Capítulo 2

38 5 0
                                    

Vamos de camino en su auto, la verdad no sé cuanto tiempo ha pasado desde que me recogió de la carretera. Pero afortunadamente nos encontramos con un establecimiento de comida rápida por lo que pude satisfacer mi hambre, bueno, al menos sólo una parte...

Jamás en la vida creí que comer papas fritas sería algo tan sexy, pero el ver como Garrett masticaba y tragaba, provocaba algo en mí, que no tenía sentido. Me estaba volviendo loca. ¿Lo estaba haciendo a propósito?, trato de no pensar en ello, cambiando mi vista de su rostro hacia el paisaje.

─Y bueno cariño, cuéntame más de ti, ¿qué hace alguien como tú en lugares como estos?─ estaba a punto de responder, agradecida por tener algo de que hablar, cuando de repente siento su mano en mi pierna. Lo volteo a ver esperando una reacción, aunque si soy honesta, no quiero que la quite de ahí, se siente tan bien, pero por otro lado, jamás he estado con un hombre antes, y no sé cómo reaccionar.

Respire, una... dos..., tres veces, haciendo que el oxígeno entrara a mis pulmones, calmando el cosquilleo que sentía en mi interior; y como pude respondí en apenas un susurro.

─Mi nombre ya lo sabes... tengo 24 años...─ su mano empezó a subir por mi muslo, y justo antes de llegar al lugar prometido, comenzó a descender, únicamente para volver a empezar el recorrido. ─Hmmm..., yo... este..., pues vine aquí... pues para...─ ¡por Dios!, ¿qué me está pasando?

─Relájate preciosa, no va a pasar nada que tu no quieras─ dice dejando su mano ahí; con un poco más que la mueva hacia arriba estaría llegando a la unión de mis piernas. Y él lo sabe, lo sabe perfectamente y al parecer también le gusta, tenerme así, bajo su poder, temblando y ansiando su toque.

─Continua, cielo─ exige, dando la orden, y yo sin saber cómo ni por qué, obedezco; y empiezo a contarle todo, absolutamente todo acerca de mí.

Le conté acerca de mi familia, de lo que viví cuando mi padre se fue, cosas que jamás le había dicho a nadie, secretos, sueños, miedos. No tengo ni idea de cuánto tiempo he estado hablando, ni en que momento empecé a llorar, lo único que sé, es que su presencia es reconfortante y tenerlo conmigo me hace sentir menos sola, llenando un vacío que no sabía que tenía.

Después de tales revelaciones, estaba agotada, exhausta física y mentalmente. No soy consciente de en que momento me quedé dormida, ni mucho menos cuando fue que llegamos a su casa, aunque la palabra casa, se queda corta, esto era enorme. Eran hectáreas y hectáreas de zonas verdes, ¿acaso eso era un viñedo?, no lo sé con exactitud, debido a que había caído la noche, todo se encontraba a oscuras, a excepción de la casa, pues fuera había dos pequeñas lamparitas. Ya mañana sería otro día para explorar.

Garrett toma mi equipaje, y con la mirada me da a entender que lo siga, obedientemente lo hago, él nos conduce a ambos por un largo pasillo, señalando una puerta, asiente y dice.

─Ésta es mi habitación, no puedes entrar sin mi permiso, ¿queda claro?─ yo sólo asiento, pues no me da tiempo de responder, continúa caminando y se detiene frente a otra puerta

─Y aquí es donde tú te vas a quedar, la habitación cuenta con baño propio y si te da hambre, la cocina esta pasando el pasillo a mano izquierda, pero esperemos que no, no quiero que se me moleste a tales horas─

No entendía su cambio de humor tan repentino, ¿fue algo de lo que dije? El dio media vuelta y se fue, dejándome sola con mis pensamientos, y de repente, una vez más, me entraron ganas de llorar, definitivamente este no había sido mi día.

