Capítulo 3 "La propuesta"

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—¡¿Un trió?! —Declaró sorprendido y llevándose la mano al mentón.

Me sentí impetuosa por si quiera mencionarlo.

¿Acaso estaba cruzando un límite?

Yo realmente quería comenzar con esta nueva etapa que algunos llaman de "Probar cosas nuevas", pero no sé si un trió era demasiado... ¿Cómo saberlo?

—¡No lo sé, fue lo primero que pensé! —Expresé como primeriza —. Obvio no tiene que ser lo primero, podemos intentar otras cosas y dejar ese para último.

Estaba pensando en algunas cosas antes de decir eso, pero mi cabeza me hizo decir lo que consideraba como lo más alto en la escala de nuevos placeres.

Al menos quería sentirme lista.

Pensándolo bien, no sé si quiero compartir a Johan. ¿Sería con otro hombre o con otra mujer? ...

—Tengo mis dudas —Respondió levantándose de la barra. —¿Te parece si lo platicamos en la noche? —Preguntó con voz alta mientras subía por las escaleras.

—Supongo que si —. Susurre.

No me quedaba de otra, trate de no pensar mucho en ello y me enfoque en mis deberes para este domingo tan aburrido.

Un segundo... domingo... ¡Mierda! había quedado de ver a Darren hoy en la cafetería de la plaza...

Dejé una nota en la cocina y tomé las llaves del auto, llevaba meses sin ver a mi mejor amigo de la infancia, lo único que supe es que había entrado a la academia de policía.

Verlo me daba mucha emoción, llevaba tanto que no compartíamos una plática que llegue a extrañarlo.

Con las prisas estacione en el primer lugar que encontré, el sitio para discapacitados, así que baje fingiendo tener una discapacidad que me impedía caminar bien.

O por lo menos lo fue hasta llegar al café y ordenar un latte.

—Señorita, tendré que pedirle que se ponga de pie con las manos detrás de la cabeza —Expresó con voz fuerte detrás de mí.

La voz gruesa activo mi acto reflejo y me levanté de inmediato, me mantuve callada hasta escuchar una risa burlona.

—¿Darren? —Inquirí

Vaya que había cambiado en estos seis años, tenía un cuerpo musculoso y el vello facial le sentaba bien...

Sin duda lo extrañe, estaba justo frente a mí, viéndome de arriba abajo como si me analizara detrás de esos lentes de policía.

—El mismo, Ale. —Se acercó con los brazos extendidos.

No le podía negar un abrazo, teníamos años sin vernos que tenerlo tan cerca de mí me remonto a épocas pasadas, jugando en las calles de Irlanda y escondiéndonos de los adultos.

Seguía siendo el mismo busca pleitos, solo que ahora lo hacía por parte de la ley.

—Qué bueno que estas aquí —Mencioné al verlo tan frugal —. Siéntate, recién pedí un café.

—Gracias, pero no quiero más café por ahora, en la estación tenemos mucho de eso. —Tomó el menú y ordenó un baguette de salami.

Se sentía como en los viejos tiempos, dos amigos disfrutando de la bella mañana.

—Dime, ¿como estuvo la academia? —pregunte, la verdad quería saber un poco de eso

—Se quitó las gafas y las asentó en la mesa —. Como decirlo, es una porquería, ejercicio a todas horas y docenas de trabajos por hacer.

Encuentro insaciableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora