Seis

355 14 3
                                    

Aplico maquillaje a la parte trasera de mis muslos para ocultar lo rojo, porque si me agachaba, quizá la gente sería capaz de ver las marcas. Y no quería que la gente me preguntara al respecto. Después de refrescarme, salgo de mi habitación después de que Lydia se fue y se dirigió a la cena. Camino enérgicamente y paso por la puerta abierta que nos lleva arriba, a la sala de estar.

Mientras camino, una mano se asoma por la abertura de la puerta y se sitúa sobre mi boca. La otra mano de mi agresor se coloca alrededor de mi cintura, jalándome por el marco de la puerta.

Empiezo a gritar, pero mi voz es amortiguada por la mano, después escucho—. Shhh, solo soy yo.

El agarre del señor Tomlinson es fuerte y me empuja contra la pared más cerca, de tal modo que la observo y no puedo ver detrás de mí. La puerta se cierra con un leve clic.

Un estremecimiento inesperado fluye a través de mí.

—¿Qué está haciendo? —le pregunto mansamente cuando aparta su mano de mi boca, pero después sujeta mis caderas con ambas manos. Me presiona contra la pared y doy un respingo.

—Te escuché a ti y a tu compañera de cuarto, gritando antes en tu habitación. —susurra en mi oído y me congelo.

Todo mi cuerpo se tensa con pavor y después mi respiración se agita. ¡Debe saber que estuve diciendo palabrotas! Sabía que no podría soportar otro castigo tan pronto.

—Escuché a Lydia gritar algo repetidamente. Y eso llamó mi atención. —Sus labios rozan mi oído mientras habla suavemente así nadie nos escuchará.

Todo mi cuerpo se estremece. Me asusta lo segura que soy normalmente, pero cuando el señor Tomlinson está cerca, me siento mansa y sumisa y exactamente como la pequeña estudiante traviesa como debería sentirme.

—¿Recuerdas lo que ella dijo? —me interroga, pero me quedo en silencio, mayormente porque no puedo hablar cuando sus dedos se hunden en mis caderas como ahora. Siento que presiona más fuerte mi estómago contra la pared y hago un diminuto sonido cuando siento su virilidad presionada en mi espalda.

¿Dónde encontró la señorita Whickam a este profesor?

—Te gusta esto ¿verdad? —murmura suavemente y una de sus manos se desliza por mi estómago.

—Eh... estoy bastante segura que no. —vacilo y espero que no note lo inquieta que estoy.

—Admítelo, escuché a Lydia gritar desde el fondo de sus pulmones que te gusta ser azotada dulzura. —dice con una voz perturbadoramente seductora.

—Oh Dios mío... ella me estaba acusando y tratando ser una... imbécil. Ella estaba imaginando cosas. —Trato de que lo entienda.

—¿Oh? —responde sencillo, esperando que continúe.

—No es cierto. Ella solo estaba tratando de avergonzarme. —susurro en defensa.

—¿Estás segura que no es verdad? —pregunta detrás de mí, su aliento roza mi oído e instintivamente tiemblo.

¿Estoy segura?

—Estoy... segura. —Trato de liberarme de la presión de él contra la pared, pero no me deja escapar.

—Tengo el presentimiento que te gusta cuando te azoto. Solo que eres muy tímida para admitirlo. —La mano que estaba en mi cadera se mueve hacia mi trasero y la deja ahí.

—Sí hay una cosa que debe saber sobre mí, es que no soy tímida. —digo con firmeza, removiéndome y apartando su mano.

—Lo eres cuando se trata de temas sexuales. —puntualiza y me sonrojo.

Predicaments of a Schoolgirl | españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora