La conversación no terminó ahí, Anita dió rienda suelta a su curiosidad y terminó haciendo un auténtico interrogatorio a Saimon, principalmente sobre su infancia, tenía que reconocer que había tenido una infancia difícil, sobre todo después de la muerte de su madre, también le daba envidia que él hubiera podido disfrutar del calor de una familia, pero era una envidia buena, una que a pesar de sentirla, realmente te alegras por esa otra persona, por lo que no hubo problema.
Saimon nunca se había puesto a pensar sobre su pasado, no se lo había planteado y nadie se lo había preguntado, en el caso de Cailen, él llevaba siendo su amigo y mano derecha desde los 7 años, sus padres habían sido amigos, igual que sus madres, por lo que él sabía muy bien cómo había sido la vida del híbrido, no necesitaba preguntarlo, y tampoco quería traerle malas memorias, pues sabía cuan duro había sido el padre de Saimon con él, y lo triste y deprimido que estuvo tras la muerte de su madre.
A pesar de eso, Anita se esforzó en sacar a la luz sus recuerdos más alegres y alejar todos los tristes, así fue como consiguió que Saimon pasase un buen rato recordando su pasado, le sacó varias sonrisas, y hasta un par de carcajadas, y con eso Anita estaba más que feliz, incluso le comentó que sería bueno que le contara esas cosas a Serena, que seguro ella también se alegraría de escuchar esas historias, y el rey asintió de acuerdo con ella, aunque su pequeña los había encerrado, estaban teniendo una tarde agradable gracias a eso.
-¿Y tú? - le preguntó Saimon a Anita.
-¿Yo qué?
-Cuéntame alguna historia alegre de tu pasado - Anita se concentró en recordar esos buenos momentos, aquellos que fueron muy escasos, pero que tenía.
-Una vez escalé hasta lo alto de una pared completamente lisa de 10 metros solo para impresionar a mis padres, incluso puse una bandera para que supieran que lo había hecho, no lo conseguí, creyeron que fue mi hermano quien lo hizo, pero las vistas desde ahí fueron hermosas, creo que llegué a ver como 100 kilómetros a la redonda de mi casa - dijo Anita soltando una risilla, ese era uno de sus recuerdos favoritos.
-¿Estás de broma? - preguntó Saimon impresionado.
-Bueno, tal vez exagero cuando digo 100 kilómetros, lo que estaba claro es que podía ver hasta muy lejos - dijo sin dejar de sonreír.
-No me refiero a eso, sino a la pared de 10 metros completamente lisa, debía haber algún saliente o algo - la joven lo vio con el ceño fruncido.
-No, era completamente lisa, admito que me costó mucho lograrlo, fallé siete veces antes de conseguirlo, pero mereció la pena las culadas - dijo volviendo a sonreír.
El híbrido no podía creer lo que estaba diciendo, hasta para él eso sería una proeza, ya ni hablar siendo una pequeña niña humana, pero la mirada que tenía Anita y el tono alegre y triunfante de su voz no le dejaba duda, no estaba mintiendo, y eso le confundía, ¿cómo podía ser eso posible?, se preguntaba sin parar, pero había otra cosa que tampoco se le iba de la cabeza, y no iba a quedarse con la duda.
-¿Y tus padres por qué creyeron que fue tu hermano? - el rostro alegre de Anita se ensombreció, y el mayor se molestó consigo mismo por haber provocado la tristeza de la joven.
-Porque cuando le preguntaron dijo que había sido él, y mis padres lo creyeron a él antes que a mí, es comprensible, yo solo soy un error, alguien que nunca debió nacer, una humana, en cambio mi hermano, él era el favorito, en el cual tenían puestas todas sus esperanzas, el más fuerte, el más rápido, el mejor, aquel que habían buscado.
La tristeza de la chica era muy palpable, recordar todo eso la destruía poco a poco, ella era consciente de su condición, y le fastidiaba que sus padres nunca la hubieran creído, hizo cosas prodigiosas que ni siquiera su hermano, el arma prometida, pudo hacer, se esforzó tanto para mostrar su valía, y su única recompensa fue el desprecio, por eso lo dejó, no valía la pena molestarse cuando siempre el mérito se lo llevaría su hermano, tampoco quería ser la favorita, solo que la quisieran como a cualquiera de sus hermanos, más no lo logró.
-Bueno, no pienses en eso, ¿por qué no me cuentas otro recuerdo alegre?
Anita intentó hacer a un lado los recuerdos dolorosos y se centró en los hermosos, aquellos que atesoraba, y así mismo se los contó mientras poco a poco iba recuperando la sonrisa y la alegría. El rey la escuchaba atentamente sin interrumpirla, pero se sorprendió por lo sencillos que eran sus mejores recuerdos, un par de dulces, poder oír a escondidas una clase de sus hermanos, dormir con su nana Clara, cosas que para cualquier otro sería un recuerdo normal, no un recuerdo especialmente feliz, y le ponía triste pensar en cómo vivió su infancia la joven frente a él.
-Perdona la pregunta, pero, ¿a parte de lo del muro hicistes más cosas como esa? - esa duda rondaba su cabeza, algo no le encajaba.
-Tal vez - dijo con una mueca, a lo cual Saimon frunció el ceño.
-¿Cómo que tal vez?
-Siempre que hacía algo de lo que me sentía orgullosa, o bien mi hermano decía que lo había hecho él y como yo lo había visto creía que lo había hecho yo, o bien me decían que eso era imposible, que me lo había imaginado o estaba mintiendo, así que con los años empecé a dudar incluso de haberlo hecho, pero lo del muro estoy segura, no me pude imaginar esas vistas - dijo un poco decaída y con la cara entre las rodillas.
Otra vez odió ser él quien la pusiera así, ella no merecía eso, esas horas le habían demostrado que era una mujer muy buena con un corazón de oro, no merecía todo el desprecio que sus padres le habían dado, si es que se les podía llamar, no creía que merecieran tener ese título después de todo lo que le hicieron, él jamás habría tratado así a Serena, y eso que sabía que no era su hija realmente, pero aún así la amaba como tal, y si él, uno de los hombres más fríos y sanguinarios que existen, era capaz de criar y querer a una niña que no es de su sangre sino de una infidelidad, no podía entender que escusa de mierda podrían tener ellos.
-Mis padres son híbridos - dijo Anita en un murmullo bajo, pero aún así Saimon lo oyó - y mis hermanos también, yo fui la defectuosa.
Eso le cayó como una jarra de agua helada, ese era el motivo, sabía de casos de híbridos que habían tenido un hijo humano, pero nunca había conocido uno en persona, y ahora tenía al lado a una producto de esa anomalía, porque eso era, una anomalía genética en la cual el gen híbrido no se activaba, pero aún así no lo consideraba una causa de peso para tratar así a su propia hija, despreciarla hasta ese punto, y más lo que había oído, podría ser que el gen no se activase, pero algo había quedado, de otro modo no habría podido hacer lo que hizo.
Mientras Saimon encajaba poco a poco las piezas del rompecabezas sobre la vida de Anita, ella se hundía cada vez más en los recuerdos, los gritos, los regaños, los castigos, todo lo que tuvo que aguantar en esa casa, ni siquiera era consciente de la realidad, tal vez ni se dió cuenta de lo que le había dicho al hombre a su lado, cada vez se abría más, y con ello el riesgo de ser descubierta, pero en ese momento no tenía cabeza para pensar en eso, Clara, su nana, la única persona que le dió cariño, su presencia era lo que anhelaba en ese instante.
El híbrido se dió cuenta de la respiración agitada y del tembleque que sufría el cuerpo de la joven, la cual hundía cada vez más su cabeza entre las rodillas. Él se agachó y se sentó en el suelo para poder estar a la misma altura que ella, no aguantaba verla sufrir de esa manera, aún peor, saber que fue él quien ocasionó eso al traer de regreso esos recuerdos, por eso, con algo de inseguridad, la rodeó con los brazos y la atrajo a su pecho, igual que la anterior vez en el despacho, solo que consciente de que en esa ocasión el llanto era más profundo y tardaría más en cesar.
-Llora, llora todo lo que necesites, no te soltaré hasta que liberes todo el dolor que acumulas en tu bondadoso corazón.
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La maldición del arma
FantasyEl mundo sobrenatural nunca ha estado en paz, si no se peleaban entre ellos, eran los humanos quienes los atacaban, pero desde hace 30 años, parece que todo está tranquilo. O al menos unas especies con otras, pues dentro de una misma especie puede h...