«OO3»

10.8K 1.3K 1.3K
                                    

«Pequeño»

—¿Gilda? ¿Estás bien? —Pregunté extrañado. Estaba afuera, sentado en el césped mientras jugaba con los niños pequeños junto con Gilda, solo que esta se veía un poco rara desde hace rato.

—Uh, sí... —respondió distraída. —Es que... Tal vez no lo hayas notado por que llegaste hace unos días, pero Emma se ha estado comportando muy...

—¿Extraño? —la interrumpí. Ella asintió.

—Sí... últimamente ha estado pasando más tiempo de lo normal con Norman y Ray... —murmuró decaída. —Es como si... Nos estuviera dejando de lado...

—Oh, ya veo. —dije asintiendo. Ella volteo a verme confundida. —¿Te sientes apartada y triste?

Trató de sonreírme.

—Algo así...

—No te sientas así —Dije sonriendo, completamente convencido de que eso la animaría. —Espero haberte ayudado.

—No mucho en realidad...

—Lo siento, no soy muy bueno con los sentimientos.

—La verdad, lo dudo... sonríes mucho, casi tanto como Emma —rió.

—¡Puedo estar sonriendo y también estar pensando en cómo matarme!

—¿E-Es broma?

—¿Tal vez?

Logré hacerla reír un poco. Me quedé viéndole unos segundos antes de acercarme.

—¿Que haces? —preguntó confundida.

La rodeé con mis brazos mientras le daba unas palmaditas en la espalda, como consuelo.

—Me han dicho que los abrazos hacen sentir mejor a las personas. —sonreí. Gilda se quedó perpleja por unos momentos; pero luego correspondió a mi abrazo con firmeza, enterrando su rostro en mi hombro.

—¡Yo también quiero un abrazo!

Ambos sentimos un peso extra encima, volteé y me encontré con el tierno rostro de Chris. Uno de los muchos niños con los que quedé encantado.

—¡Abracemos todos a Gilda para subirle el ánimo! —grité llamando la atención de otros niños.

—¡E-Espera! —para cuando Gilda reclamó ya era muy tarde.

Muchos niños se nos acercaron y se tiraron encima nuestro mientras reíamos.

Observé a Gilda reír siendo casi aplastada por los pequeños que la abrazaban felices.

—Gracias _________, me siento mejor.



...



—Quiero llevarme bien con todos. —Dijo la hermana con una sonrisa que me inquietaba. —Juguemos.

Hace unos momentos, Emma había había propuesto que entrenarían a los niños jugando a las traes, cosa que acepté jugar sin pensarlo dos veces.

Pero Norman había conseguido atraparme por un descuido a penas el juego comenzó; cosa que hizo que me quejara por varios minutos. Que quede claro, fue un descuido.

Era como patear mi orgullo, y no, otra cosa que no me gustaba además de que me digan pequeño es que pateen mi frágil orgullo.

Ahora la hermana estaba proponiendo jugar otra vez, y aunque esa mujer me asustara, era una oportunidad para mostrarle a Norman que no era tan fácil de vencer.

𝗲𝘅𝗽𝗲𝗿𝗶𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼      the promised neverland & male reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora