Capítulo 13: Fake Love

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Una mañana hermosa.
Durmió placenteramente en la noche luego de estudiar hasta tarde sin descanso y despertó con las energías a tope, sinónimo de un inicio de semana maravilloso. Simplemente un ''amanecer feliz".
¿O no?
—¿¡Qué!? —la alegría le abandonó cuando supo la noticia por la boca de Jisoo.
—Tal y como lo oyes, le ha pasado de nuevo.
—Y se lo dijimos, pero jamás hace caso. Ese imbécil…
''Amanecer feliz, sonríe cada día así: Ja, ja, ja". Adiós a su buen humor.
—Escúchame, si vas a ir con ese carácter mejor la consuelo yo. Por muy incauta que sea es nuestra amiga y nos toca, te lo dejo a ti porque sabes más de esto que yo; no la agobies.
Lisa se tranquilizó con aquellas palabras aunque su furia no se calmaría tan fácilmente y eso Jisoo lo entendía, después de todo cuando se trataba de Liz era imposible pensar con la cabeza fría. El actual pretendiente de la susodicha era un tanto problemático puesto a que no iba en serio sobre nada con respecto a la relación; sin embargo, el modo sutil y dulce en el cual la trataba era suficiente. No obstante, ambas compañeras supieron desde el primer momento que él rompería su ánimo en mil pedazos, era cuestión de tiempo.
—Es una broma, ¿verdad? Era descomunalmente visible para nosotras que ese no valía ni un medio —se levantó de su silla en dirección a la puerta—; no te preocupes, no la molestaré con mis opiniones.
—Debe estar en el lugar de siempre, ve con calma.
Ese odio tenía un motivo, sí, y no uno muy bueno. Ella conocía demasiado bien cuánto el corazón dolía luego de una desilusión y no podía estar más de acuerdo en echarle toda la culpa al patán que jugó con las ilusiones de su casi hermana, pero también fue su error por ser de las que deliran con el príncipe azul.
Porque los príncipes azules, jamás existieron.
Esos cuentos estúpidos de amor no tienen relación ninguna con la abrasadora realidad en la cual le das tu luz a esa persona, y después no tienes nada. En el preámbulo de la patraña pensarás que fue cosa del destino, con un simple ''hola" será suficiente para perder la cabeza y a veces, las palabras no son necesarias. Más tarde vienen las locuras, los planes, los celos sin sentido, los secretos que prefieres callar y cuando alzas la vista observas como un bonito desenlace culmina en un trágico final. Entonces te dirán que la vida sigue, que hay muchachos guapos al doblar de la esquina, pintarán con las cenizas de tu pasión un arcoíris y querrán que lo aprecies, pero lo único que verás es un garabato gris. Pasarán tantas cosas por tu mente que no sabrás cuál de todas esas opciones escoger, Lisa optó por la que quedaba.
Olvidar.
Ese odio que ahora trata de suprimir está justificado, si pudiera matar al ex de Liz, el mundo para ella sería un infierno mejor.
—Hoy desperté risueña y me pareció extraño porque es lunes y no me hacía gracia venir al colegio —su dramático tono la delató en el acto, la joven que lloraba se volteó a verla—, recuerdo que me dije a mí misma ¿qué estrella se irá a caer?
—Tus ocurrencias —se acercó a la recién llegada y la abrazó—, sabía que me encontrarías.
—Siempre lo haré.
Antes era como ella, una gran ilusa hasta que conoció a su irreal hidalgo, ese que le enseñó que también los sueños pueden volverse pesadillas. Por eso cuando la vio deprimida en ese parque bajo un torrencial de agua no pudo evitar resguardarla en su sombrilla, pues sus ojos tristes le recordaron a esa cría de 10 años carente de maldad y que ya no existía más. Entonces descubrieron Espacios A+ adolescentes, a Jisoo y a Rose, quien le trajo la salvación que tanto anhelaba.
—Sucedió tan rápido que no me percaté de ello, ¿cómo hacerlo, eh? Creí que esta vez sí era mi media naranja, pero ya ves, excesivamente perfecto para ser verdad.
