Día 23. Antolagnia

1.9K 116 67
                                    

╔═══════╗AVISO: la antolagnia hace referencia a la excitación y/o deseo sexual que experimenta una persona al olor de las flores.╚═══════╝


Cada mañana las calles de la plaza se llenaban del aroma fragante de las flores frescas. Desde las rosas tan rojas como un rubí, hasta las fragantes dahlias, todas provenían de una pequeña floristería atendida por un amable hombre de cabellos rubios, llamado Thor.

Nacido en una familia de floristeros, el joven siempre supo que quería dedicar su vida al cultivo y arreglo de estas. Admiraba todos sus olores, texturas y colores, y como cada día en que los clientes llegaban a comprar un ramo para distintas ocasiones, Thor se empeñaba en hacer uno más hermoso al otro. Sí, amaba las flores, las amaba tanto, que a veces podía llegar a ser un tanto peculiar su interés.

—Espero que a su esposa le gusten las amapolas —sonrió al anciano que estaba frente al mostrador.

—Hoy cumplimos 42 años de casados, ¿puede creerlo? —recibió el ramo, apreciando el talento del florista—. Son sus flores favoritas, y la hará muy feliz recibirlas. Muchas gracias.

—Con todo el gusto. Por favor pasen de nuevo en un futuro, haré un arreglo de regalo para su esposa.

—Es muy amable de su parte —dijo el anciano, pagando el costo del trabajo—. Que tenga un feliz día.

—Lo mismo para usted —despidió al hombre con un asentimiento.

La mañana parecía estar relativamente tranquila. No había muchos ramos pendientes por hacer, así que se dirigió a la parte trasera buscando nuevos listones de papel, y en eso, la campana que indicaba el ingreso de alguien en la tienda sonó.

—Buenos días, ¿en qué puedo...

Las palabras murieron en sus labios cuando su mirada se posó en el sujeto recién llegado. De piel tan palada como una bella azucena, el traje negro que cubria su elegante cuerpo contrastaba grácilmente con la coleta de cabello azabache reluciente. Era como un capullo que resplandecía con cada rayo de sol que le besaba.

—¿En qué puedo ayudarle? —se aclaró la garganta, retomando la pregunta de hace unos momentos.

—Estoy buscando unas flores —respondió casi en un susurró. Su voz se escuchaba bastante grave, casi como en un desuso constante.

—¿Es para alguna ocasión especial?

—No sé si se considere especial llevarle flores a un muerto —una sonrisa se posó en sus labios granate.

—Bueno, eso depende de qué significó para usted en vida esa persona —Thor salió del mostrador y se posicionó a su lado—. Podría hacerle algunas sugerencias, si así desea. Los crisantemos son las flores más habituales, su corta floración es una metáfora bastante bella de lo efímera de la existencia.

—¿Efímera? La existencia puede ser tan tortuosa que para muchos es en realidad casi una eternidad —respondió, con una clara molestia en sus palabras.

—Bueno, ¿y qué me dice de los claveles? —. Thor no pensaba entrar en un debate filosófico con un cliente—. Representan la admiración por el difunto y un homenaje a su memoria.

—No creo que muchos tuvieran admiración por ese sujeto, o siquiera lo recuerden —habló, tras fingir pensarlo un momento.

—Bien, ¿entonces lirios? —se estaba comenzado a sentir irritado—. Su color blanco hace alusión a la pureza, virtud necesaria para hallar favor a los ojos de Dios...

Thorkinktober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora