Nos rescontrábamos en la plaza central tomando un café.
—¿Dónde está Johan? —me preguntó Valle con una nota de exasperación.
Valle era mi única amiga, estudiamos juntas en la universidad de Boulder, no solo nos graduamos de la misma licenciatura, sino que también fuimos parte del grupo de porristas del equipo de fútbol.
La única diferencia es que yo no dormí con ninguno de ellos y pues Valle, se acostó con al menos un tercio de los muchachos del equipo.
No podían negar la belleza de Valle Hayes, tenía la cintura más pequeña de las porristas, su nariz parecía operada, pero ella negaba haber pasado por el cirujano. Su larga cabellera rubia atraía a los hombres como moscas a la luz. Sin dudas era una mujer preciosa, pero también una mujer interesada e incapaz de tener una relación estable.
—Creo que ahí viene —Señalé con la cabeza mientras ajustaba mis lentes.
Johan era mi novio, llevábamos cinco años de relación y conocía bien todos mis secretos. Mis padres lo adoraban, era un buen novio, lamentablemente para Valle era hijo único.
Lo conocí en la universidad, estaba un grado adelantado, y cuando rechazo una salida con Valle por invitarme a mí a salir supe que ya llenaba el requisito de ser un hombre inteligente.
Él se graduó de arquitectura, por lo que siempre asistía a clases con camisas de manga larga o de cuello corto. Era muy sofisticado, tenía el cabello alaciado y bien peinado, además de que olía a perfume siempre incluso cuando sudaba en la clase de deportes.
Johan era el único hijo de la familia Bailey, sus padres eran ricos empresarios que dirigían compañías constructoras, ambos eran arquitectos, aunque pasaban mucho tiempo fuera de casa, lo que hizo que él se sintiera solo muchas veces.
—Disculpen la tardanza, había un tráfico horrendo unas cuadras atrás —Llegó dándome un beso en los labios y uno en la mejilla a Valle.
Los tres éramos algo así como los mejores amigos, no solo porque estudiamos todos en la misma universidad, sino porque desde que Valle se volvió mi amiga en el primer año y Johan mi novio en ese mismo año, los tres pasamos a ser un trió de amigos y confidentes.
Habíamos ayudado mucho a Valle cuando su mamá se enfermó, ella nos apoyó demasiado cuando mi familia recién abrió el pub en el vecindario, y Johan, pues él nunca había pasado por problemas económicos, pero nos convertimos en la compañía humana que no tenía en casa.
—Mis padres saldrán de la ciudad el próximo fin de semana, rentare unas películas de terror —Esbozó. —¿Quieren ir a verlas conmigo? —Preguntó mientras tomaba un sorbo del café caliente que la mesera recién colocó en la mesa.
Así eran nuestros días normales, éramos tan unidos que cuando uno planeaba algo siempre invitábamos a los otros dos, por supuesto que había ocasiones especiales en donde solo éramos él y yo, pero generalmente estábamos los tres.
—Johan, me sorprende lo olvidadizo que eres, ese fin es la fiesta de Nia, pensé que los dos me acompañarían, se los dije hace semanas —Manifestó Valle con el ceño fruncido.
La única amiga que tenía en el trabajo, Nia Kepner. Ambas trabajaban como cajeras en el supermercado más grande del condado. Llevaba días diciéndonos que la acompañemos a la fiesta, ya que no mucha gente iba a asistir.
Nia era una mujer muy insegura, tenía unos cuantos kilos demás y le costaba hacer amistades masculinas, cuando Valle comenzó a trabajar con ella los muchachos fueron lloviendo arrasando la sequía del desierto en la caja de Nia.
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Encuentro insaciable
RomanceAleidis una joven tranquila y reservada durante toda su vida decide que es momento de cambiar, junto con su pareja se envuelven en una etapa muy prolífica para su vida sexual. Todo marchaba bien hasta que los juguetes y las posiciones nuevas se hic...