—¿Fue con la tal Samanta, cierto? —tenía sospechas de esa joven, nunca paraba de mirarle y además, no se tragó jamás esa historia de ''una conocida".
—No, esa es la antigua prometida de su hermano —suspiró aliviada ante la revelación, aunque ahora estaba más preocupada porque no imaginaba quien podría ser—. Son Denis y Eloísa, están en el aula de Rose y se pelearon recientemente por él, tanto que Denis le lanzó una silla a la otra y Rose recibió el golpe. Me enteré en el hospital cuando la visité.
Espera, ¿un romance con tres alumnas de la misma escuela? Ay, ay, ay… va a correr sangre…
—Desgraciado —murmuró Lisa con las venas de las sienes resaltadas—, ni el diablo va a salvarlo del saco de golpes que le haré tragar.
—¿Qué dices?
—Nada, ¿ellas van en último año de secundaria como Rose?
—Sí —sobó su nariz con un pañuelo—. Son muchos recuerdos para borrar de un tirón, de esta no me recupero. ¿Por qué nunca puedo ser feliz con alguien, es una maldición, acaso? ¿Qué pecado pude haber cometido en mi pasado para que me castiguen así?
Estaba destrozada. Liz enamorada es como un almíbar y cuando está desilusionada un mar de llanto, pareciera que acaban de velar a su difunto marido o algo por el estilo; sin embargo, si su amiga daba con aquel idiota la escena no estaría lejos de ocurrir. Con Lisa enfada todo puede pasar.
—No has hecho nada mal, sólo que a veces esas cosas suceden y es imposible evitarlas. Sabes, si aceptaras la oferta…
—Todavía no pierdo la esperanza —la interrumpió con un semblante serio—. Sé que esto no será fácil pero tengo que intentarlo, estoy decidida a no rendirme, así y no lo encuentre en esta vida.
Eso era lo bueno de ella, lo superaba rápido pese a esto significar un nuevo intento fallido. Lisa no tenía esa fortaleza, para ella con una vez fue más que suficiente. De no ser por Rose…
—Te voy a ser sincera, tu problema no está en el presente sino en el pasado.
—¿A qué te refieres con eso? —sonrió confundida de su contestación.
—Tú no crees en el verdadero amor porque fuiste fuertemente herida, ¿o me equivoco?
Enmudeció. Tenía fama de ser directa solamente no esperaba que lo fuese tanto.
—La razón por la cual haces todas esas chifladuras es para llamar la atención de los otros y hacerte creer a ti misma que todo está bien, te obligas a ignorarlo cuando sabes que no puedes hacerlo. Los sentimientos son más fuertes que tú.
—¡No lo entiendes! —la encaró angustiada, no quería admitir que aún le amaba.
—Por supuesto que no, nadie experimenta el dolor de la misma manera —señaló su nuca—, pero sabes, podrías disminuir tu sufrimiento en vez de remplazarlo por felicidad. Mientras más tiempo cargues con todo ese dolor mayor será la ira que irá creciendo en ti, al menos que la liberes no podrás avanzar.
Su tensado cuerpo regresó a la tranquilidad de antes, Rose prosiguió.
—O liberas esas emociones negativas que comprimes en el fondo o aprendes a manejarlas, porque créeme, tarde o temprano un día perderás el control… si ves a alguien pasando lo que pasaste tú.
Por eso había escogido olvidar, ya que aceptarlo no estaba en sus planes: tenía que arrancarlo de su corazón de la manera que fuese. Entonces el amor se tornó odio, se acumuló en su subconsciente y ahora se manifestaba en forma de alegría, pero cuando veía a Liz pasar por esos malos momentos las palabras de ella venían a su mente.
—Escucha… —calló por unos segundos y le sonrió cálidamente—, sea como sea estaremos aquí para ti.
«Nunca le encontrarás», quiso decirle, pero no deseaba ganarse las reprimendas de Jisoo, aún sabiendo que si daba con el malnacido ese igual su amiga le echaría la bronca; era inaludible.

Mi pequeño mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora