Cinco

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—Estás húmeda Violet. —me informa el señor Tomlinson.

—Pero... —Empiezo a negarlo, pero después siento que algo gotea por mi pierna.

Estoy más que mortificada. Ni siquiera puedo formar una oración.

—Te gustó ¿verdad? —Me cuestiona curiosamente, pero hay algo en su voz que me pone ansiosa.

—¿Qué? —respondo después de un rato, confundida.

—Creo que te gustó. Porque todo esto... —hace pausa y después siento su dedo deslizarse por mi humedad—, me dice que lo hiciste.

—¡Señor Tomlinson! —Giro mi cabeza y lo perforo con la mirada mientras levanta el dedo cubierto con mi excitación.

—¿Lo hiciste? —pregunta de nuevo, su voz es levemente temblorosa.

—¿Hacer qué? —espeto.

—¿Disfrutarlo?

—No lo hice. Y apreciaría si nunca me toca ahí de nuevo. —exijo.

Levanto la mirada, respirando pesado y revisando su cara. Esta esforzándose por mantener una expresión neutra y creo que es un bastardo sin corazón. Pero entonces su mirada se encuentra con la mía y aparta sus manos de mí.

—En el futuro, no me desobedezcas. —Es todo lo que dice antes de caminar hacia la puerta y salir abruptamente de la habitación.

Frunzo el ceño y estabilizo mi respiración. ¿Por qué siempre me deja aquí después de azotarme?

***

Regresa veinte minutos después y estoy recostada, entumecida sobre el escritorio, completamente mortificada. No tenía el derecho de tocarme ahí y si lo hace de nuevo, lo contaré todo.

El señor Tomlinson me quita las esposas y libera mi cintura—. Eres libre. La siguiente vez, espero que sepas la respuesta a las preguntas que te haga.

—Sí, papi. —digo tranquilamente y evito sus ojos mientras me coloco las bragas en su lugar y acomodo mi falda.

Detesto la forma que mis bragas se mojaron con la humedad que se acumuló ahí abajo. Es una sensación a la que no estoy acostumbrada y no sé porque ocurrió. Mi trasero y muslos están ardiendo y mi orgullo ha sido hecho añicos.

Cuando sujeto la perilla de la puerta, cuestiona a propósito—. ¿No estás olvidando algo?

Volteándome, recuerdo a tiempo—. Gracias por azotarme.

Salgo por la puerta, cerrándola rápidamente y corro hacia la gran escalinata. Voy de dos en dos por los escalones, a pesar de que está en contra de las reglas. De cualquier forma no hay nadie cerca. Solo quiero alejarme de él y la rareza siempre emana estando en su presencia.

Y él me tocó... ahí abajo. No sé como sentirme al respecto. ¿Simplemente es un pervertido? Cualquiera que sea la razón detrás de sus acciones, me hace sentir completamente incómoda así que empujo el recuerdo al fondo de mi mente.

Corro por el pasillo, mi corta falda se balancea por el paso rápido y finalmente llego a mi habitación. Giro la perilla y entro, cerrando con suavidad. Lydia está tumbada sobre su estómago encima de su cama, sus pies están en el aire, mientras lee el libro de texto de humanidades. Ella se voltea y se percata de mi presencia mientras aparta su cabello castaño de sus ojos.

—¿Dónde estuviste? Apenas te vi los días pasados, sin contar ayer cuando básicamente tú duermes todo el día. —me pregunta, bajando su libro—. ¿El señor Tomlinson te envió con la señorita Whickam?

Predicaments of a Schoolgirl | españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora