Capítulo 1

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Habían pasado cuatro días desde que Clarke perdió a su madre, Russell iba a sufrir las consecuencias y ella ansiaba su venganza.

El grupo se había instalado en su nuevo hogar. A lo lejos, en las montañas, había un pequeño vecindario donde vivían los Prime. Las casas eran enormes y de colores muy pintorescos. Y sus amplios jardines emitían un silencio que hasta daba pena romper con palabras. Por fin todo estaba bien para ellos y tenían la paz que tanto habían buscado.
Madi recolectaba frutos de la huerta y se los llevaba directo a la boca mientras acariciaba a Picasso. El sol iluminaba su rostro y Clarke, después de tanto tiempo, pudo percibir la felicidad de su pequeña.

—Madi, vamos. Vamos a llegar tarde al almuerzo. —La niña la observó, estaba parada en el porche de la enorme casa, aunque el sol le molestara en los ojos.

Aquello le recordaba a los seis años que pasaron juntas en la tierra, y quería disfrutar cada segundo de aquella sensación, porque después de todo, algo que la flama le había enseñado, era que la paz no duraba mucho tiempo, y que de un momento a otro lo puedes perder todo.
Se levantó masticando la ultima fresa y miró al horizonte deseando que ese momento durara una eternidad. Luego entró a la casa.

—Tienes las rodillas llenas de barro. —Raven la saludó con un beso en la frente. —Ve a limpiarte, inventé una receta riquísima y quiero que seas la primera en probarla.

Clarke se miraba al espejo mientras se peinaba y sonreía. Raven no era mala cocinera, pero lo suyo, definitivamente, era la ingeniería.

—Creo que podemos seguir adelante. —Dijo Clarke a penas escuchó a Madi subir las escaleras, mientras se aproximaba a la mesada.

—Siempre lo hacemos. —Le respondió ella con una sonrisa.

—Esta es la oportunidad de volver a encontrar nuestra humanidad. —Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Y tengo miedo de desaprovecharla.

—¿Hablas de Russell? —Preguntó Raven sabiendo la respuesta. —Si tu no lo haces, lo haré yo sin dudarlo un segundo. Mi humanidad seguirá intacta.

—¿Y qué vamos a hacer con toda esa gente? —Indra se acercó al escuchar la conversación. Era la primera vez que la veían con ropa casual. —¿En qué van a creer?

—Podremos ayudarlos, pero mantener a Russell vivo es un error. —Raven le dio un punto final a la charla justo antes de que Madi bajara.

Bellamy estuvo sentado observando la profundidad del bosque durante toda la noche, mientras Echo y Gabriel interrogaban a la viajante desconocida. Por la mañana entró a la tienda, y apuntó un arma directamente al rostro de la joven.

—A dónde enviaste a mi hermana. —Casi ni sonó como una pregunta. Hope estaba atada por las manos y los pies.

—Está en Bardo. Junto con Diyoza, mi madre. —Le explicó algo que Echo y Gabriel habían averiguado hacía un par de horas.

—¿Cómo? ¿Qué es Bardo? —Bellamy no podía entenderlo. Tenía a su hermana en sus manos y de repente se esfumó.

—Creo que son portales, que llevan a otras partes del universo. —Le explicó Gabriel.

—¿Y cómo explicas que un bebé por nacer se transforme en esto en a penas tres o cuatro días? —Preguntó Echo dudando de la veracidad de los hechos.

—Dilatación del tiempo. —Gabriel ni lo dudo. Bellamy seguía confundidísimo. Desde la Ciudad de la Luz que no veía algo tan extraño. —Teoría de la relatividad, no es nada nuevo, pero en este caso está llevado al extremo.

—Hay distintas formas de cruzar el portal. El código en la piedra, el cuchillo y los trajes de los soldados de Bardo. —Indicó Hope.

—¿Hay personas en Bardo? —Bellamy miró a Echo, y ella asintió.

Do Better (Bellarke)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora