PREFACIO

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PREFACIO

Estar en este entorno te hace crecer antes de lo esperado, uno toma responsabilidades y tiene que saber cuidarse por sí solo, no puede jamás desobedecer a sus padres. Las Vegas no es un lugar para niños, los casinos, las peleas y estas calles de noche no son un buen lugar para criar a tus hijos pero así fue por generaciones en nuestra familia.

¿Por qué yo sería la excepción a la regla?

Hay personas que ni en toda su vida se encuentran con mafiosos, en cambio yo crecí rodeada de ellos, jugando cada fin de semana, desafiandolos y volviéndome la persona que soy. 

En este entorno no puedes mostrarte débil de ninguna manera, hay que ser fuerte e imponente. Jamás hay una segunda oportunidad, el que duda pierde, se pierde a sí mismo.

Nunca le tuve miedo a nada ni a nadie, supongo que estando aquí eso no existe, acostumbro a estar con las personas más influyentes, porque por más de que haya políticos y autoridades legales, la ilegalidad es la que mueve el mundo. 

En este lado el respeto se gana, la reputación es lo más importante, aunque no haya leyes escritas estas existen, cabeza por cabeza, con la familia no se juega y los negocios se hablan, el que juega callado en contra del resto podría provocar una guerra.

Yo me gane ese respeto y confianza, estoy y siempre estuve en cada detalle para ser la mejor porque si uno es el mejor no sirve de nada. 

Sin llegar a cumplir mis dieciocho años soy una de las personas más inteligentes y capaces, con una cara bonita que puede engañar a los simples mortales que no tienen idea de lo maravilloso que es pertenecer al universo criminal. Recibo miles de halagos por mi aspecto, forma de ser e inteligencia, no soy una persona insegura porque la débilidad en este lugar no es una opción.

Así como existen los beneficios de crecer en la ciudad del pecado también hay que saber aprovecharlos porque con ellos vienen muchas pérdidas. Hay hechos que nos marcan para toda la vida, situaciones que te quitan a personas y yo lo perdí a él. 

Fuimos cómplices desde que nuestros ojos se cruzaron cuando apenas sabíamos nada de la vida. Él me hacía reír después de que el helado se me derretía y manchaba mi vestido, era el que me defendía sin dudarlo cuando alguien me molestaba y era quien me daba algo dulce si me veía triste, ponía las manos en el fuego por mí. 

Ahora me doy cuenta de que es otra persona, ya no queda nada de ese niño dulce con el que crecí, es una persona completamente diferente.

Con su desaparición intente borrar su recuerdo, pero volvió, trayendo con él sus provocativas caricias, ahora indelebles sobre mi piel.


IndeleblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora