Trece

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No me percato que me dormí hasta que mis ojos se abren de golpe por el ruido de un grito desgarrador rompiendo el silencio de la tarde. Salto del lugar donde estaba apoyada contra un gran roble y sonrío de oreja a oreja por la ventana abierta en el segundo piso. Lydia descubrió mi regalo.

Ella continúa gritando y puedo escuchar cosas rompiéndose. Después los sonidos se apagan mientras probablemente ella sale de la habitación. Creo que la escuché chillar mi nombre, pero no estoy segura. Probablemente me culpará, pero no tiene ninguna prueba de que lo hice. Y eso causa que una sonrisa triunfante se plasme en mi rostro.

Me encamino al interior donde todo es un caos sorprendente mientras todo el mundo corre en el auxilio de Lydia porque aún grita a pesar de que ahora ella está un piso abajo lejos de los insectos. Finjo lucir preocupada como las demás mientras me quedo en la parte trasera de la multitud de las chicas y los maestros que rodean a Lydia.

Ella tropieza en un escalón y se sacude violentamente mientras solloza en sus manos. Es cuando la señorita Whickam aparece y se sitúa junto a Lydia, sentándose y frotando su espalda con gentileza.

Lydia, cariño ¿qué sucedió? —pregunta la mujer.

Ella examina a la multitud y sus vigilantes ojos se fijan en mí. Me da una mirada y finjo hacerme la desentendida. Ella siempre sospecha que es mi culpa porque soy una de las pocas que hace cosas estúpidas como esta.

—¡Violet! —chilla Lydia—. ¡E-ella puso un millón de insectos en mi habitación! ¡Están por todas partes! —Sacude a la señorita Whickam y llora patéticamente.

No digo nada, esperando que la tormenta pase sin tener que culparme. Pero incluso si me acusan, valió la pena después de ver todo el horror de Lydia.

—¿Cómo sabes que se trata de Violet? —cuestiona la directora a la chica sollozante.

—¡Ella es la única que haría algo así! ¡Me detesta! —Lydia se lamenta, levantando sus manos en el aire dramáticamente.

—No hice nada. —protesto. Mientras el señor Tomlinson baja las escaleras, percatándose de toda la escena. Arquea una ceja hacia mí.

—¡Incluso ella me dijo que haría algo horrible y mire! ¡Puso insectos en mis cajones! —La chica me observa con disgusto. Y es ahí cuando sé que ella lo sabe; la guerra comenzó.

—Quizá tenga algo que contribuir en este asunto. —dice Stephanie, levantando su mano. Ella me sonríe y observa antes de declarar—, personalmente vi a Violet entrando a su habitación con un frasco lleno de aterradoras alimañas. Y cuando ella salió, el frasco estaba vacío.

Mi estómago se retuerce y la quemo viva con mis ojos. Maldita traidora. Sabía que debería haber puesto crema depiladora en su shampoo hace mucho tiempo.

Siento los ojos de todo el mundo en mí y me remuevo incómoda. La habitación está en silencio excepto por los sollozos de Lydia. Estoy segura de que solo está fingiendo ahora para llamar la atención.

—Violet. —La señorita de Whickam me da una mirada fría mientras pronuncia mi nombre con autoridad —. Dime la verdad. Y elije tu respuesta con cuidado, porque estás en peligro de recibir un castigo muy severo. ¿Pusiste o no los insectos en los cajones de Lydia?

Muerdo mi labio con nerviosismo, sabiendo que fui atrapada. Si lo negaba, ella diría que estoy mintiendo y me castigarían más, pero confesar un crimen es tan humillante. De todas formas, mientras observo al señor Tomlinson, quien está tratando de ocultar una sonrisa divertida, decido que lo mejor para mí es ser honesta y no complicar las cosas para mí. No le daré a Lydia la satisfacción y quizá también estaría orgullosa de mi acto de odio hacia ella.

—Sí, yo lo hice señora. —respondo confiada y la mirada de Lydia no tiene precio.

Las chicas empiezan a susurrar entre ellas y me señalan y miran. Juro que escuché algunas risas como si estuvieran burlándose del hecho de que sería azotada... de nuevo. ¿Qué sucede en esta escuela?

—Señoritas, retomen sus actividades y alguien tráigale un helado a Lydia. Violet, ven conmigo. —La señorita Whickam se pone de pie y le da al señor Tomlinson una mirada y la sigue caminando en mi dirección. Ella sujeta mi brazo y me jala en su dirección, sus afiladas uñas se hunden en mi piel. Llegamos a la puerta de su oficina y me suelta—. Quédate aquí y no te muevas.

Ella y el señor Tomlinson entran y cierran la puerta. Probablemente discuten mi castigo. Me quedo parada ahí, obedientemente por un rato mientras escucho que sus voces se elevan. Viendo a ambos lados del pasillo me acerco más y presiono mi oído contra la puerta de madera.

La señorita Whickam espeta—. ¡Me obedecerá o haré que se arrepienta!

—Quizá no quiero hacer cosas así nunca más. —replica el señor Tomlinson.

—Es mi palabra final y hará lo que yo diga. Discutiremos su comportamiento más tarde y confíe en mí, no le gustarán las consecuencias, como sea la joven duquesa está afuera esperando para ser castigada. Así que salga de aquí y ¡haga bien su trabajo por una vez bien! —grita furiosa.

Pasan diez minutos y finalmente la perilla de la puerta gira y retrocedo, admirando casualmente una espantosa pintura en la pared. La puerta se abre y el señor Tomlinson sale solo. Camina hacia mí y se detiene en frente mío, así que retrocedo. Siento la pared detrás de mí mientras lo hago y choco con la pintura, haciendo que se mueva. Luce irritado mientras coloca sus brazos por encima de mis hombros y arregla la pintura.

—Entonces. Fuiste traviesa de nuevo Violet. A mi oficina. Ahora. —No hay ninguna sonrisa en su rostro como siempre y siento la ansiedad aumentar mientras me alejo de la pared y corro hacia su oficina con él siguiéndome. Sus pesados pasos casi me asustan.

Cuando llego a su oficina abro la puerta y entro, bajando la velocidad de mis pasos mientras me acerco a su escritorio. Vacilante, me volteo y miro el piso.

Él entra y le pone el seguro a la puerta, caminando alrededor de su escritorio y se sienta en su silla—. Ven aquí.

Obedientemente, camino apenada hacia él, poniéndome más nerviosa con cada segundo. ¿Por qué no creo que ser castigada por él de nuevo era la gran cosa?

—¿Por qué estás siendo castigada? —me pregunta intencionalmente, colocando sus manos por encima de su regazo mientras me estudia.

Uso mi pie derecho para rascar mi tobillo antes de contestar—. Le hice una broma a Lydia.

—No fue solo una broma inofensiva. Deliberadamente trataste de aterrorizarla, sacarla de sus casillas tan como Lydia dice. Y triunfaste fantásticamente debo agregar. Ella es un desastre. ¿Qué más hiciste? —Me observa calmado mientras yo juego nerviosa con mi cabello.

—Yo eh... —¿Qué más hice? ¡No puedo recordar! —¿Había algo más señor?

—Es ciertamente que sí. Dime que fue.

—N-no lo recuerdo señor. —tartamudeo, me preocupo por lo que él haría si yo no lograba recordar.

—¿No lo recuerdas? ¿Por qué no refrescas tu memoria? Ven aquí. —dice y espera que obedezca.

Confundida, me acerco a él, pensando porque no quiere que me incline sobre el escritorio. Se impacienta y después sujeta mi brazo y me jala hacia él.

—Recuéstate sobre mi regazo. —me ordena y doy un respingo.

—¡Pero señor! No puede- —empiezo, pero me interrumpe.

—Sin peros. Los traseros son para azotar. Ahora ponte en mi regazo. —Me dice y después usa sus fuertes brazos para forzarme a estar encima de su regazo. Prácticamente caigo sobre sus piernas y me quedo atónita.

© BlankSpacesOfTime

Algo me decía que Violet terminaría siendo descubierta... al menos Lydia recibió su merecido.

¡MUCHAS GRACIAS POR SUS VOTOS Y COMENTARIOS!

Predicaments of a Schoolgirl | españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora