Capítulo 9: Una Mañana Ocupada

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-Sí- confirmó Ray - Lo siento, solo quería morir después de que te cosecharon, pero no podía sacrificar a Emma o a Norman.
Mia lo entendía, tenía sentido, pero aún así dolía confirmarlo, él no la había empujado a lo que vivió en Lambda, tenía a quién culpar de su dolor y habían otras cosas importantes en las qué centrarse. Sin embargo, sus ojos se nublaron de lágrimas, miró a otro lado, dándole la espalda a Ray.

-Bien, entiendo-dijo. Él abrió la boca para explicarle, pero no había nada que justificar, estaban sufriendo por lo mismo, pero existía una brecha entre ellos, llena de silencio.
Mia revisó su comunicador, tenía que irse, le avisó a Ray rápidamente y le pidió que durmiera, ella llegaría dentro de un rato. A veces necesitaban ayuda a la hora de dormir en la guardería, los niños pequeños se acostumbraban rápido, pero algunos guardaban mucho miedo y eran muy bebés para poder hablar de eso, así que a veces Mia iba a acompañarlos, les cantaba o les leía y cuando todos estaban dormidos, se escabullía devuelta a lo que estaba haciendo.

Cuando Mia volvía a su habitación aprovechó para derramar algunas lágrimas en el camino, era tarde, así que nadie la vería.

Norman le había dicho también que Ray pretendía morir en Gracefield, antes de que se lo llevaran, era cierto, él mismo se lo había contado ¿pero de qué le servía a ella su culpa? ¿Y qué más podría querer de él?

La culpa y el dolor eran intensos, profundos, había reconocido y asimilado que su propio dolor estaba justificado ¿Y ahora qué? Perdonar y avanzar ¿era necesario que Ray pidiera perdón?

Mia se detuvo un poco antes de abrir la puerta de su habitación.

Ella sentía que era necesario que Ray se disculpara, pero no por dejar que se la llevaran, sino por no decirle que podía haber hecho algo. Incluso le hubiese encontrado razón si se lo hubiera dicho, lo doloroso era que el secreto la hacía sentir traicionada.

-No importa que tengas que sacrificar algo, a alguien o incluso a mí. Pero dímelo... Éramos un equipo, pensaba que no teníamos secretos- Era varias horas tarde para decirlo, de hecho, hace años eso la habría hecho sentir mejor, así que lo susurró al abrir la puerta.

Él estaba durmiendo cuando ella llegó, así que ella se metió silenciosamente en la cama, sin tocarlo y pronto se quedó dormida. El asunto que la perseguía en vigilia no la abandonó en el sueño, incluso se volvió más gráfico, Ray la dejaba atrás. Él despertó al oírla gemir como un animalito herido e inmediatamente se movió para abrazarla, con cuidado por las heridas que tenía, acunó su cabeza contra su pecho, hundió sus dedos en el pelo de ella, buscando su nuca y besó su frente. Mia había despertado ya, pero era irrelevante; se aferró a él y a su ritmo cardíaco. "Todo está bien" recordó al sentir sus latidos, no había dimensionado cuánto extrañaba esa paz hasta que finalmente pudo recuperarla. Durmieron así el resto de la noche, no se soltaron.

A la mañana siguiente, Mia fue muy temprano a dejar a Ray a la casa que le habían asignado a la familia de Emma. Durante ese par de días, los niños de Gracefield habían oído rumores de alguien a quien llamaban "La chica del jefe" y apenas vieron a Mia corrieron a preguntarle, después de todo, Norman había salido y Mia seguramente sabría de quién hablaban. Mia se sentó con ellos y los escuchó describir; Una chica con el cabello castaño y largo, que andaba por ahí con la blusa abierta, pasaba mucho tiempo en la enfermería y la guardería, donde sonreía mucho y cuando andaba en los pasillos parecía que podía cortar con la mirada. Pasaba mucho tiempo con el jefe, sobretodo a solas y era la única a la que parecía dar un trato especial.

Mia pensó en todos los niños ganado que habían rescatado mientras los oía, pero no encontró ninguna chica en su memoria que correspondiera a esa descripción.

- Es evidente que están hablando de ti- intervino Ray, visiblemente molesto.

-¿¡Yo!?- a Mia no se le había pasado por la cabeza que hablaran de ella, siempre había pasado desapercibida y era bastante desmerecedor del rol que tenía llamarla "La chica del jefe".

- Lo están malinterpretando, chicos. Ray y yo tratamos de mantener vivos a Emma y Norman, como siempre ¿A él no le dicen "El chico de Emma" o sí? - los niños rieron al imaginarlo, le dieron las gracias a Mia y le pidieron que fuera a ver a Chris más tarde.

-Además, la última vez que me enteré de la situación, a Norman le gustaba Emma, no creo que eso haya cambiado y dudo mucho que cambie. Emma es un sol- le dijo Mia a Ray cuando estuvieron solos.

-Cierto, me pregunto si los cuatro llegaremos vivos a un mundo en el que podamos ver qué pasará con eso- Ray suspiró.

-Hey, tú cuidarás de Emma y Emma cuidará de ti y de todos los que queden en el peor de los casos, Norman y yo nos quedamos tranquilos con eso- Mia le sonrió a Ray.

Él quiso preguntar por qué insinuaba que, en el peor de los casos, ella y Norman ya no estaban, pero ella se despidió enseguida, su comunicador estaba vibrando otra vez.

Mia fue a la guardería y luego fue a ver a Chris a la enfermería, lo revisó de nuevo y le habló durante unos minutos, más tarde volvió con un cuento y se lo leyó.

-No te pongo presión, pero espero que puedas abrir pronto los ojos, hay mucho que ver aquí- le dijo antes de irse nuevamente a la guardería.

Mientras tanto, esa misma mañana, Emma y Ray fueron a la oficina de Norman para hablar con él del plan, pero en vez de Norman, estaban Vincent, Barbara y Cislo en la oficina. Norman y Mia no les habían hablado de su pasado porque compartir eso los hubiese humanizado mucho y esa no era la idea para llevar a cabo el plan. Minerva representaba la libertad y Mia era capaz de cuidarlos a todos, saber que estaban sufriendo también los haría ver vulnerables.

Gracias al uso de estos conceptos, los niños ganado no tenían que preocuparse de ninguno de los dos, asumían que ese lado humano existía, los habían visto algunas veces heridos y cansados, pero no era un tema del qué hablar, era una regla tácita, si no fuese creíble que estaban bien cuando se les preguntaba, se retiraban juntos y poco después eran los mismos de siempre.

Pensar en Vincent, Bárbara y Cislo en conjunto y no por sus problemas y personalidades individuales le recordaba a Mia la primera vez que trabajaron como un equipo y cuando directamente comenzó a confiarles su vida:

El escape de Lambda.

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