XVII: Lo que creo merecer.

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-Claude, ¿Tu alguna vez crees que podrías amarme?- Está recostado de estómago sobre la cama, con la desnudes cubierta por una fina sábana blanca que transparenta a veces las curvas de su cuerpo.
Alois desvía la mirada al enorme ventanal de la habitación, la vista al mar es hermosa, y en el horizonte el anaranjado cielo, y el sol ocultándose detrás del mar le hacen sentir tranquilidad, una seguridad a abrirse y liberarse desde el mas profundo pensamiento hasta el mas superficial sentimiento.
Puede sentir suaves caricias de las grandes manos frías de Claude. Y mientras espera silenciosamente su respuesta, suspira profundo, reuniendo fuerza para la respuesta que ya conoce, y que sabe que su amante va a disfrazar con discretas palabras amables para intentar no dañarlo, cuando ya está completamente roto.

-Tu sabes que siento un gran aprecio y deseo por ti...

-Pero no me amas.- Interrumpe, afirmando aquellos sentimientos que no le pertenecen, girando la cabeza para poder ver a los dorados ojos de su amante que le mira de forma intensa como si quisiera leerle hasta el último rincón del alma.
Las caricias del azabache no cesan. Luce tranquilo, tan tranquilo e imperturbable que su pecho duele, su corazón agitándose y su estómago revolviéndose con intensidad.

-Yo realmente te quiero ¿Sabes?- Alois niega con la cabeza ante las palabras de Claude. Una diminuta sonrisa triste dibujandose en su rostro, sabe que todo está próximo a estallar, que va a desatarse el caos del que tantos años lleva escapando.

-Tu no me quieres. Solo disfrutas lo que yo puedo darte. Siempre he sido consciente de ello, y te has aprovechado de mi incapacidad para decirte que no. Desde el inicio te amé. Te amé como no sabía que podia. Quiero decir; aún te amo. Estoy enamorado de ti, estúpidamente enamorado.- asegura bajo la atenta mirada de su (en estos instantes ya) ex-amante.

-¿Cual es el problema? ¿Ciel?- Inquiere Claude, deslizando el dorso de los dedos por el aterciopelado rostro de Alois, quien cierra sus ojos disfrutando de tan gentil contacto, pero al mismo tiempo, tan falto de cariño. Era como el tacto de un objeto sin vida.

-Eres un hombre horrible.- Declara, viendo directamente a los ojos al pelinegro que no evita mostrarse sorprendido. Mientras, él, le apunta fijamente con sus ojos azul cielo en gesto resentido y herido. -Ciel es un joven realmente amable. Cuando lo enviaste al hospital -porque sé que fue tu culpa- él me consoló. Y me dió su perdón. Y supe que el no merecía nada de lo que le estábamos haciendo. Porque ambos estábamos haciéndole daño. Mas bien, siempre supe que lo estaba hiriendo, pero no me detuve, creyendo que yo merecía amar también, aún si era a costa de su felicidad.
Me fue muy difícil darme cuenta de que él no era el único que estaba muerto de miedo aquella vez. En ese entonces, también sentí miedo de ti y de lo que podrías hacerme si yo permanecía a tu lado, ignorando el hecho de qué; al lo amas y lo dañaste tanto, y a mi no me tienes ni una sola pizca de estima ¿Que podrías ser capaz de hacerme entonces?. Sentí miedo de asumir que la persona que hay detrás de ti es un abusador y violento hombre, cuando frente a mi siempre fuiste amable y delicado, y me esforcé en ignorar el que tus manos siempre fueron tan frías... Y tu mirada tan despedazadora.
Me das miedo, me das mucho miedo. Y estoy muy enamorado de ti, y eso no solo me hace darme cuenta de que tan profundo son mis errores, si no que por tu culpa llegué a creer que no valía nada, cuando siempre he merecido algo mejor.- Alois se sienta en la cama, cubriéndose la desnudes con las mantas, suspirando profundo, siente que sus pulmones queman ante el sucio aire de sus propias palabras.

-¿Que quieres decir?- Claude frunce el ceño con los labios apretados.
Su cuerpo tiembla de pánico ante la mirada gélida que le penetra el alma, pero apretando los puños sobre el regazo se niega a mostrarse intimidado.

-Que renuncio a seguir con esto. No voy a seguir junto a un hombre tan egoísta que solo desea hacer daño, que solo ansía su bienestar. Que no ama a nadie más que a sí mismo. No quiero seguir contigo, y es algo que acabo de decidir.- Sus ojos se humedecen, pero no da la satisfacción de echarse a llorar. -Te amo... Te amo tanto... Pero ya no quiero seguir con esto, no quiero seguir derrumbándome por tu culpa, no quiero seguir dañando a gente inocente por ti.- hipa entre sollozos, limpiándose la cara con las manos.
Se preguntaba si Claude siempre había tenido esa mirada tan dura, si sus manos siempre habían sido tan frías y poco cuidadosas.
Se le encoge el corazón, sólo quería sentirlo un poco más, quería pasar el tiempo junto a él un poco más antes de que finalmente todo se derrumbase.
Jamás pensó que todo se acabaría por su propia mano. Jamás pensó que iba a derrumbar todo él mismo. Pero lo había hecho, acaba de soltar sus cadenas el mismo, y sabe que jamás va a estar mas libre que sin ese hombre rondando su cuello para atacarlo.

Reflejo<Sebasciel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora