Presente

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Y ahí se encontraba otra vez siendo presa de el quinto alfa que venía a saciar sus instintos, ya no llamaba a su supuesto alfa, ya no lo sentía como suyo, sus ojos se encontraban vacíos y ya no se quejaba cuando los alfas arremetían en su interior o cuando la marca le mandaba espasmos, todo le daba igual pero necesitaba seguir existiendo, porque a pesar de sufrir tanto y sentirse tan basura, tenía aun esa pequeña luz en su oscuridad que era su cachorro, él ya había conocido a su cachorro y no se daría por vencido tan fácilmente, quería seguir conviviendo aunque sea pocas veces con su pequeño alfa Kakoru.
Era pasado medio día, el sol ya iba ocultarse pronto vendrían a "bañarlo" que bueno era simplemente tirarle un balde de agua helada encima para dispersar las feromonas del sexo, y así poder a disfrutar unos pocos minutos con su cría.
Poco después Ren bajó personalmente a verlo para llevarlo al piso de arriba, Tabiki no podía caminar, estaba muy débil y le faltaban fuerzas para poder hacerlo así que Ren lo llevaba arrastrando del brazo durante todo el trayecto, Tabiki siempre miraba detalladamente todos los lugares por los que pasaba, quería asegurarse que su cachorro estaba bien en esa casa y que todo estaba adecuado para él, y si! Efectivamente, la mayoría de mesas ya tenían bordes de plástico redondo en sus filos para que cuando Kakoru aprendiera a caminar y a ser un niño juguetón, no chocará en los filos, la simple idea de imaginar a su pequeño correteando por esa enorme casa siendo perseguido por su padre alfa mientras el los observaba le hacía sentir feliz, y también esperanzado al querer llegar a ver esa escena algún día, sus pequeñas ilusiones se desvanecieron en el camino, cuando a propósito Ren le jalo hasta que su cabeza fue a parar en un borde puntiagudo haciéndolo chillar de dolor cubriendo la herida, y recordó que esas ilusiones solo eran eso, ilusiones que no iba a poder disfrutar nunca. Cuando llegaron al cuarto del bebé que era muy bonito, tenía las paredes pintadas de un azul pastel muy bonito, del techo colgaba un bonito candelabro en forma de muchas estrellas, pegado en una pared había una cómoda blanca donde debía estar la ropita del pequeño y muchos peluches y juguetes encima, al otro lado en un pequeño mueble estaban los pañales, las toallas, y los biberones con fórmula, pero lo que a Tabiki le parecía muy hermoso era la cuna que en un futuro podía ser cama y la linda mecedora blanca que se encontraba junto a la cuna, otra idea se le cruzó a la mente, de él cargando a su bebito en esa bonita mecedora mientras le cantaba alguna canción o lo envolvía de amor maternal, que solo él podría darle, sus apagados ojos brillaron con el pensamiento, sin dejar de ver la mecedora. Obviamente esto no paso de ser desapercibido por el alfa, pero la verdad no tenía en ese momento el afán de molestarlo así que solo lo soltó del brazo para dejarlo sentado en el suelo, y se acercó a su cría para llevarlo hasta los brazos del omega que esperaba
ansioso con sus ojitos heterocromaticos brillando.
Lo cargo con delicadeza y como ya era costumbre, el bebé sonrió y Tabiki gustosamente lo envolvió con su olor. Ren solo observaba la escena, la verdad es que en su poco raciocinio que tenía, sabía que hacía mal al alejar tanto al cachorro de su madre, pero su ego y orgullo de alfa siempre ganaba y por eso seguían en ese injusto bucle de malas acciones que él no lograba romper.

-No bebé, no puedes hacer eso cariño, mamá no tiene nada ahí, no lo chupes corazón. Kakoru...! No lo chupes, no sabes por donde a pasado eso.

Kakoru comenzó a llorar, llamando la atención de su padre alfa que se había quedado pensando en nada, como un reflejo, solo le arrebato al bebé de los brazos de Tabiki y sin pedir explicación de porque su cría lloraba, se dedico a golpear con sus pies a Tabiki mientras Ren solo mecía al bebé tratando inútilmente de callar su llanto, Kakoru lloraba más, al saber que su madre estaba sintiendo miedo y dolor solo le hacía llorar más y es que se podía sentir en el aire el dolor y el miedo que Tabiki siempre sentía, y bueno Kakoru nunca había sentido el miedo de su madre siempre que Tabiki iba a verlo lo envolvía de feromonas felices maternales que solo una madre podía dar a su cría.
El llanto del pequeño no paraba, y ahora no era solo un llanto, sino también el de Tabiki que ya llevaba tiempo siendo golpeado. Tabiki no tuvo otra opción, no quería seguir escuchando a su bebé llorar por su culpa y quería que Ren se detuviese para que pueda calmar al bebé adecuadamente. Uso el llamado.
Un chillido resonó en las cuatro paredes de la habitación y los ojos de Tabiki ahora eran amarillos con la pupila alargada, Ren se había detenido pero el llanto de su cría no cesaba. Tabiki había invocado a su omega.

-Detente alfa! Cachorro esta llorando pero no lo atiendes completamente solo haces que llore más... Agh!!

Un último golpe en su rostro y Ren se retiró a calmar a su cachorro, Tabiki había vuelto a la normalidad y ahora estaba más tranquilo ya que su hijo estaba siendo consentido. Soltó lo que más pudo sus feromonas maternales, y el pequeño alfa río en los brazos de su padre y con toda la inocencia que aun conservaba un pequeño ser de ahora 8 meses volteó a ver a Tabiki quien desde el suelo con su cuerpo débil sonrió con pesadez a su cachorrito.
Ya de noche se encontraba nuevamente en la cárcel que le habían asignado mucho tiempo atrás respiraba lo mas que sus pulmones podían soportar, después de la visita a Kakoru el alfa no se había detenido, otra paliza le estaba esperando. Su lobo Tori daba todo lo posible para que Tabiki se recuperara lo más rápido, pero se complicaba, Ren también usaba su fuerza de lobo para herirlo y su curación no parecía querer ayudarle. Estaba agonizando, esperaba desesperadamente que Ren lo ayudara....
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Continuara....

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