La habitación era preciosa, la cama era enorme y estaba cubierta de las más suaves sábanas que he tocado en mi vida. El baño me dejó impactada, tenía una regadera y una tina con hidromasaje, bastante tentador. Creo que seria buena idea un baño, para quitarme el estrés del día así como también la pesadez que se alojó en mi pecho.

Me desnudé ahí mismo, sin ninguna timidez, pues si yo no podía entrar a su habitación, asumo que el tampoco puede entrar a la mía, a menos que le de permiso, ¿no?

Primer error.

Al salir del cuarto de baño no pude encontrar mi ropa por ningún lado, lo único que hacia acto de presencia era un pequeño albornoz de color rosa. No sabía cómo sentirme al respecto, sus cambios de humor me afectaban más de lo que quería reconocer. Ya mañana resolvería eso, así como también el asunto de mi ropa, no puedo andar así, únicamente vistiendo esto, ¡ni siquiera había dejado ropa interior!

Cansada, agotada y derrotada, me acosté en la cómoda y deliciosa cama, y en cuanto puse mi cabeza sobre la almohada todo el peso del día cayó, haciendo que me quedara dormida en instantes.

─Levántate─ escucho que alguien me ordena.

Inmediatamente hago lo que me dice, me levanto, complaciente esperando la siguiente orden. Todo está oscuro, pero su silueta es inconfundible, su gran altura me hace sentir pequeña, indefensa, y lo peor de todo, es que me fascina,

─Desnúdate─ la siguiente orden me toma un poco más de sorpresa, y lentamente, con dedos temblorosos empiezo a bajar los tirantes del albornoz.

Una vez desnuda, el se acerca a mí, pero sin llegar a tocarme. Me rodea, siento sus ojos encima de mí, siento calor en todos los rincones de mi cuerpo. Las palmas de las manos empiezan a sudarme, no sé lo que va a hacer. Pero esta tensión que está creando, me gusta, se asienta en mi como un peso tranquilizador, él está aquí, conmigo... y yo estoy dispuesta a hacer todo lo que me diga.

Siento su mano posarse en mi espalda, sus dedos como plumas, rozan sutilmente mi piel, bajando... bajando..., llega a mis glúteos y los empieza a masajear; doy un pequeño respingo cuando suelta el primer azote, el placer sustituyendo al dolor. Luego llega el segundo, y el tercero... hasta que pierdo la cuenta; ardor, dolor, placer.

─Mmmh─ sale de mis labios, y el sonríe. Sabe que me gusta, lo sabe porque a través de esos ojos penetrantes, pudo llegar a conocerme. Descubriendo esta faceta mía que con tanto ahínco había escondido.

─Dime quien te va a poseer, dime a quien perteneces─ todo esto lo decía mientras seguía azotándome. Ya no podía pensar en nada más, únicamente en Garrett y sus manos sobre mí, pero no era suficiente, necesitaba más, mucho más.

─Contéstame, solo así te daré el alivio que buscas─ dejo de azotarme, y en un solo movimiento, quedamos cara a cara, a sólo unos milímetros de distancia, podía sentir su aliento en mis labios. Él seguía esperando...

─A ti, te pertenezco a ti, solamente a ti, por favor... tómame─ sonriendo, de esa manera tan seductora y llena de perversión, empezó a bajar su mano, yo sentía el lento deslizar entre nuestros cuerpos, todo esto sucedía con su mirada fija en mí, atento a mis expresiones, a los pequeños sonidos que salían de mi boca.

─Buena chica─ y sin más, su mano tocó entre mis piernas, haciendo que soltará un gritito...

Desperté sobresaltada, confundida. ¿Qué es lo que acaba de suceder?, me reincorporo y noto que todo está en su lugar, justo como debe de estar... y es entonces cuando caigo en cuenta que, sólo había sido un sueño. Un sueño que se sintió hiper real...

EncuéntrameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora