Pasaron dos horas hasta que el auto de Johan parco a la entrada de la casa. La mañana había dado paso a la tarde, y las nubes ocultaban los pocos rayos de sol que se dejaban ver esos días.
En temporada de invierno el clima descendía hasta los 5 grados en Boulder, la nieve ya había comenzado a caer y la víspera de navidad se sentía próxima.
Faltaban solo siete días para navidad, muchas personas salían a comprar sus árboles y decorados para sus hogares.
Johan y Valle cruzaban la puerta, tranquilos como si se tratase de otro día cualquiera, entonces al cruzar lo primero que vieron su a Aleidis en el sofá con una botella de vino semivacía.
—¿Aleidis? —Preguntó Johan, extrañándose del recibimiento.
—¿Qué sucede aquí? —inquirió Valle, quitándose el abrigo.
Aleidis levanto la botella de vino y bebió hasta la última gota, luego la arrojo en el sofá y camino hacia los dos.
—Tu cállate zorra —Señalo a Valle —. Y tú, no quiero que me busques, que me llames, ni nada de ti, se acabó su juego estúpido —Expresó dirigiéndose a Johan.
El rostro de Valle se llenó de indignación, pero la mirada fuerte y empoderada de Aleidis diezmo su esfuerzo por contestarle, no había oportunidad ante ella.
Parecía un feroz león, despertando capaz de devorar a cualquiera que se le interponga, tenía ese aire de fortaleza y libertad.
—¿Qué estás diciendo cariño? ¿Qué es todo esto Ale? —Preguntó Johan con una nota de desesperación, no terminaba de comprender lo que tenía ante sus ojos.
Por extraño que parezca, Johan jamás había pasado por una ruptura que él no dijera, había tenido algunas novias antes de Aleidis, y en todos los casos él había terminado con la relación.
Su cabeza no comprendía lo que significaba tener a Aleidis de frente y reclamando lo que le había dicho, simplemente no había lugar para esas palabras.
—¿Qué no es obvio? —Respondió con naturalidad —Se acabó Johan, me voy.
El rostro de Johan lucia confundido, Valle por su parte tenía una gran sonrisa que no se preocupaba por disimular.
—¿Estas ebria? —Preguntó acercándose a ella.
—No —Añadió, mintiendo rotundamente.
Aleidis no era una bebedora social, ni mucho menos activa, tomarse esa botella de vino ella sola era suficiente para embriagarla.
—Aleidis, por favor siéntate, discutiremos esto mañana —Contestó quitándose el abrigo y colgándolo en el perchero.
—¡No Johan! —Grito —Ya basta de esto, ¿crees que no lo es? —Inquirió con enfado.
Los puños se tensaron y la mirada era fija y poderosa, no estaba jugando, parecía furiosa y sin miedo a lanzar un golpe.
—¡Que carajos! No entiendo de que estas hablando, quieren sentarte por favor.
—Te he dicho que no, no quiero sentarme, quítate de la puerta. —Indicó haciendo una seña para que se moviera.
—Espera, vamos a calmarnos Aleidis —Johan extendió las manos y arremango las mangas de su camisa.
—Yo estoy tranquila —Respondió rápidamente, después de comenzar a tener algo de hipo.
Su estado de ebriedad era notorio, pero aun así la mujer seguida de pie, el alcohol solo fue un propulsor de motores, para algo que tal vez no hubiera tenido el valor de hacer sobria.
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Encuentro insaciable
RomanceAleidis una joven tranquila y reservada durante toda su vida decide que es momento de cambiar, junto con su pareja se envuelven en una etapa muy prolífica para su vida sexual. Todo marchaba bien hasta que los juguetes y las posiciones nuevas se hic...