Nueve

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Salgo con prisa del invernadero después de que él se marcha y camino por el sendero hacia la mansión. Dentro, me dirijo directo a mi habitación por bragas limpias. ¿Por qué rayos tomó las mías?

Una vez en mi habitación, busco dentro de mi armario y saco un par limpio de bragas rosas. Las subo por mis piernas y cuidadosamente las deslizo por encima de mi trasero debajo de mi falda.

—Santo Dios, Violet ¿a dónde se fue tu ropa interior? —comenta Lydia y me sobresalto. Ni siquiera me di cuenta que estaba recostada en su cama.

—Eh... —vacilo con culpa—. Olvidé colocarme un par esta mañana.

—Psh. ¡Si claro! —ríe—. ¿Dónde estuviste?

—Afuera.

—¿Con quién? —insiste.

—¿A qué te refieres con quién? —pregunto exasperada.

—Estabas con el señor Tomlinson ¿verdad? —pregunta traviesamente.

—Claro que no.

—¡Pero si estabas! ¡Lo sé! Estuvo buscándote así que le dije que estabas afuera. —me dice.

—¿Tú le dijiste eso? —me trabo. Todo esto es su culpa. Tuve que pasar por otro castigo humillante solo porque Lydia habló.

—¡Sí, así fue! Incluso le dije "accidentalmente" que estabas en el árbol. Apuesto a que estas complacida. ¿Te azotó? ¿Fue duro contigo? ¿Cuántos azotes te dio? Te gustó ¿verdad? ¡Oh debes quererme mucho! —Sigue hablando mientras yo me quedo de pie, furiosa con ella por ser la causa de mi castigo. Ella ni siquiera lo entiende.

—¡Qué jodido infierno Lydia! —espeto furiosa—. ¡No me gusta ser azotada! Metete eso en tu estúpido cerebro de algodón. No me gusta se azotada. ¡Ahora deja de meterme en problemas! Detesto cuando él me golpea ¿de acuerdo? Es humillante y no tienes idea por lo que me hace pasar.

Lydia de pronto se sobresalta, boquiabierta—. ¡Así que te azotó! ¡Lo sabía, lo sabía! Oh Dios mío ¿qué se siente tener a ese apuesto hombre teniendo control de tu trasero?

Estoy muda. Ni siquiera puedo percibir que piensa ella. Esta loca. Completamente loca. O quizá la señorita Whickam le lavó el cerebro. Y no puedo creer que accidentalmente le conté que nuestro maestro de biología me castiga.

—Lydia no tienes idea de lo que dices. Ni siquiera se te ocurra meterme en problemas a propósito de nuevo ¿entendido? Él es cruel y me humilla mucho. Por favor. —le suplico.

—Nop. —ríe e ignora la mirada de ira que tengo en ella —. Voy a contarle cada vez que rompas una regla. Me agradecerás más tarde, cuando te hayas tragado tu orgullo y aceptado tus verdaderos sentimientos sobre esto. Puedo decir que te gusta ser azotada.

—Te detesto. —gruño.

—Eso es horrible. Se supone que no debes decir que detestas a la gente. Te lo estoy advirtiendo. —Frunce el ceño hacia mí y después sus ojos se fijan en la puerta.

Camino al otro lado del dormitorio, prácticamente volando para sujetar la puerta primero y luego poner mi cuerpo al frente, bloqueando la salida de Lydia. Ella se detiene, pero después trata de todas formas de girar la perilla mientras yo la sujeto con fuerza y le pongo el seguro.

—¡Espera un minuto! Solo espera. ¿Puedes escucharme? ¡Es en serio Lydia! —le grito a ella y después la empujo lejos.

Ella retrocede, sorprendida y después cruza sus brazos con una sonrisa en su rostro—. Oh vamos Vi. Deja de negarlo.

Predicaments of a Schoolgirl | españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora