—¿Ale que quieres para desayunar? —Preguntaba Darren desde la cocina, estaba preparándose su batido de avena de cada mañana, dos huevos, espinacas y una zanahoria.
El joven policía era bastante grande, tenía un cuerpo definido y trabajado de horas y horas en los gimnasios exclusivos para el personal de la policía.
Conducía su propia camioneta CRV nueva de agencia, que había ganado en el concurso de navidad del año pasado y se la habían entregado hace un par de semanas.
Por si fuera poco, su rutina era algo entretenida, por la mañana se encargaba del registro de los accidentes viales de la carretera principal cerca de la 201 y la 79 street, rumbo a Ohio. Una carretera bastante concurrida y peligrosa, los accidentes estaban a la orden del día.
Por las tardes se encargaba de ir a la estación y contestar el teléfono rojo. Ese solía ser el teléfono exclusivo para la policía, el 911, todos los crímenes y atracos eran reportados a esas líneas de telefonía, así que, si tocaba salir hacia la calle en el preciso instante que estas llegando del baño, tenías que dejarlo todo y salir lo antes posible.
Cuando la noche llegaba eran los turnos de guardia, solo se debía ir a la estación para vigilar y atender a las personas que fueran a reportar casos, pero eso casi no pasaba, así que realmente era para perder el tiempo sentado en una silla o entrenar en el gimnasio.
Los turnos del sargento Mahony eran de 48x48 a esto se le llamaba estar dos días activo y luego descansar dos días seguidos en la comodidad de tu casa, era una vida un tanto difícil, ya que no podía tener muchos amigos o asistir a salidas sociales, generalmente respondía con un "estoy en servicio".
De vez en cuando tomaba una patrulla y salía a dar vueltas por la ciudad, vigilando los vecindarios y manteniendo el orden entre los ciudadanos.
Para mi suerte la noche de ayer, Darren salió a patrullar, y se encontró con una Aleidis muy borracha tratando de estacionarse en la entrada de un cajero automático.
El sargento bajo de la patrulla y se acercó al vehículo, esa vez pensó que se trataría de algún pobre diablo que había bebido de más, pero su expresión fue de sorpresa cuando por la ventana miró a su amiga de la infancia.
Darren me ayudo a bajar y estaciono mi auto en la entrada del centro comercial que tenía en frente, luego regreso por mí y me llevó en su patrulla.
A la mañana siguiente tenía la peor resaca de mí vida y Darren se encontraba preparándome el desayuno, esa noche no pudo hacer más que dejarme dormir en el sofá, colocó un balde a mi lado y me vigilo toda la noche.
—¿Ya es de mañana? —Preguntó Aleidis desde el sillón, con los ojos entre abiertos y la mano en la frente.
Carajo la cabeza me va a explotar...
Como sea, estaba segura que no había pasado nada con Darren anoche, se portó como todo un caballero al ayudarme ayer, no sé qué habría sido de mi si no llegaba.
Me concentré en comer como pude, la verdad no tenía mucho apetito, pero no podía dejar pasar la comida más importante del día, además de que quería recuperar algo de fuerza, creo que de tanto llorar por semanas perdí algo de peso.
Estaba feliz de estar con Darren, sabía que no tenía mucho que discutimos por teléfono o algo parecido, pero al menos me sentía mejor en su casa que al tener que estar en la estúpida casa con Johan.
El simple hecho de recordarlo me daba coraje, había llorado tanto mientras conducía que ahora solo sentía un enojo, una ira, una cólera como nunca antes, pero toda esa furia era por mí, por lo estúpida que fui.
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Encuentro insaciable
Storie d'amoreAleidis una joven tranquila y reservada durante toda su vida decide que es momento de cambiar, junto con su pareja se envuelven en una etapa muy prolífica para su vida sexual. Todo marchaba bien hasta que los juguetes y las posiciones nuevas se hic...