Thorkinktober 2020

Día 08. Espejos

Loki es el dios de las travesuras. Y si hay algo más peligroso que un dios de las travesuras, es un dios aburrido.

Una combinación fatal para todo el universo.

Esa tarde todo el castillo se encontraba sumido en un silencio desesperante. Frigga estaba regando su jardín, Odín sumido en su sueño, y Thor, la única persona que lo entretenía, había salido a una excursión de caza.

Había decidido que lo único que mejoraría su estado de tedio era una broma de gran nivel. Una jugarreta que desataría el caos en el palacio. ¿Y qué mejor manera de lograrlo que usando un hechizo?

Camino hasta la biblioteca privada de magia de Frigga, y localizó un viejo libro de conjuros Midgardianos. Había uno en especial que le llamaba la atención.

Speculum translationem. El hechizo consistía en lograr que su orador se moviera entre los espejos que habían en un perímetro de 10 kilómetros.

Era un plan perfecto. Podría asustar a los infelices que se reflejarán en el cristal, y también espiar a los guardias y empleados en situaciones cotidianas o comprometedoras.

Con una sonrisa malévola en su, contradictoriamente, angelical rostro, recitó las palabras en la lengua extranjera y su cuerpo poco a poco se fue desvaneciendo hasta reflejarse en el gran espejo del centro de la habitación.

Miró con asombro los estantes de la biblioteca a través del cristal. Pensando en cada uno de los lugares del castillo que tenía un espejo, comenzó su travesía de espionajes y sustos.

Pronto los pasillos se llenaron de gritos y caras de espantos. Valiéndose de su habilidad como cambia-formas, se reflejaba como la peor pesadilla del que lo miraba. Era una jugarreta tan cruel como el mismo Loki.

Después estaba las estancias donde el espejo no era el centro de atención, haciendo que Loki se quedara en silencio escuchando los chismes que se movían entre las lenguas de sus súbditos.

Desde la cocinera que se quejaba porque su esposo era un inútil, hasta el rumor del Einherjar que había seducido a la hija de un noble. Eran historias, a oídos de Loki, vulgares y sin relevancia.

—¿Sabés? Ayer Engla me contó algo sobre el príncipe Thor. —Le susurró una sirvienta a otra. La mención de su hermano hizo que Loki volviera a prestar atención.

—¿Qué cosa?

—Pero tienes que prometer que no le dirás a nadie. Pueden cortarnos la cabeza por esto. —El asentimiento de su interlocutora le indicó que continuará. —Bueno... es que un guardia le contó a un sastre, que luego le comentó a una cocinera, que fue la que le contó a Engla, que hace ya varias semana que se escuchan gemidos provenientes de la habitación del príncipe.

—¡¿Qué?! —Gritó la otra. —No imagino quién podrá ser la afortunada. Yo daría lo que fuera por estar entre las piernas del príncipe.

—Sí, qué suerte tienen algunas. —Suspiró con anhelo la segunda sirviente.

Loki trataba de contener una sonora carcajada. Las mujeres morían por saber quién era la afortunada de ser la amante del príncipe heredero, sin contar que en realidad este las miraba desde el espejo.

Hasta hoy pensaba que su romance con Thor era un secreto. Tendría que comenzar a gemir más bajo en las noches, o valerse de un hechizo para silenciar la alcoba real.

—¡Oigan ustedes! —Gritó la jefa de cocina a las jóvenes que Loki estaba espiando. —El príncipe Thor acaba de llegar, apúrense a llevar hidromiel a los guerreros y preparar el jabalí para la cena de esta noche.