Capítulo 2

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Anita intentaba por todos los medios que no se notara su nerviosismo, no quería delatarse, podía ser que para todos fuera humana, que su olor indicase eso, pero su familia era de híbridos, y ellos y el rey llevaban más de tres décadas enfrentados, si se diese cuenta de quién era hija, lo más probable es que la hubiera atacado, y su querida Sere se habría visto en medio.

-Hola, mi nombre es Saimon Black, y soy el padre de la preciosidad aquí presente - dijo Saimon alegre mientras elevaba un poco a su hija en el aire.

-Papá - regañó entre risas la niña.

-Mucho gusto, yo soy Anita Hope - dijo la joven intentando mostrar toda la tranquilidad posible.

-Ella cuidó de mí, papi, ¿puede venir con nosotros?

Anita no pudo evitar que su corazón se acelerase durante una fracción de segundo, ni en sus más descabellados pensamientos hubiera imaginado lo que estaba pasando en ese momento, se había encariñado con la hija del rey de los híbridos, y lo que era peor, la pequeña le estaba pidiendo a su padre que ella fuera con ellos, lo que significaría que volvería a estar rodeada de híbridos, unos que no dudarían en matarla si descubrieran sus orígenes.

-No creo que sea buena idea, ella no es como nosotros - le susurró el rey a su hija en el oído, aún así Anita pudo escucharlo perfectamente.

-Por fa - pidió suplicante la princesa mirando a su padre con ojos de cordero degollado.

-De acuerdo - terminó cediendo en un suspiro.

-Sí - celebró la pequeña.

-Pero ella tiene que aceptar venir con nosotros - la niña miró a Anita con una mirada tan ilusionada, que no pudo nergarse aún sabiendo los riesgos.

-Está bien, pero primero debo ir a por mis cosas.

Serena no cabía en sí de la ilusión, su nueva amiga, a la que estaba empezando a querer como a su madre, se mudaría con ellos al castillo. Sin embargo, los adultos no estaban igual, ambos habían aceptado únicamente por la pequeña, a Saimon no le hacía mucha gracia meter a palacio a una humana, creía que ella se podría asustar y volvería otra vez la guerra con los humanos; y por otra parte estaba Anita y sus mil y un problemas.

No necesitó mucho tiempo para preparar todas sus cosas, la mayoría ya las tenía preparadas, no se molestó en deshacer las maletas cuando su plan de irse no salió como esperaba, al fin y al cabo, sabía que solo era cuestión de tiempo que la pequeña se fuera con su padre y ella se fuera del pueblo, pero no pensó que se iría con ella y su padre, eso nunca estuvo en sus planes, aunque por un lado estaba emocionada de seguir estando con Serena, por otro estaba aterrada, aunque no lo mostraría por su seguridad.

Por suerte para todos, Saimon había ido con su mano derecha y mejor amigo, Cailen, el cual le convenció para que fueran en coche a buscarla, ya que no podían usar su velocidad delante de los humanos, y cabía la posibilidad de que la princesa estuviera entre humanos, por lo que lo más inteligente era usar el coche para desplazarse lo más rápido posible sin levantar sospechas.

El trayecto era un poco largo, y mientras las chicas hablaban en los asientos de atrás, los chicos se encontraban en la parte de adelante, Saimon pensando en cómo explicar a Anita acerca del mundo sobrenatural sin que se asustase, y Cailen escuchando la conversación de las chicas, sonriendo de que Serena se mostrase tan animada, pues él la conocía desde el mismo día de su nacimiento, y todos esos años había sido como un tío para ella, y él estaba encantado con su sobrina.

El camino terminó, y el castillo se mostró en todo su esplendor, a pesar del miedo que le causaba estar ahí, Anita tenía que reconocer que el lugar era majestuoso, siempre pensó que la mansión de sus padres era grande, pero en ese momento no pudo evitar pensar que era un chiste comparado con el inmenso castillo que se alzaba delante de ella.

-Señorita Hope, me gustaría hablar con usted en privado si no le molesta - dijo Saimon seriamente.

-Por supuesto - dijo Anita intentando que el ligero temblor de sus manos no se notase.

-Acompáñame - Anita miró sus maletas pensando si debía llevárselas o si ya las cogería después.

-Tranquila, yo me encargaré de que te las lleven a tu cuarto - dijo amablemente Cailen.

-Gracias - dijo Anita antes de ir a alcanzar a Saimon.

El palacio era más grande por dentro que por fuera, lleno de pasillos, escaleras y habitaciones. La joven tenía claro que podría perderse muy fácilmente en ese lugar, daba gracias por poder seguir el ritmo de Saimon, el cual no se molestó en ningún momento en mirar hacia atrás para comprobar que le seguía, lo cual Anita consideraba una falta de respeto ya que era él quien le pidió que lo siguiera, pero no dijo nada, era el rey, estaban en su fortaleza, y no quería perder la cabeza, lo mejor era callar.

Les llevó alrededor de 10 minutos llegar al lugar deseado, y cuando Saimon abrió las puertas, Anita pudo apreciar un enorme despacho, el más grande que había visto en su vida, aunque tampoco era que hubiese visto muchos, pero tenía claro que ese era especialmente grande, no cabía esperar menos del despacho de un rey.

-Me gustaría hablar con usted de un par de cosas - dijo el hombre mientras se sentaba.

-Ya imagino - respondió Anita sentándose también.

-Lo primero que debe saber es que nosotros no somos normales, ninguna de las personas que hay aquí son humanas, incluyendo a mi hija, y a mí.

-Lo sé - dijo sin poder evitarlo.

-¿Lo sabe? - preguntó muy extrañado, y es entonces cuando ella se dió cuenta de lo que había dicho.

-La persona que me crió era híbrida, y he podido apreciar que Serena también lo es - fue lo primero que se le ocurrió decir, aunque en realidad no era mentira.

-Así que sabe lo que somos, y al parecer no nos tiene miedo - dijo Saimon entre asombrado e incrédulo, a lo cual Anita asintió.

-Así es - afirmó ella, fue el turno de Saimon de asentir, eso le facilitaba las cosas.

-Entonces no tendrás ningún inconveniente en quedarte.

-En absoluto.

-Bien - dijo sonriendo por primera vez en toda la conversación - está claro que mi hija te ha cogido un gran aprecio, así que me gustaría que se quedara para estar cerca de ella, ¿de qué trabajaba antes?

-De niñera en una ludoteca.

-Entonces estarás acostumbrada a cuidar de los niños, imagino que también sabrás enseñar.

-Yo me dedicaba más a la parte de los juegos y las comidas, pero en teoría sí.

-Estupendo, entonces a partir de ahora serás la institutriz de mi hija.

Anita no pudo estar más sorprendida, no imaginó ese trabajo, sí de niñera o cuidadora de Serena, pero no su institutriz, ella sabía lo que significaba ese trabajo, había observado a escondidas las clases de las institutrices de sus hermanos, sabía lo básico para ser una, pero, ¿la institutriz de una princesa?, eso era hablar en otro nivel, ni siquiera podía pensar en qué tendría que enseñarle a una futura reina, no le cabía en la cabeza.

-No se ofenda, pero dudo mucho poder hacerlo, no es lo mismo dar una clase a un niño humano, que a la princesa de los híbridos - dijo intentando no entrar en pánico.

-Ciertamente, pero por eso no te preocupes, para eso están los libros, lo que me interesa es que eduque a mi hija de una forma en la que ella no se aburra o se sienta asfixiada, Serena nunca se ha llevado bien con sus institutrices, espero que eso cambie con usted, señorita Hope.

Anita cada vez estaba más nerviosa, solo pensar en lo que pasaría si descubriera que su apellido no es Hope, sino Lonburt, hacía que se le revolvieran las tripas, no solo por el hecho de serlo, sino por la traición que ello conllevaba, pues cada vez estaba acercándose más a su hija, por lo que cuanto más pasara el tiempo, mayor sería la traición al descubrir la verdad, no solo estaba poniendo su vida en juego, sino que se estaba arriesgando a ser torturada lentamente hasta su muerte, pero por esa niña, la pequeña que había conseguido robarle un pedazo de su corazón en tan poco tiempo, se arriesgaría, aceptaría las consecuencias al final, por eso, con voz decidida, respondió:

-Seré su institutriz.

La maldición del armaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora