«OO8»

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«Empalagoso»

Estaba en un difícil debate mental.

¿Debía ir con Don y disculparme con él por ser un tonto, o buscar a Ray y molestarlo?

Don de seguro piensa que soy una basura insensible y también creo que no quiere verme.

Así que, me encontraba buscando a Ray por toda la casa. No lo encontré en la biblioteca como era usual ni tampoco en la cocina, por lo que salí al patio y allí lo vi caminando hacia el bosque cargando su fiel libro en una mano.

Quizá se iba a reunir con Norman y Emma.

Heh.

¿Por qué me excluyeron?

—¡Ray! —le grité desde lejos, comenzando a acelerar el paso para llegar a él. Mi querido amigo se giró a verme y solo logró formular una expresión confusa cuando finalmente logré abalanzarne encima suyo de un salto, haciéndolo perder el equilibrio por un segundo. Lo envolví con mis brazos, sonriente.

—¡Te encontré! —le dije.

—Uh... eres tan... empalagoso —murmuró. Como se negó a mirarme, no vi que expresión puso.

—Tu eres taaan lindo...

—No digas esa clase de cosas solo para avergonzarme.

—No lo digo para avergonzarte.

Acomodé mi cabeza sobre su hombro hombro y sentí muy próximo el calor de sus mejillas.

—¿Ahora que ha-...?

—Ray es el espía de mamá~ —canturreé en su oído con una sonrisa. Al instante sentí como Ray se tensaba y un escalofrío recorría su espalda. Se veía sorprendido. Muy sorprendido.

¿Acaso no me creía capaz de averiguarlo por mi cuenta?

Bueno, en teoría no lo averigüé por mi cuenta. ¿O sí?... Sólo escuché su conversación por casualidad... no es nada grandioso.

—¿Que te hace creer eso? —preguntó, tratando de reponerse y fallando en el intento.

—¿De verdad llevas seis años ayudándola?

—Okay, lo sabes. ¿Cómo?

—Soy asombroso, ¿lo ves? No tanto como Norman o tú, pero lo suficiente como para lo descubrirlo por mi cuenta.

—No es lo que pregunté. Dime como lo supiste.

—¿Porqué debería? —murmuré sonriendo. Ray sonrió levemente fastidiado.

—Sí que eres... ugh, ¿qué quieres?

Me detuve un momento a meditarlo. Quizá me tomé su propuesta muy en serio.

—Quiero que me enseñes a leer.

—¿Qué? Enseñarle a leer a alguien no es sencillo —refunfuñó. Mis brazos lo sujetaron con más fuerza ante esa reacción.

—¡Da igual, quiero aprender! —repuse con impotencia. Mi mirada descendió y traté de mantener mi sonrisa—. Quiero estar a su altura y no ser un estorbo, sé que no soy muy inteligente como tú... por eso...

No quiero que me vean como un inútil.

Luego de unos segundos de silencio, lo escuché suspirar.

—Tonto, no hables de ti de esa forma... —susurró—. Esta bien, te enseñaré a leer.

—¡¿Enserio?! ¡¡Gracias!!

—¡B-bien, pero ya bájate!

—Nop.

𝗲𝘅𝗽𝗲𝗿𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼      the promised neverland & male reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora