Yue, hija de la Luna, puede ver el futuro, pero no vio llegar a Choi Soobin, un ser de luz. Ambas almas se han encontrado repetidas veces en el pasado, pero a causa de hechizo nunca han podido terminar juntos.
Los hijos de la luna han sido perseguid...
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Yue...
El aire golpea mi rostro por la velocidad a la que íbamos. Tenía miedo, pues era la segunda vez que me subía a una motocicleta. Pensándolo bien, Soobin no parecía el tipo de chico al que le gustarían las maquinas letales, porque si, una moto para mí lo es. Las veces que he logrado apreciar su rostro transmite la vibra de alguien tranquilo que por mucho preferiría meter su cabeza bajo la tierra que convivir con personas o tal vez me he tratado de reflejar en él.
Natt tiene la facilidad de ver dentro de las personas. Es tan perspectivo acerca de los sentimientos que siempre sabe cómo te sientes, creo que me gustaría tener esa habilidad. Sería capaz de saber lo que sienten cuando están tristes y quieren ocultarlo o... los sentimientos que tienen hacia mí. Hasta ahora ver el futuro no me ha traído nada bueno, es más, escapé de las cosas por miedo a que sucedieran. Aunque si lo pienso un poco, tal vez es abrumador solo sentir los sentimientos de los que te rodean... ¿Quién logra ver lo que siente Natt?
— Estamos por llegar —la voz de Soobin me trae de regreso a la realidad, yo sosteniendo su cintura y apoyada en su espalda. Esto es demasiado cálido—.
Después de unos minutos, Soobin detiene la motocicleta. Pero... de todos los lugares de Corea ¿Por qué tuvo que ser este? Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Estaba en frente de aquel parque de diversiones. Aquel que visité en mi cumpleaños, aquel donde sucedieron cosas que causaron que mi familia se fuera del país con rumbo a Australia.
— ¿Te gusta? Baja, la pasaremos bien —Soobin me quita el casco— ¿Pasa algo malo?
— No... —sonrío lo mejor que puedo, pero en definitiva no estaba cómoda en este lugar—.
Cuando me toma de la mano para entrar me tranquilizo un poco, pero no duró mucho. Al igual que un trauma mis nervios incrementaban a cada paso y mi respiración me delataba.
— Este es uno de mis lugares favoritos del mundo. —sonríe mientras aprieta más mis manos— Cuando era pequeño mis padres solían traerme aquí cada vez que regresábamos del hospital. —eso último llamo mi atención—.
— ¿Hospital? —lo miro con algo de angustia, pero me tranquiliza moviendo nuestras manos hacia adelante y atrás— ¿Estabas enfermo?
— Yo no... mi papá tenía una enfermedad grave —detengo el paso— No te preocupes ahora está mejor. Es este lugar el que me dice que todo estará bien —se queda en silencio por unos momentos—. Eso sonó lindo, dime ¿Te impresioné?
— ¿Pasa algo de lo que quieras hablar? —miro sus ojos un poco inquietos e inmediatamente mira hacia otro lugar—.
— Nada, solo quería que conozcas este lugar —ya lo conocía—. Nos subiremos a todos los juegos posibles ¿Lista para divertirte? —asiento y comienza a correr como un niño, uno muy tierno— ¡Vamos Yue!
