Yue, hija de la Luna, puede ver el futuro, pero no vio llegar a Choi Soobin, un ser de luz. Ambas almas se han encontrado repetidas veces en el pasado, pero a causa de hechizo nunca han podido terminar juntos.
Los hijos de la luna han sido perseguid...
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La oscuridad plagaba el ambiente lleno de árboles. Aquel bosque fue testigo de un asesinato. Los ojos del asesino recibían imágenes totalmente horribles de una muchacha ensangrentada por aquella espada que había logrado perforar su estómago. Aquel hanbok que la chica usaba pasó de tener una tonalidad rosa pastel a un rojo prominente. Los ojos de chica estaban llenos de lágrimas y su rostro estaba lleno de rastros de las mismas.
Un grito desgarrador de otra persona se hizo presente y es cuando la espada sale de aquel cuerpo, que ahora se desplomaba al suelo.
— ¡Yue!
Taehyun se levanta exaltado por la pesadilla que acababa de tener. Su respiración era rápida y se podía percibir algunas lágrimas en su rostro. Había vuelto a pasar después de mucho tiempo, Taehyun recordó su vida pasada y no le gustaba para nada lo que veía.
La única cosa que atormentaba al guardián era la razón por la cual en sus pequeños recuerdos solo veía a Yue morir entre sus brazos. Él tenía claro que su trabajo como guardián era para pagar una deuda muy grande a la persona a la que más lastimó en el pasado, pero solo quería saber la causa que lo motivo a lastimarla o incluso matar a Yue en el pasado.
El crecer junto a ella en esta vida hizo que se cree un lazo entre ambos e incluso algún tipo de afecto de él para con Yue. La culpa si estaba presente cada vez que la veía a los ojos. Tal como a ella, a Taehyun le intrigaba saber de qué o quién tenía que cuidarla, pero haría todo para remendar su daño. Todo esto mientras Yue no esté enterada de que el tenerlo siempre a su lado no era una misión, sino un castigo.
Al percatarse de la hora, se levanta por completo de la cama para dirigirse a la casa de Yue. Sin embargo, decide llamarla para saber cómo estaba, pues aquella pesadilla lo dejó nervioso.
— ¿Hola? —una voz femenina contesta desde la otra línea—.
— ¿Estás en casa? Estoy en camino —el castaño toma las llaves de su auto y se dirige hacia la puerta, pero se detiene bruscamente cuando recibe la respuesta de Yue—.
— No, estoy en el museo con Minho, pero tranquilo no hay personas. —trata de tranquilizar a su guardián—.
— ¡Ya! Tú no aprendes ¿verdad?. No puedes salir sola —eleva la voz por el evidente enojo que lo posee—.
— No estoy sola, te dije que estoy con Minho.
— ¿Y ese enano peso pluma que podría hacer si algo malo pasa? Qué pasa si los asaltan o algo peor? —solo recibe un suspiro como respuesta— ¿Por qué no me dijiste? Los hubiera acompañado.
— Te llamé pero nunca contestaste. Ya estaré de regreso no te preocupes y tampoco reniegues. —la chica cuelga deliberadamente dejando con la palabra en la boca a Taehyun—.
— ¿En serio dormí tan profundo? —guarda el teléfono en su pantalón y sale del pequeño apartamento con rumbo a la casa de Yue—.
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Después de colgar la llamada del ser más molesto que era parte de la vida de Yue, esta vuelve su mirada al chico que dormía apoyando la cabeza en sus piernas. Soobin quedó dormido después de que Yue le diera un masaje en la frente, pues él había mencionado que se sentía estresado últimamente.
Yue estaba dispuesta a memorizar cada pequeño detalle del rostro del chico. Con sus dedos recorría su respingada y suave nariz mientras no podía hacer nada más que sonreír. Acomodaba su cabello para poder observar mejor, pero Soobin comenzaba a moverse un poco por lo que decide retirar su mano.
— Es relajante —el chico toma la mano de Yue y la coloca una vez más en su rostro, específicamente en su mejilla marcada por el hoyuelo que aparecía por la sonrisa de Soobin—.
— Es un poco tarde. Debo regresar con Minho e ir a casa —Soobin se levanta y mira a los ojos a su compañera— ¿Qué sucede?
— Dijiste que dejaste de estudiar en casa —menciona lo que habían conversado antes— ¿En que instituto estás? Podría pasar por ti para llevarte al colegio y regresarte a casa.
— Mmm, si no me equivoco se llama Dwight School Seoul —Soobin queda en silencio al enterarse de que van al mismo colegio, pero como podía ser tan ciego y no haberla visto—. ¡Oh! Allá está Minho.
Yue estaba a punto de irse, pero por primera vez decide no hacerle caso a sus visiones. Era tonto, tal vez, pero se aseguraría de verlo otra vez. Entonces voltea hacia aquel chico de mirada tierna y le tiende la mano.
— ¿Qué? —responde el más alto estando un poco extrañado—.
— ¿No querías mi número? —rápidamente Soobin le tiende su teléfono y Yue procede a registrar su número—. Esperaré por tu llamada —cuando trata de irse una mano la detiene—.
Soobin la atrae a su cuerpo dándole un abrazo. Memorizó aquel perfume a lavanda que Yue poseía y que se volvió la fragancia más hermosa para él mientras Yue trataba de comprender por qué no tenía más visiones cuando él la tocaba.
— Quiero que reserves cada fin de semana por que estarás conmigo a partir de ahora —Yue suelta una risa ante lo mencionado—.
— Los fines de semana ¿Por cuánto tiempo? —rodea con sus brazos la cintura del chico—.
— Por toda la eternidad.
— Eso es mucho tiempo —Yue aleja su rostro y lo mira—. Pero al tratarse de ti, estoy dispuesta a condenarme para toda la eternidad.
Aquel encuentro fue algo especial para ambos. Nacieron más sentimientos de los que había antes y lo más importante era que indirectamente aceptaron mutuamente. Aunque hubo cosas que ambos no mencionaron, como el hecho de que Yue puede ver el futuro o que Soobin estaba comprometido y ambas cosas eran parte importante de la vida de cada uno.
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