~ Mi Dulce Carta ~ (Yami/Atemxtú) [A.I.]

~ Capitulo 04 ~

[Editado ✓]

_Con Yugi_

Se pone la pijama y se acuesta debajo de las sábanas, pero se queda viendo el techo por un momento.

—(¿Pasa algo, compañero?)—. Yami lo había notado distraído desde la plática. También cuando fueron por las cosas.

—No lo se… hay algo en lo que me deja dudando… pero no sé que es— se gira para ver la proyección de Yami —(no has dicho nada desde que regresamos, ¿Pasa algo?)—.

[Autora: por ahora, solo Yugi puede ver la "proyección" de Yami, como si fuera una imagen algo transparente]

—(A decir verdad, creo que ella nos está ocultando algo)— alza su mano derecha —(y eso no es todo… cuando la conocimos, y también cuando la toqué… sentí que me era familiar)—.

Yugi estaba sorprendido —(¿A caso… crees que ella tenga alguna conexión con tus recuerdos?)—.

—(Es posible, pero no sé cómo descubrirlo)— baja su mano —(por ahora, tenemos que buscar la forma de ayudarla)—.

Yugi asintió, para luego cerrar los ojos y dejar que el sueño lo atrape.

A la mañana siguiente, al escuchar el despertador, te paraste del suelo y levantaste con ligeros movimientos a Tea y a Joey.

—Chicos, despierten~— agitas un poco a ambos.

Joey, con la baba cayendo de su labio, comenzó a abrir los ojos —umn… ¿Qué pasó…?—.

—¿Eh?— Tea se sienta para estirarse y bosteza —buenos días~—.

—Buenos días, espero que hayan dormido bien~— les sonreiste, entonces, captaste un olor a comida —creo que el viejito está haciendo el desayuno, vayan mientras yo iré a despertar a Yugi—.

Ya que los chicos despertaron, vas hacia la habitación de Yugi.

Tocas la puerta con un leve golpeteo —¿Yugi, estás despierto?— acercas la oreja, pero no escuchas respuesta —¿Yugi?—.

Seguiste sin recibir respuesta, entonces tomas una pequeña decisión —Y- Yugi, voy a pasar—.

Abres la puerta con cuidado y entras a la habitación, encontrando al chico aún acostado sobre su cama.

Te acercas hacia él y lo agitas un poco —Yugi~, creo que tienes que levantarte—.

El chico se queja levemente, pero no despierta, entonces ella decide jugarle una broma.

Pones ambas manos en tus caderas y sonríes —oye, si vas a estar de bella durmiente, tendré que despertarte con un beso—.

—¿Eh?— reacciona de inmediato —¡¿Qué qué?!— se levanta de un salto y se sonroja —¡¿T- T/n?! ¿Qué haces aquí?—.