Capítulo 18: Outro: Tear

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La gran mayoría reía ante la no muy agradable escena, aunque para ellos resultaba súper graciosa, simplemente encantadora. Michel iba tarareando una canción que apenas era entendible para Jennie, cuyos gritos eran opacados por insultos sin sentidos o frases denigrantes hacia su persona.
"Estabas advertida", esas fueron las palabras del líder antes de que la agarrara del pelo y comenzara a arrastrarla por todo el piso, desde las escaleras hasta el salón de clases. Era un recorrido corto pero doloroso, sin dudas la presión ejercida en sus cabellos la dejaría al menos semi calva. De nada valieron las súplicas de la desdichada porque su verdugo no parecía oírlas, y menos los espectadores que pedían más y más diversión. Su uniforme estaba desarreglado, la mochila apenas recordaba dónde la habían tirado, su mañana normal terminó por transformarse en el inicio de su peor pesadilla. Cuando al fin la dejaron en paz, estaba frente a la última persona que esperaría ver.
—¿Adivina qué día es hoy? Mi cumpleaños número 13, mamá está hablando con todo el profesorado ahora mismo para festejar la fiesta en la escuela, pero antes viene la que se le hace al invitado de honor.
Alexandra estaba espléndida, su característica melena roja estaba lisa, traía puesto unos aretes de perlas y las uñas pintadas en un color mate; pero algo la perturbaba, la felicidad de su víctima.
—Por tu culpa mamá casi me hecha la bronca ayer, ¿sabes que bajé mi promedio cuando tú subiste el tuyo? Veo que no te he fastidiado lo suficiente, tanto que ya se te olvidó tu lugar —la fue acorralando a una pared, trató de huir por una abertura pero esta la agarró fuertemente del brazo.
—¡Basta! ¿Qué quieres de mí ahora? ¿No te basta lo miserable que has hecho mi existencia? —colapsó en llanto.
—Hey, recuerda que eres virgen no una santa —los jolgorios maliciosos no se hicieron esperar—; chicos, olviden ese dato, ¿sí?
«Maldita desgraciada, ¡suéltala!», escuchó en su cabeza la voz alterada de "ella", que sentía el miedo creciente de Jennie y por primera vez podía ver el martirio al que la sometían.
—¡Déjame!
Accidentalmente hizo que la perpetradora se lastimara una de sus brillantes pesuñas postizas lo que le causó un chocante gemido de dolor.
—Vaya, vaya… ¿qué tenemos aquí? —Michel pretendió meterse en la pelea pero la risa psicópata de la rival le detuvo, jamás la había visto tan demente.
—Tranquilo, hombre —evidentemente uno de sus dedos sangraba—… ¡que a esta bastarda la mato yo!
Le propinó un puñetazo en la cara a su contrincante y esta instintivamente se tocó el rostro para abalanzarse presa de la ira sobre Alexandra. "Ella" estaba tomando el control sobre el cuerpo de Jennie, así que aprovechó para herirle todo lo que pudo ocasionándole gran daño. Iba a vengar a su "otro yo" por el constante sufrimiento que le obligó a soportar durante tantos años, esas noches sin dormir deprimida en la cama, los intentos suicidas que tuvo que presenciar. De no ser por aquella canción quizás Jennie seguiría siendo la misma niña atormentada de antes y no habría hallado la fuerza para enfrentarse a sus turbaciones. Los BTS, Espacios A+ adolescentes, sus amigos, Rose… Pagaría la generosidad de estos con sus propias manos.
«¡Para, la matarás!», los ruegos de su lado más débil no le permitían concentrarse, aunque tenía que admitir que no era una mala idea. Su cabeza comenzó a dolerle terriblemente, señal de que su tiempo se estaba acabando. «Espera, ¿por qué lo haces?», le reclamó confundida, habiendo perdido el domino de la situación sólo podía limitarse a observar.
—¡Tu adversaria soy yo! —haló su cabellera haciéndola volver al mundo real, no obstante, esta no tenía ni mínimamente la habilidad combativa de "ella" por lo que estaba en evidente desventaja.
«¡Jennie, Jennie, Jennie!», su mente daba vueltas y vueltas. Todavía podía evocar los momentos tan maravillosos que vivió al lado de su ex mejor amiga, esa que la estaba golpeando al punto de sacarle el líquido orgánico. Las muñecas con las que jugaban, los sueños que compartían, las materias que reprobaban, cada imagen dulce se tiñó de negro en un chasquido de dedos. Y después de eso, nada fue igual. Alexandra le escupió en la cara luego de muchas groserías y garrotazos, de modo que Jennie experimentara en carne propia un poco de su propia medicina.
—Pero si no hecho más que hacerte lo mismo que me hiciste a mí —la veía sollozar en sus manos—, no debería dolerte, yo sólo te la devolví.
«Pelea, hazlo, no tiene derecho en ti, no permitas que te engañe», "ella" yacía impotente al estar siendo la espectadora de aquella atrocidad, de la que sus compañeros de clases se desternillaban ansiosos de tener mayor alborozo.
Producto del forcejeo entre ambas y gracias a la poca resistencia de Jennie, su rival logró tirarla al suelo pero para su sorpresa, no se levantó. Pataleó su vientre muchas veces, sin embargo no obtuvo respuesta alguna.
—¿Qué, te harás la desmayada para que me detenga? ¿Sabes cómo se pondrá mi madre cuando me vea así de fea? Igual le diré lo que pasó, que te viniste sobre mí así de la nada —sonrío gloriosa sabiendo que fácilmente le creían la mentira.
—¡Oye, te están hablando! —Michel volteó el cuerpo magullado y una expresión de pánico inundó a la clase.
Jennie no respiraba, no reaccionaba y un torrente de sangre brotaba de su cabeza; la invitada de honor ya no formaba parte de la fiesta.

***

Corrían de un lado a otro buscando el recinto correspondiente hasta que la mayor se detuvo de súbito frente a una puerta. Tragó saliva, tiró de la manilla y la abrió temerosa; había despertado.
—¿Estás bien? Me quedé de piedra cuando tu prima-hermana nos llamó diciéndonos que estabas en el hospital —Liz se mostraba evidentemente preocupada ya que conocía de medicina y tenía una idea sobre el estado de la ingresada.
—Es un milagro que no hayas tenido ninguna afectación neurológica, tu cabeza sufrió mucho daño y también tu abdomen —expuso la chica detective.
—¡QUÉ DEMONIOS ESTABAS PENSANDO!
Jisoo calló a Lisa cuya voz alarmó a las enfermeras que pasaban cerca, por suerte estas no precisaron bien la procedencia del grito.
—No le hables de esa forma, ella no es uno de los ex de Liz ni nada de eso —se disculpó apenada.
—Lo sé, pero esta niña me ha dado el susto de mi vida. Se suponía que estaba practicando una coreografía, ¿cómo acabó entre cuatro paredes y un montón de exámenes médicos?
—Lisa, tranquila, solamente resbalé por las escaleras… —trató de bajarle los sumos—. ¿Y tanto sufrieron tus extremidades superiores en el acto debido a una caída? —agregó esta eufórica.
—Dependiendo del tropezón es el tamaño de las heridas, todos sus compañeros lo han confirmado y los doctores esperan los resultados de las pruebas que corroborarán esto. Estás formando una tormenta en un vaso de agua.
Rose cambió en cuestión de segundos la perspectiva de las presentes, cosa que la paciente agradeció a través de su lenguaje corporal.
—Ya verás que saldré de aquí antes de lo que canta un gallo, te lo prometo —tomó sus manos y le dedicó una sutil sonrisa.
Se abrazaron como si no se hubieran visto en siglos, a excepción de Rose a la cual algo le molestaba. Ella sabía perfectamente que Jennie no cometería tal imprudencia al caminar y menos con la exposición de los talleres al doblar de la esquina, ¿entonces cómo explicar aquel desliz? Eso y la vibra que transmitía, era como si faltara alguna cosa, ¿pero qué? De todas formas no podía perder el enfoque, ya había transcurrido bastante desde su último informe y poco a poco había reunido información suficiente de su juguete; el momento justo para que el recolector de huesos trabajara. Convencida de que sus preocupaciones eran en vano, abandonó la habitación al finalizar el horario de visitas.

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