Capítulo 4

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La mañana siguiente a la partida de Clarke y Bellamy, enviaron una patrulla. Por la tarde no volvieron y supieron que Bardo ya había atacado. 
Murphy ordenó a todos que volvieran a sus hogares y se mantuvieran allí. Y se sentó junto a Emori en el patio principal. Ya se habían encendido las luces, porque comenzaba a caer la noche. Miller y otros dos hombres se mantenían cerca. 

—¿Crees que van a atacar? —Le preguntó Emori y él negó con la cabeza.

—Primero tienen que saber a lo que se enfrentan, conocer a su líder. —Reflexionó mirando la fuente. El agua corría lento, y hacía un sonido que conseguía relajarlo. 

—¿Y qué hacemos aquí? —La mujer estaba confundida. La quería junto a él para no sentir miedo, para sentirse protegido, pero sentía vergüenza de decírselo. 

—Los esperamos. Dejé las barreras abiertas. —Dijo seguro, y Emori se levantó, pero él tomó su mano. —Confía en mí, sé lo que hago. 
Emori volvió a sentarse lentamente y respiró profundo. 

Minutos después tres hombres armados se acercaban. Apenas podían verlos a lo lejos, llevaban trajes negros, y cascos que les cubrían por completo el rostro. 
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, el del medio se quitó el casco. Era un hombre mayor, con una expresión bastante neutral. Simple comunicador.
Murphy se levantó, y le susurró a Emori que se quedara sentada. Se paró luego en frente de aquel hombre, que extendió la mano para estrecharla con la suya. Pero él no movió ni un dedo. 

—Sabemos que tienen a nuestros amigos. 

—Sus amigos mataron a tres de nuestros soldados. 

—¿Qué hicieron con ellos? ¿Los están torturando? 

—Necesitamos algo que ustedes tienen. 

—¿Qué? 

—La flama. —Murphy miró a Emori, que también se sorprendió al instante. Luego se quedó mirando al hombre pensando en qué responder. 

—No les daré nada hasta que tenga a mis amigos de vuelta. 

—No puedo hacer eso. —Los hombres apuntaron a Murphy y Emori. Los guardias apuntaron también, y Murphy levantó las manos. 

—Podemos hacer un intercambio. —Negoció, el hombre no tenía un arma, así que eran dos contra tres. 

—¿Dónde está la flama? —El tipo se puso un poco agresivo para ejercer presión. Pero eso no funcionaba con él. 

—Está protegida. No la van a encontrar aunque la busquen por todo Sanctum. —Murphy bajó los brazos lentamente y el hombre ordenó a sus soldados que bajaran las armas.

En un movimiento rápido sacó el arma que llevaba guardada detrás y disparó primero al que había apuntado a Emori, y luego al otro. Ni siquiera se dieron cuenta. Justo en la cabeza a ambos. 

—Todavía no perdí el toque. —Se halagó y apuntó al mensajero. —Necesito que hagas tu trabajo y envíes este mensaje a tu líder. O nos traen a nuestros amigos sanos y salvos en seis días o destruimos la flama. Ahora ve, corre, no vaya a ser que se me escape una bala.


El cuerpo reposaba sobre la mesa, Raven quedó sorprendida por aquella tecnología. Aún intentaba procesar como pueden existir los viajes a través de los agujeros de gusano, y no comprendía como un traje podía contener tanto poder.
Sabía que la fuente estaba en el casco, pero no podía quitarlo fácilmente. Llevaba allí unos minutos cuando Jordan apareció en la pequeña sala.

—Debe haber un sistema de bloqueo. —Dijo para sí misma y un poco para él. Después de todo, el joven era muy inteligente como su padre, y podía darle una mano. Pero él se quedó mirándola, sin decir nada. —¿Qué?

Do Better (Bellarke)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora