Capítulo 7: Run

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—Lo siento, he llegado tarde.
—No pasa nada —se levantó e incorporó la mochila a su espalda—, es mi culpa por ser demasiado puntual.
Rose había llamado a Jennie en la tarde tras enterarse un día antes de que Lisa y los otros no pudieron integrarla al club; después de todo tendría que encargarse por sí misma del problema. Por eso quedó con la susodicha a la salida de su escuela, así podría tener mayor campo de exploración. Al menos ya sabía una cosa: le gustaban los BTS.
—¿Te divertiste ayer?
—Sí, Lisa es muy ocurrente y no dejó que me aburriera ni tan siquiera un poco —su voz estaba cargada de ánimo, rememorando seguramente cuánto se divirtió.
—Eso me tranquiliza enormemente —los pasos de ambas se sincronizaron—, ya que ella de vez en cuando puede ser demasiado ocurrente —hizo énfasis en esto último.
—Oye…  —esta la miró expectante— …gracias por presentarme a tus amigas.
—¿Qué dices? —tenía un rostro radiante como su sonrisa—, ahora son nuestras amigas.
Jennie no pudo evitar asombrarse por el tono sutil que había empleado con ella que, estaba más que acostumbrada a las rústicas palabras que oía de lunes a viernes por la mano de los discípulos de la todopoderosa. Fue un poco embarazoso.
—¿Y por qué me llamaste?
—Me preocupó que no pudieras incluirte en ningún taller debido a la incompetencia de nuestros camaradas —río en un susurro—, así que estuve pensando acerca de tus gustos en casa para buscar algo que sea de tu agrado.
—No tenías que molestarte por eso —agitó sus manos de un lado a otro en señal de disculpas.
—Jennie, escucha atentamente lo que te diré —habló con una seriedad alarmante, la aludida temblaba creyendo que había hecho algo incorrecto—. Ayudar a un compañero no es una molestia por lo que te prohíbo de aquí en adelante estas tres frases: perdón, no quiero importunar o eso no es necesario. ¿Está claro?
Ella era sobrenatural.
Al principio la veía distante y cerrada, sin embargo, con un chasquido de dedos esa persona reservada se transformó en alguien especial que volteó su realidad de cabeza junto a sus nuevos amigos y que le habían dado la oportunidad de vivir una existencia paralela a la suya; ellos junto a los BTS, eran su pequeño mundo.
—Bien, hemos llegado.
Alzó la vista entusiasmada, según lo que escuchó de la conversación que libraba su interlocutora, Rose la llevaría a un parque en el cual usualmente se realizaban muchas actividades al aire libre. Ahí se montaban ferias de muchos temas por lo que el sitio era concurrido por personas y en su gran mayoría jóvenes que iban a pasar el rato. Caminaron por un sin número de puestos e incluso realizaron algunas compras hasta que algo cautivó la atención de Jennie.
—¿Qué están haciendo? —su acompañante no tardó en explicarle aquello tan interesante que no paraba de apreciar.
—Es una competencia callejera de baile. Por acá es común que algunos grupos de fans al k-pop se reúnan para hacer este tipo de cosas —cogió sin dudar una de sus manos—, vamos a ver.
—E-espera, ¿estará bien que interrump…? —para cuando quiso acabar ya estaba en la multitud deslumbrándose con los participantes.
Bandas contrincantes integradas por cuatro chicas cada una se movían magistralmente al ritmo de una canción. Ejecutaban una serie de pasos y saltos casi mágicos que en combinación con el atrevido vestuario, harían temblar de la emoción a cualquiera.
—Son del taller de baile que se imparte en el centro, casualmente las conozco desde hace mucho. La música de trasfondo es The Boys por una banda surcoreana llamada Girls´s  Generation y la coreografía la hicieron los miembros.
—¿Estás de broma? —quedó perpleja por la manera en la se manifestó, sí que parecía gustarle—, son increíbles.
—Tu cuerpo se está encargando de demostrarlo —las piernas de Jennie se movían solas.
Un conjunto de emociones descubiertas recorrían cada tramo de su piel empezando por la punta de su cabello y finalizando en la de los pies. Rose no tardó en percatarse de la posible habilidad de su acompañante cuya emoción no podía esconder. Al acabarse el espectáculo con un evidente empate la presentó a las concursantes.
—¿Te gustaría unirte al equipo? Tienes aptitudes claras para esto —le propuso una de ellas.
—Bueno, la verdad es que yo… —la alta chica enarcó sus cejas y concluyó la oración en su nombre—. Será un gran placer, ¿no lo crees?

***

Ana no podía concentrarse, las ideas no fluían por su cabeza y esto la estaba poniendo de muy mal humor. Su móvil hizo acto de gala.
—¿Aló?
—Por ese tono deduzco que no has avanzado nada —lanzó un largo suspiro, no le pasó por la mente que pudiera ser él—, al final daba lo mismo escribir el artículo en tu casa o la biblioteca.
—Para ti que no lo riegas todo cuando escribes —tomó su laptop y se acomodó en un sofá—, además…
No, ella no iba a decir que le resultaba imposible concentrarse cuando le tenía frente a frente. De tan sólo imaginarse que podría quedarse mirándolo fijamente como la última vez… ¡Jamás!
—Y dale con tus excusas, hagamos esto. Espérame en el lugar de siempre y procura vestirte muy elegante, tengo un plan para sacarte las ganas de trabajar.
—Alto ahí.
Imposible. Colgó para no tener que escuchar sus por y contras ya que sabía que dejarla con la palabra en la boca era la mejor forma de convencerla. Se dirigió a su habitación; las paredes cubiertas de fotografías, viajes con amigos y presentaciones de conferencias; una estantería de muñecas con vestidos de múltiples estilos, unas blancas tal papel y otras brillantes cual madera de caoba; cada elemento en su lugar hasta que abrió su armario.
—Bien, esto no debería ser tan difícil.
Sacó un conjunto de blusa y pantalón color magenta a su derecha y en la izquierda un vestido gris con encajes blancos en la cintura, luego un pulóver de mangas con vuelos junto a un ajustado jeans en un brazo y lo comparó con un fino traje rojo y así siguió probándose vestuarios frente al espejo sin éxito alguno. Otra vez había perdido el orden lógico de su vida por una simple salida con esa persona.
No pasó mucho tiempo antes de que este se apareciera, retrasarse era su mejor don.
—¿Qué no somos nosotras quienes os dejamos esperando a ustedes?
—El personaje principal es el que llega de último —se le quedó mirando por unos momentos—, estás linda.
—Solamente dime para qué me obligaste a salir —acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja para disimular su sonrojo.
—Como tu inspiración está escasa, pensé que una caminata vendría de maravilla para…
—Esto no es una cita, ¿entendido Robin?
—Sí, sí, soy tu novio pero no puedo salir contigo. ¿Eso no es contradictorio?
—En primera, podemos salir y en segunda…
—Lo entiendo —interrumpió tranquilamente—. Respeto tu decisión y me lo estoy tomando con calma como me pediste… ¿pero no crees que eres demasiado tímida?
—¡Y qué culpa tengo de eso! —bufó en un puchero mientras su acompañante reía por su reacción.
—Pareces una niña pequeña, a veces dudo de que cumplieras 25 el pasado mes. Pero sabes, sigues siendo esa chiquilla de la que me enamoré perdidamente cuando era un crío.
Sonrisas se dibujaron en sus rostros y Ana no pudo evitar perderse en la mirada tentadora de Robin que apagaba sus cinco sentidos y los sumía a un raro y maravilloso estado de suspensión. Las luces de la ciudad, el barullo de los transeúntes, el ruido de los autos, nada tenía sentido. Nada…
—¿Prima, que haces aquí?
Jennie y otra chica estaban frente a los embelesados tortolitos que con tanto romanticismo se habían olvidado por completo del mundo exterior.
—¡¿De dónde has salido?! —sin darse cuanta acabó propinándole un codazo en el pecho al chico que comenzó a toser tratando de amenguar el golpe.
—Oh, ¿estás bien? —Rose acudió a su auxilio.
—No pasa nada, a veces reacciona de esa manera —soltó un suspiro de resignación, ¿por qué justo cuando iba a besarla, eh?
—Tranquila, únicamente pasaba por aquí de camino a casa. Ella es mi amiga Rose —la presentó con suma felicidad— y ellos son Robin y Ana, mi prima-hermana.
—Bueno, es mejor irnos. Espacios A+ adolescentes no esperará por nosotras —le guiñó un ojo a su amiga y la tomó por el brazo—, un placer conocerlos.
Y se perdieron entre la multitud, Rose no pretendía arruinar el momento de ambos importunando con su presencia, por lo que escogió una sabia elección a sabiendas de que la inocencia de Jennie no le permitiría entender la situación.
—Vale —la joven ruborizada le miró expectante—, ¿en qué nos quedamos?

Mi pequeño mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora