Reflejo<Sebasciel.

XIV: Lo que arrastra la lluvia.

Dedicado a SixDred

Nunca olvides que amar no significa precisamente felicidad, el amor trae tormenta y calma, donde no te sientas cómodo, no te quedes.
Espero tengas un lindo día, muchas gracias por tu apoyo.
Eres lo máximo, wapi.
<3

✨☘︎✨

Los siguientes días son tan largos como para llamarlos eternos. Su cabeza divaga entre el trabajo, la familia y Ciel. No puede concentrarse en una sola cosa, y eso causa que cometa mas de un error.
Sus compañeros de trabajo lo notan. Y el viernes por la tarde, antes de acabar sus dos clases, Frances, la inspectora, le sugiere dejar la escuela antes para que tenga un descanso mas largo hasta el fin de semana.
Teme que su cansancio mental sea demasiado evidente. Si ha logrado que la estricta inspectora sienta pena por él a tal grado de dejarle marchar antes, no se imagina la gravedad para transparentar sus sentimientos frente a los demás.
Desconocía que existiesen sentimientos tan intensos. Y pensaba que ya no volvería a sentirlos nunca más.
A veces no evitaba detenerse a pensar en cómo es que había tenido la suerte de conocer a aquel joven.
Si no hubiese salido de paseo aquel día con Doll, seguramente no le habría conocido. ¿Habría sido tan afortunado de verlo en el departamento del anciano?
A veces pensaba que aquél precioso ser de ojos azules era su destino. Que verlo reír a carcajadas, era su eternidad.
Pero ahora, solo deseaba verlo muy lejos del sufrimiento y del llanto. Deseaba verlo huir lejos, sólo, con él, o con alguien más. No le importaba, no le importaba mientras estuviese a salvo.

No se consideraba la mejor persona del mundo. Tampoco creía que fuese alguien malo. Pero, ¿Era necesaria aquella demostración de odio?
Sabía que no le amaba, que intentar cultivar algo ya no era posible. Siempre había intentado ser alguien bueno, ayudarle y comprenderle. Siempre esperó lo mismo de vuelta. Y ahora se daba cuenta de lo profundamente traicionado que había sido. De que había sobre puesto todo sobre un pilar de confianza.
Ese pilar acababa de derrumbarse.
Los escombros se habían revuelto con su miedo, su dolor y su ira. El colapso le estaba aplastando el pecho. Ya no tenía oxígeno, no podía respirar, el corazón se le había detenido.
Sus dedos se entierran en la puerta de la habitación. Un par de ojos le miran desde la cama, su interior se revuelve con tanta intensidad que siente ganas de vomitar, los vellos del cuerpo se le erizan, olvida como respirar, su mente vuela tan lejos que sus sentidos se desconectan.
Ni siquiera parpadea. Ni siquiera se mueve.

-Puedo explicarlo.

☘︎

A medio día está abandonando la escuela cargando con su portafolio contra su pecho. Se siente mentalmente agotado, tan evidente había sido, que la inspectora Midford se había apiadado de su desánimo y le había sugerido marchar antes a casa.
Cuando sube al coche, recarga la frente contra el volante, apretando el agarre contra el mismo hasta que sus nudillos palidecen y las palmas de sus manos duelen.
Inhala profundo el aroma a flores que desprende el aromatizante, ese que su pequeña hija había escogido porque le gustaban tanto las flores.
Finalmente se acomoda en el asiento y pone en marcha el vehículo, arrancando de una vez del estacionamiento de la institución.
El camino de vuelta se le hace corto.
Asume que estará solo hasta la llegada de la pequeña, pues Mally había dicho que ese día llegaría tarde por asuntos de trabajo.
Cuando entra en casa, el ambiente es tibio. Al caminar a la cocina no evita verse algo confuso por las copas de vino sobre la mesa, aunque no les da especial importancia.
Toma un vaso de agua y un par de pastillas para el dolor de cabeza, y sube por las escaleras a su habitación.
Mientras sube agarrando su cabeza, oye claramente una suave risa proveniente de la habitación de su esposa. Y ni siquiera tuvo que asomarse para ver tras la puerta abierta la imagen de la que fue su mujer, desnuda, apenas cubierta hasta la cintura mientras los brazos de un desconocido la rodean, y le besa los labios.
Se le cae el alma a los pies, siente náuseas, le punza la cabeza en un irritante dolor, y tiene que aferrarse a la pared para evitar caer ante el mareo y la realidad golpeándole con brutalidad.