Capítulo 29

45 3 2
                                    

Al parecer mi decisión había afectado a Garrett, más de lo que había pensado; supongo que no estaba acostumbrado a que lo dejaran, es decir, él es el que tiene la última palabra.

Estaba parada frente al espejo, con el vestido negro en una mano, y los zapatos en la otra. Me moría por usarlos, pero, no quería hacer justamente lo él me había indicado. No cuando ya no le pertenecía, ya no tenía sentido.

Dejándolos a un lado, me dirigí al lugar donde se encontraba toda la ropa que me había comprado, sabiendo exactamente lo que me iba a poner.

El vestido era de color rojo, vibrante. Tenía una abertura lateral que llegaba hasta mi cadera, mostrando toda la piel de mi pierna izquierda; el escote era pronunciado, un poco más y no dejaría nada a la imaginación. Finalmente, el toque final, la espalda quedaba totalmente descubierta.

Así que, adiós ropa interior por el día de hoy.

Haciendo mi maquillaje un poco más cargado de lo normal, y dejando mi cabello suelto en ligeras ondas, volteé a verme nuevamente al espejo, pero esta vez, no me reconocí.

El frío parecía no disminuir, pero con unas copas encima, se iría inmediatamente, eso esperaba. Y si no, enfermarme valdría totalmente la pena.

Me veía poderosa, inalcanzable, etérea. Necesitaba todo el poder a mi favor para no derrumbarme enfrente de ella. No debía mostrar signos de debilidad.

Ya eran pasadas las 9:00 pm, y todavía se podía escuchar a Garrett dando órdenes al personal que había venido para organizar la fiesta. Su buen humor había desaparecido, y me sentía un poco mal por las personas que se habían llevado la peor parte.

No quería bajar hasta que empezaran a llegar los invitados, estar con él y con el personal, bueno, no es como quería pasar las últimas horas de este año.

Con una cobija encima, protegiéndome del frío, esperé, y esperé, y esperé, repasando en mi mente lo que haría al finalizar la fiesta, no lo pensaría más y me iría. Retocando mi maquillaje y peinado, así se me fue el tiempo volando.

El bullicio pronto empezó a hacerse notorio, mucha gente ya había llegado, pero Garrett no había venido a buscarme.

No importa, no importa.

La suerte estaba de mi lado pues, el elegante mueble donde Garrett mantenía los licores, se encontraba sin llave, disponible para mí.

Tomando un poco de valor, y un poco de tequila, vodka y ron, poco a poco un agradable calor comenzó a instalarse en mi interior. Era justo lo que necesitaba.

Parada justo donde comenzaban las escaleras, me agarré al barandal, estaba un poco mareada, pero asumo que deben de ser los nervios. Lentamente comencé a bajar, paso tras paso.

Pronto mi mirada enfocó a todos los que ahí se encontraban, no reconocía a nadie, obviamente. Pero eso no iba a detenerme, continué bajando hasta que mis pies tocaron el piso firme de la enorme habitación.

Un silencio incómodo comenzó a establecerse, todas las miradas se encontraban fijas en mí. Gracias a Dios que en ese momento un camarero iba pasando con una bandeja de copas de champagne, así que tomé una mientras sonreía a los invitados.

Miradas de aprobación masculina me seguían, algunos hombres ahí presentes me sonreían sin disimulo, sus respectivas parejas, enviaban veneno a través de sus desagradables gestos.

Ellos lentamente comenzaron a retomar sus conversaciones, dejándome en el olvido, por fin. Empecé a buscar a Garrett con la mirada, no quería estar tan cerca de él, pero esta soledad era peor.

EncuéntrameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora