❝Se supone que a Soobin no le gusta Yeonjun...
... Aunque la persiana semiabierta de su habitación sea testigo de todo lo contrario.❞
Donde Yeonjun llega a la vida de Soobin para generarle muchas dudas, pero también se queda ahí para responder cada...
Un elemento se distingue del resto por su singularidad. Puede contrastar con otros por su color, forma o tamaño.
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Así que Choi Yeonjun sí existía y no era producto de su imaginación.
La explicación lógica es que su vecino es muy atractivo y Soobin es muy débil cuando se trata de cosas bonitas y encantadoras. Está sorprendido porque jamás había visto a un hombre de esa forma.
Bien, muy bien… No era para tanto…
¿O lo era?
En la tranquilidad de su pacífica y tertulia habitación, Soobin se encogió de hombros y dejó salir una pesada respiración. Pensando en que era completamente normal el cómo su corazón había reaccionado, pues todos en la escuela al parecer habían reaccionado de la misma forma. No tenía nada de malo pensar en un hombre como lindo o encantador, o divino como había dicho Beomgyu o sexy como había dicho Hueningkai.
¡Está bien! ¡No era para tanto!
Sonrió satisfecho con sus propias ideas y se levantó de su cama con un humor totalmente renovado y agradable. Se colocó una camisa algo suelta para estar cómodo y silbó una pegajosa canción mientras tomaba el pomo de la puerta dispuesto a comer un delicioso aperitivo en la planta de abajo.
¡Ese era un gran plan!
Lo era hasta que sus piernas lo traicionaron y se detuvieron con la mano sobre el pomo de la puerta. Un sentimiento desconocido le retorció el estómago y le quitó la sonrisa de la cara.
¿Ahora qué sucede?
Aquella fuerza desconocida le hizo voltear sobre su hombro hacia la ventana. Ante la incertidumbre de que posiblemente, solo tal vez, Choi Yeonjun ya habría regresado de la escuela al igual que él y ahora se encontraba en la comodidad de su habitación… Al otro lado de la persiana.
Le removió el corazón y le hizo caminar hacia ahí, aguantando la respiración en el momento que abrió lentamente la persiana completa que dejó pasar la luz y le cegó por momentos.
La decepción se hace presente porque no hay nadie ahí. El balcón esta vacío y el ventanal cerrado.
Se da por vencido y vuelve a sentir vergüenza de sí mismo.
Y es que, ¿En qué estaba pensando?
La ola de decepción se hace más grande, para luego ser sucedida por la consternación de caer en cuenta de lo que estaba haciendo.
Se siente tan tonto porque ha vuelto a hacerlo, ha caído bajo la tentación de querer admirar más y anhelar silenciosamente desde su retorcido escondite.
