Capítulo 4

33 3 0
                                    

Una vez dentro, sentí como lentamente cerraba la puerta a mis espaldas. No sabía que hacer, ni mucho menos que decir, mi instinto me decía que saliera corriendo, que desapareciera de ahí, ¡peligro!, gritaba mi mente.

─Discúlpame, yo... yo no...─ empecé a balbucear. Me encontraba entre él y la puerta. El da un paso al frente, luego otro... mi espalda choca contra la puerta, un paso más y mi pecho estaría tocando el suyo, me tiembla el cuerpo, me sudan las palmas de las manos, su cercanía me pone mal, y él lo sabe, lo sabe condenadamente bien y parece estar disfrutándolo.

─¿Por qué te disculpas?─ pregunta confundido. Mantengo mi vista baja, no puedo levantarla, sé que si lo hago perderé la compostura. El parece leer mi mente, y entonces dice ─Mírame cuando te esté hablando─

Mis ojos encuentran los suyos, sus pupilas se dilatan, y es entonces cuando por primera vez, los puedo apreciar de cerca. Mi mirada viaja por su rostro y se posa en sus labios, quiero tocarlos, me muero por besarlo.

Levanto mi mano, mis dedos queriendo acariciar su rostro, él sabe lo que deseo hacer, y antes de poder tocarlo, toma mi mano fuertemente y la pone atrás de mi espalda; únicamente se limita a levantar una ceja. Sé que me hizo una pregunta pero no puedo recordar qué era.

Él espera paciente a que yo responda, a veces me desconcierta como es que puede estar tan tranquilo en momentos así, hace unos instantes estaba tan molesto y ahora... ni un rastro de emociones.

"¿Por qué te disculpas?" la pregunta llega nuevamente a mí, ¿por qué me estaba disculpando?, la verdad, no tengo ni idea, pero no puedo decirle eso, ¿o sí?

─Estás enojado conmigo, entiendo que tenerme aquí más de un día no es lo que esperabas. Pero en cuanto mi auto esté reparado, me marcho─ siento como su mano se cierra con más fuerza alrededor de la mía, provocándome un poco de dolor. Un suspiro sale de mis labios, sorprendiéndome, ¿qué me estaba haciendo este hombre?

─Oh dulzura...─espeta conmovido por mi reacción. ─Sí, si estoy molesto, pero no es por lo que tu piensas─ suelta mi mano, y entonces lentamente posa sus dedos sobre mi mejilla, acariciándola con ligeros toques. Sus ojos brillando, su rostro acercándose cada vez más a mí, cierro los ojos, levanto los labios, esperando que me bese, tan cerca, siento su aliento sobre mi boca... un poco más... pero nada pasa.

Atónita, abro los ojos, sólo para encontrarlo observándome, analizándome. Nuevamente su rostro carece de expresión alguna. Sólo se limita a observarme. Parece que hemos estado así una eternidad, y entonces sus labios pronuncian las palabras más extrañas que haya escuchado nunca.

─Híncate─

Lo pienso, ¿debería hacerlo?, quiero hacerlo, pero, ¿qué está pasando? Algo en mi interior tiembla, emoción, nervios, excitación, miedo, euforia. Es lo que había estado anhelando toda mi vida, y por fin lo tengo, tan cerca, enfrente mío.

─Danielle, híncate, ahora...─ vuelve a decir, esta vez más fuerte y entonces, su voz me transporta a otra dimensión, mi cerebro se desconecta, mi mente se silencia, mis sentidos sólo lo escuchan a él, lo ven a él, lo sienten... únicamente... a él. ¿Cómo lo hizo?, no lo sé, pero por primera vez en mucho tiempo me siento libre, como si estuviera flotando. No sabía lo que necesitaba, hasta este preciso momento. Y es entonces cuando el deseo de complacerlo se asienta en mí, rindiéndome ante él, obedeciendo.

─Buena chica, sabía que no me había equivocado contigo─

Me encuentro hincada, mirando hacia el suelo, por lo que sólo puedo escuchar sus movimientos. Pero no me importa estar así, todo el miedo desaparece de mi cuerpo, solo para ser reemplazado por éxtasis. Todos los pensamientos negativos se esfuman, dejando únicamente un zumbido tranquilizador.

EncuéntrameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora