Recuerdo lo hermosa que era mi casa en Drogheda.
Vivíamos en la avenida Crushrod, muy cerca de la iglesia de nuestra señora de Lourdes, acudíamos todos los días a las cinco de la tarde.
Extraño esos días de mi niñez, la familia estaba más unida que nunca, mis padres se encargaban de la casa todas las mañanas, y por las tardes atendían el pub hasta las tres de la madrugada.
Para mí era muy fácil hacer mis deberes, cruzar la calle y dejar a mi hermanito en la escuela de St. Patrick a las seis y correr al final de la calle para llegar temprano a mi escuela, el instituto de St. Brigid's para niñas.
Nunca me interese en los chicos durante mi infancia y adolescencia. Los hombres en mi país y más en mi provincia eran muy extraños, solo se interesaban por la cerveza y las mujeres fáciles. Yo tenía mi prototipo de hombre ideal, trabajador como mi padre, inteligente como alumno y sofisticado para su edad. Estaba convencida de que cuando entrara a la universidad entonces lo encontraría, pero esa idea se vio interrumpida una noche antes de la feria de universidades en mi escuela.
—Ale, trae a tu hermano abajo, su padre y yo debemos darles una noticia —Exclamó mi madre.
Mire al reloj del pasillo, había salido de mi habitación para ir por algo de agua a la cocina, eran las siete de la tarde, para mis padres eso ya era tarde para abrir el pub, se me hizo extraño que mi madre aún estuviera aquí.
Los viernes eran de los días más concurridos, mucha gente buscaba un lugar para beber y el nuestro era de los preferidos de la zona.
—¿No ya deberían ir a abrir el pub? —Pregunté un tanto confundida.
—Hoy no abriremos, solo ve por tu hermano, los veré en la sala de estar. —Contestó mirándome con preocupación y sin darme tiempo de responderle se fue.
Admito que me enoje un poco, los había escuchado hablar días antes sobre las cuentas de la casa y los gastos del hogar, no parecía que tuvieran todo el dinero del mundo como para darse el lujo de no abrir su local y quedarse en casa a descansar.
Subí las escaleras de vuelta a mi habitación que incluso olvidé el vaso de agua por el que había bajado. Toque con fuerza tres veces a la puerta de mi hermano menor, seguro estaba viendo alguna revista pornográfica o visitando páginas web que mamá señalaría como inapropiadas, era lo más normal para un niño de 15 años.
—¡Bobo! Mamá dice que bajes, tienen una noticia que darnos en la sala, apresúrate. —Grite desde el pasillo.
Me di la vuelta y bajé las escaleras de nuevo, me dirigí a la sala de estar donde mis padres ya estaban esperándonos. Mi madre sentada en el viejo sillón verde cubierto de plástico para que no se dañara, y mi padre de pie junto a la chimenea que llevábamos meses sin prender.
Escuche los pasos apresurados de mi hermano bajando las escaleras, pero me sentí un poco intimidada, parecía una de esas escenas en donde nos revelarían un secreto oscuro de familia, algo así como un tercer hermano o que en la casa ocurrió un asesinato en serie, no lo sé, mi mente daba muchas vueltas que me quede parada justo frente a ellos.
—No vuelvas a interrumpirme así Ale, estaba estudiando —Exclamó mi hermano.
Escuche lo que dijo muy cerca de mí, pero no preste atención, no estaba para discutir con un quinceañero sobre temas triviales. Mi mirada seguía fija en el centro de la sala, como si esperara que lo dijeran, que al menos ya se atrevieran a decir palabra alguna.
—¿Y bien? —Preguntó mi hermano rompiendo el silencio.
—Hijos, tomen asiento, su padre y yo les diremos algo importante —Exhaló y relajo el rostro replegándose en el sillón.
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Encuentro insaciable
RomanceAleidis una joven tranquila y reservada durante toda su vida decide que es momento de cambiar, junto con su pareja se envuelven en una etapa muy prolífica para su vida sexual. Todo marchaba bien hasta que los juguetes y las posiciones nuevas se hic...