Capítulo 9

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Mis ojos encuentran los suyos, pero mi visión es borrosa debido a las lágrimas, no me quiero ir. Dios, la vida, el universo, quien sea, sabe que quiero quedarme con Garrett.

Pero, tampoco puedo hacerlo. Mucho menos después de esto que acaba de suceder. He roto todas las reglas, es probable que haya roto otras de las cuales ni siquiera habíamos discutido.

Reposa sus brazos sobre la puerta de mi auto, esperando... quiere saber por lo que está pasando; una parte de mí quiere decirle que eso no es asunto suyo, que soy libre de irme cuando yo quiera.

Sin embargo, la otra parte, la parte que he estado escondiendo toda mi vida, quiere pedirle perdón, explicarle todo, abrazarlo y besarlo, que me diga que todo estará bien.

Él conoce perfectamente bien esta parte mía, por eso me presiona, me empuja, llevándome al borde.

Se acerca cautelosamente, lentamente moviendo su mano, espero su toque ansiosamente, pero lo único que hace es inclinarse y tomar las llaves de mi auto. Y sin más, se aleja, retomando el camino a casa... dejándome sola y más confundida.

¿Qué significa eso?, ¿quiere que me vaya o no?

La luz del sol se filtra a través de mis pestañas, mantengo los ojos cerrados. No me doy cuenta cuando, pero en algún momento dejé de llorar, solo para dar entrada a una terrible migraña, la cabeza me está matando, y no sé qué hacer.

Puedo quedarme aquí, en mi auto, pasar la noche, ¿y luego?, ¿qué haré en la mañana?, también podría entrar a la casa y pedirle a Garrett las llaves del auto, aunque también...

─¡No!, pero...─ No puedo decirle que me estoy enamorando de él. Eso sería darle todo el poder, todo el control, y ya le dé dado bastante, un poco más y estaría completamente perdida. Estaría absoluta y totalmente a su merced.

─¡AAAHH!─

Golpeo mi cabeza contra el volante, estoy demasiado confundida entre lo que debo, quiero y puedo hacer. El golpe solo hace que el dolor de cabeza aumente.

Me rindo...

Él tiene todas las de ganar mientras que yo, todas las de perder. No puedo seguir aquí sentada, perdiendo el tiempo, que pase lo que tenga que pasar, me cansé de luchar contra mí misma.

La suerte está echada.

Mis pies entran en contacto con en el camino terroso, suspiro una última vez y me pongo en marcha. Si me quiere aquí, bien, y si no, también.

Mentirosa...

Dice la voz en mi interior, pero la ignoro, suficiente ha hecho el día de hoy.

El trayecto de regreso a la casa es largo, no me había dado cuenta pero la granja es enorme, fácilmente se podría llegar a perder uno aquí. Sin embargo, continúo caminando.

Una vez dentro, empiezo a buscarlo, pero no hay rastro de él. Guardo silencio, esperando escuchar algo, un movimiento, su respiración, pero nuevamente nada.

Río histéricamente, pues el silencio me recuerda a esta mañana y todo lo que sucedió a partir de ahí.

Me dirijo a la cocina por un vaso de agua, y lo que ahí se encuentra, encima de la mesa, me deja sin palabras. Es un trozo de pastel de chocolate, un vaso de leche y dos aspirinas. ¿Cómo...?

Ese hombre me sorprendía cada día más. Sin notarlo, una enorme sonrisa se instala en mi rostro; haciendo que las barreras que protegían a mi corazón, cayeran una a una, en cuestión de segundos.

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