jennie disminuían de intensidad hasta que desaparecían por completo, pero cuando eso pasó, Jennie se quedó quieta, aun con el rostro contra el cuello de la otra y sin intención alguna de salir de allí.

-¿Qué ocurre? –preguntó Lisa después de unos minutos de silencio esperando que la otra dijese algo.

-Yo… -comenzó a decir con la voz rasgada de llorar- Estuve investigando tanto… -habló con voz pausada intentando encontrar las palabras adecuadas antes de continuar- y no encontré nada, absolutamente nada para salvarte… -sollozó levemente provocando que Lisa la abrazase aún más fuerte- y pensé que no me querías ver más, que te ibas a ir y no iba a poder despedirme o ayudarte –volvió a llorar con más intensidad aferrándose al cuerpo de la otra.

OchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora