XXV

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Aunque su casa estaba limpia y ordenada, Namjoon se sintió cohibido de ver a Jungkook admirarla. Dijo que era muy linda, y agradeció por haberse dado una ducha caliente.

—Jamás estuve en casa de un amigo antes, ¿así se siente? —preguntó sentándose en el sofá.

—Supongo —dijo Namjoon encogiéndose de hombros—. Debe ser divertido si tú invitado no es alguien llamado Jungkook.

El contrario lo miró con ojos irritados.

—Debe ser mucho mejor si el anfitrión no se llama Kim Namjoon.

—Auch —dijo Nam haciendo un gesto de dolor.

Jungkook rió.

—¿Y si me ayudas a preparar el chocolate? —sugirió Namjoon, el contrario asintió energéticamente.

Estando en la cocina, Jungkook depositó su celular sobre la isla que estaba en medio. Namjoon frunció sus labios un momento, pero al final habló.

—¿Por qué no nos tenemos agendados? —soltó sin más señalando con su barbilla hacia el teléfono—. Es decir, ¿no es raro?

—Bueno, desde un principio fue raro si lo pones así. Creo que las personas que salvan a otras de cometer suicidio, desaparecen, porque solo fueron estrellas fugaces. Además, no sabía que iba a ser salvado aquella noche. Lógicamente, no tenía intenciones que fuera así.

—¿He arruinado tus planes?

—Sí —afirmó Jungkook sonriendo torcidamente—, un poco. Pero estoy tratando de buscar el lado bueno de todo esto...

—¿Y qué encontraste? —preguntó Namjoon intrigado.

—Un amigo.

Namjoon sintió como parte de sus mejillas y orejas se calentaron.

—Debes sentirte afortunado por tu nuevo amigo, entonces. Dicen que es una de las mejores personas que hay en este planeta —bromeó para evitar su vergüenza.

—¡Vaya, no me digas! ¿Debería regalarle pizzas o algo así? Ese chico merece un premio. ¿Lo conoces?

Namjoon asintió con orgullo.

—El placer es mío —dijo mientras hacia una leve reverencia hacia Jungkook, quien estalló de risa después de tan prolongada escena.

—Eres todo un caso —Jungkook siguió riendo—. Ojalá hubieses estado años antes, la vida seguramente habría sido más divertida.

Namjoon contempló a Jungkook un momento mientras colocaba una olla exprés en la estufa.

—Bueno... —musitó—, estamos aquí ahora. No debemos pensar en el pasado a menos que sea para recordar momentos hermosos, ¿no crees?

Namjoon comenzó a preparar el chocolate, y después que estuvo listo le dio una taza humeante a su invitado. Lo hizo pasar a la sala para sentarse y así ambos estuviesen a gusto, fue entonces cuando Jungkook retomó la conversación después de varios minutos de intenso silencio.

—¿Y si no los tenemos? ¿Qué pasa si no tengo nada bello para recordar y recuperar fuerzas? ¿Acaso no es para eso que sirven los recuerdos? ¿Qué pasa si la persona mira hacia atrás y lo único que puede ver es dolor, sufrimiento, y mucha tristeza?

Namjoon observó el humo salir de su taza azul, que le había obsequiado su madre en Navidad.

—Considero que habrá algo que la haga continuar, incluso si los recuerdos no son agradables, puede tomar esto como un impulso para comenzar a buscar su estabilidad. El dolor, el sufrimiento, la tristeza son parte de la vida. Nosotros no lo podemos evitar. El ser humano está expuesto a todo eso, creo que, desde que estamos en el vientre de nuestra madre. Entonces, ¿cómo luchar? ¿Cómo sobrevivir?

—A eso me refiero —insistió Jungkook, de repente su tono de voz cambió a algo sombrío—. ¿Cómo...?

—No hay un solo «cómo», no hay una fórmula mágica que te dirá cómo vivir tu vida; eso lo decides tú —suspiró—. Y como dije, algo del pasado se podrá aprovechar para impulsarte aunque sea algo pequeño. Alguna frase, algún momento, y si, definitivamente, nada es agradable, entonces comienza a construir desde tu presente. «¿Quién soy ahora?» «¿Quién quiero ser más adelante?» Y lo más importante, «¿lo hago para mí o por alguien más?»

Jungkook miró el techo unos cuantos segundos mientras intentaba tragar su saliva.

—¿Te han dicho que eres genial? —dijo Jungkook mirándolo a los ojos con una sonrisa pequeña.

—No —musitó—. No suelo decir esta clase de cosas.

—¿Por qué? —preguntó curioso—. Eres bueno.

—Porque no las había pensado hasta estos días —susurró.

Jungkook esperó a que siguiera hablando, pero no fue así. En verdad estaba muy intrigado al respecto, y justo cuando abrió su boca para preguntar, Namjoon habló rápidamente.

—Ella murió —dijo sujetando fuertemente su taza—. La enfermedad acabó con su vida, ni siquiera pude despedirme. Estuvo días así, pero lo sentí tan rápido como un parpadeo. Mi mundo se colapsó por completo —susurró cabizbajo—. Sigo perdido. —Miró a Jungkook con los ojos cristalinos—. Se hubiesen llevado genial, a ella le encantaban los chicos raros como tú, pero ella ya no está... Y yo no sé cómo... ¿Cómo debo vivir sin ella? —Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas—. ¿Qué debo hacer con todo este dolor que llevo adentro? ¿A dónde se tiene que ir?

—Nam... —susurró Jungkook en un intento de consuelo.

—¿Por qué, Jungkook? ¿Por qué ni siquiera pude decirle «adiós, mamá»?

El corazón de Jungkook se estrujó dolorosamente, así que decidió acercarse a Namjoon y colocó una mano sobre su hombro.

—Lo siento mucho.

Namjoon negó levemente, después miró a Jungkook unos segundos antes de decir—: La extraño tanto, maldita sea. —Su voz se quebró, llevó ambas palmas a su rostro para cubrirse, pero su llanto resonaba por toda la habitación—. La extraño mucho —repetía entre balbuceos y quejidos.

Jungkook solo pudo abrazarlo de lado, y tratar que se acomodara en su hombro para que siguiera desahogándose. Estaba un poco anonadado, jamás creyó que Namjoon le diría algo así, pero agradeció internamente la confianza por hacerlo.

Entonces, vino a su mente aquel pensamiento que solía tener, y que llegaba en momentos inoportunos.

«La vida es eso que viene y va», recordó, «como una rueda. Somos instantes a través del tiempo».

La lluvia no paró después de ese día.

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«Antes que te vayas» [NamKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora