Ha llegado media hora antes al hospital porque sabe que Claude va a estar ahí, esperándolo en la sala de descanso listo para invitarlo a un café y quizás unos cuantos besos de esos que últimamente ya casi no probaba.
Durante los próximos días cumplirían el horario en urgencias juntos, y eso le animaba todavía más, pues podría estar junto a él tanto como quisiera a la hora de trabajar y en los horarios de descanso.
Antes de empujar la puerta de la salita, puede ver a través de la ventana tintada varias figuras, y no evita sentirse extrañado pues se suponía que a esa hora solo estarían los dos para cubrir los informes de las primeras horas nocturnas en pediatría. Oye bastante alboroto del otro lado, y su sonrisa se ensancha ante aquella aura de aparente festejo.-¡Buenas noches a todos! Se oyen muy contentos ¿a qué se debe el alboroto?- Dice radiante como siempre, dejando su archivador personal sobre la mesa rectangular la cual todos rodean.
-¡Hay compromiso!- Chilla una chica de la cual no siquiera recuerda el nombre.
-¡Oh! Cuanto daría por que William deslice una sortija de rubíes por mi dedo algún día.- Dice el pelirrojo en gesto excéntrico y todos ríen animadamente ante aquello.
-Cielos, perdí la apuesta, yo anotaba a que el señor Sutcliff era el primero en comprometerse.- Se sentó en una silla apoyándose en el extremo de la mesa donde justo del lado contrario, cruzando toda la extensión de metal donde vasos, papeles y cosas estaban desparramadas sobre ella, se encontraba Claude.
-Eso si alguna vez logra atrapar al pobre profesor Spears.- Ronald suelta una tos falsa cuando el extravagante pelirrojo le dirige una mirada de disgusto y todos vuelven a reír.
-Por cierto, Alois. Me debes una cena.- Alguien posa las manos en sus hombros y se sorprende al ver a un peliverde con grandes anteojos redondos.
-¿Es que hoy nadie está trabajando?- Refunfuña Alois, y de pronto, cae en cuenta de lo que ha dicho su compañero de trabajo. -Othello, ¿Por qué te debo una cena?- Frunce el ceño volteándose en dirección al delgado farmacéutico del hospital que siempre poseía esas ojeras bajo sus grandes ojos verdes.
-Esa noche de la fiesta, apostamos una cena ¿recuerdas? Cuando conocimos al novio del señor Claude. Tu dijiste que el profesor Spears y El señor Sutcliff serían los primeros en contraer matrimonio, ¡Y yo dije que serían Faustus y su novio!- Añade el de ojos verdes con una enorme sonrisa como si de un niño consiguiendo su juguete favorito se tratase.
"Entonces nos vemos más tarde."
"Buenas noches, chicos."
"Buena jornada para ustedes."
El bullicio comienza a dispersarse y todos abandonan la sala quedándose nadie más que él y Claude que sigue del otro lado de la mesa metálica.
-¡Ah! Jóvenes, hubo un cambio de horario así que aún tienen una hora más treinta minutos antes de comenzar su ronda.- Ambos asienten cuando ya definitivamente todo se ha convertido en silencio. Sin embargo, no titubea en romperlo.
-Te has comprometido con Ciel ¿eh?- Dice en un tono bajo, su anterior felicidad se ha extinguido como si hubiesen apagado el fuego con agua, y el humo le está asfixiando desde adentro.
-Si.- Dice Claude con un tono tranquilo que le perfora el alma y le hace cenizas el corazón.
-Enhorabuena.- Vuelve a decir. Su mirada baja atenta a sus dedos entrelazados en su propio regazo; se vuelve borrosa cuando las lágrimas se acumulan en sus ojos azul cielo a punto de comenzar a llover.
-Alois...-
-Felicidades.- Alza su mirada, el llanto está a punto de desbordar y suspira entrecortado.
Se levanta, y el empujar la silla con las piernas, el sonido al arrastrarla contra el suelo hace eco en la pequeña sala de descanso. -Iré a pediatría a llevarle unos dulces a Luka antes de comenzar. Nos vemos.- Se aproxima con evidente apuro a la puerta, desesperado por abandonar la habitación, meterse en el baño y echarse a llorar hecho pedazos. Su mano rodea la perilla de la puerta y a sus temblorosos dedos los rodean unos más largos y ásperos, fríos. -Quiero salir, no me toques, déjame ir.- Finalmente se desbordar y deja salir un sollozo. Baja la cabeza, cierra los ojos con fuerza al tiempo que su mano se ciñe con firmeza contra el pomo de la puerta. Siente las lágrimas deslizándose por su rostro y casi puede oír como se estampan contra la cerámica del suelo.
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Reflejo-Sebasciel.
FanfictionDicen que nuestras decisiones reflejan lo que somos. Que nuestro anhelo es el reflejo de lo que creemos merecer. Tan sediento de amor, roto y temeroso. Aferrándose a la primera muestra de cariño que el mundo le entrega. Ciel solo se envuelve en el...