Reflejo-Sebasciel.

XVIII: Cuando abras los ojos, habrá acabado.

A veces se preguntaba si su vida se basaba en el sufrimiento. ¿Acaso podía ser alguien sin estar sintiéndose miserable cada segundo de su vida?
En una fracción de segundo ha experimentado tantos sentimientos revueltos que no sabe como reaccionar.
Culpa, miedo, ira, frustración, y tantas mas que hacen que le duela la cabeza, que sus sienes palpiten que tenga ganas de vomitar.

Se mira las manos, sangre seca manchando sus dedos y parte de su camisa.
Se recoge las mangas, limpiándose con furia las manos en el pantalón que lleva.

-Aquí.- Alza la mirada al hombre que le ofrece lavarse las manos con alcohol. Mientras extiende las manos siente que ha perdido la noción en algún momento. No sabe en que momento se ha subido a la maldita ambulancia, ni sabe como es que su cabeza ha omitido el persistente y molesto ruido de la sirena de emergencias.
Se lleva las manos a los labios, observando como el hombre realiza ciertos procedimientos a su pareja, el cual no ha abierto los ojos.
Se balancea al borde del asiento, agitando la pierna con ansiedad, y cuando nota la atenta mirada del hombre, se cubre los brazos que están cubiertos de cicatrices y cortes profundos. Aunque es bastante obvio que el sanitario de emergencias observa sus marcas.
El hombre se sienta a su lado, en silencio. Se encoge ligeramente cuando le toma los brazos, pero finalmente cede, dejando que el hombre limpie sus heridas y que estas mismas sean vendadas.

-Gracias.- Susurra apenas, el hombre, ligeramente canoso, le regala una sonrisa tranquila, y vuelve a mirar a Sebastian, tendido en aquella angosta camilla que causa que uno de sus brazos caiga por el costado.
Inhala repetidas veces, profundo, hasta que sus pulmones no dan mas. Ahí dentro huele a desinfectante y alcohol.
Y aunque esta nervioso y asustado, el hecho de que el hombre no siga tocando al azabache, le hace sentir calma, pues eso aparentemente significa que estará bien. Al menos es eso lo que quiere creer.

-No te avergüences de ellas.- Dice el hombre, cosa que causa que levante la mirada algo confuso. -De tus cicatrices, me refiero.- Hace un pausa, mientras se levanta las mangas del informe, dejando ver también grandes cicatrices en sus muñecas. -Cuando murió mi hija, quise quitarme la vida. Mi esposa nos abandonó cuando era muy joven, no sabía cuidar de una niña pero no me tomó mucho comprender que ella fue lo más hermoso que pudo pasarme alguna vez en la vida. Creí que era mi vida, y cuando la perdí, quise irme con ella también. Pero no lo logré. Tuve otra oportunidad, y es precisamente por eso que no me arrepiento de mis cicatrices. Cada marca en tu cuerpo representa una historia. Haz que sean líneas de un final feliz. No cadenas.- Desliza sus dedos por las vendas en sus brazos, mientras asiente lentamente con la cabeza.
Y esas palabras le hacen sentir muchas cosas.
El vehículo se detiene, y su corazón tarda dos segundos más en detenerse también.
Observa desde dos pasos atrás como el cuerpo de Sebastian es trasladado a emergencias, y sus ojos se llenan de lágrimas cuando es empujado y las puertas de cristal son cerradas en su cara impidiéndole seguir a su pareja.

Está sentado en la sala de espera, su pierna subiendo y bajando insistentemente en gesto incómodo, inquieto y preocupado, apoyando los codos en las rodillas mientras se oculta tras sus manos, inhalando y exhalando pesado, su corazón doliendo, su cabeza punzando.
Tiene el estómago revuelto, las lágrimas no dejan de caer, se balancea de atrás a adelante en tic ansioso, mira al suelo entre sus dedos, no sabe cuantas veces a contacto los cuadritos de cerámica, pero ya se estaba quedando sin ellos para seguir.
No sabe cuanto tiempo ha pasado, no sabe si ha sido breve, si ha sido demasiado. De todas formas se siente como una eternidad.
Apreta los ojos con fuerza, sus pestañas y mejillas húmedas por culpa de aquellas lágrimas traidoras que salen a culpa de su miedo.
Está bastante seguro de que ni siquiera Claude le ha hecho sentir tan asustado cómo está ahora. Aunque de cierta forma está situación era su culpa, Claude lo había provocado ¿No?
Quizás había sido culpa suya.
¿Qué pasaba si quedaba con alguna especie de contusión en la cabeza?
¿Qué pasaba si terminaba teniendo amnesia?
¿Que pasaba si no le recordaba? Con la magnitud de esa caída ¿Era eso posible?
De solo pensarlo tenía ganas de volver a llorar.