Capítulo 3 - Borracha

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Simón

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Simón.


—Te —le doy un beso y ella rueda los ojos —amo —le doy otro beso y sonrío cuando suspira cansada —mucho —me separo lentamente y admiro su sonrisa de rendición.

—También te amo, tonto —la abrazo con fuerza e ignoro sus quejas porque no quiero se vaya de la cama. Apenas son las once y no quiero que me deje —. ¡Simón! Tengo que ir al gimnasio, tengo que entrenar y... —dejo besos por todo su cuerpo y ella ríe antes de empujarme contra la cama.

—Uno solito y ya —pongo mis manos a los lados de su cintura y admiro a la perfección que tengo como novia.

Tiffany y yo llevamos cuatro años saliendo. Es la mujer de mi vida y estoy seguro de que será la madre de mis hijos. Estoy completamente enamorado de ella y sé que ella de mí, lo único malo de nuestra relación son los celos y la desconfianza.

Nos celamos por todo, de todos y a cualquier hora. No podemos vivir sin hacerlo y realmente se volvió algo con lo que aprendimos a vivir. Me gustaría decir que lo hemos intentado trabajar pero eso es mentira, somos increíblemente ignorantes a ello.

Pero eso no quiere decir que no tengamos nuestros momentos lindos. Nos regalamos cosas, tenemos citas, salimos de viaje, hacemos el amor y somos felices juntos. Y pronto tendremos una boda si me animo a darle el anillo.

— ¿Así? —jadeo cuando salta sobre mí y muerdo mi labio inferior deslizando mi mirada por todo su cuerpo.

Mi preciosa novia es pelirroja, tiene unos labios color rosa y un cuerpo espectacular. Es modelo, boxeadora y la única mujer que podría volverme cursi y tóxico al mismo tiempo. Es perfecta.

—Dijiste solo... Uno —ella clava sus uñas en mi espalda y reprime los gemidos para no ser escuchada por mi hermana. Estamos en mi casa, (como casi siempre), y en la noche prepararemos una reunión para celebrar lo que aún no tiene nombre. Solo buscamos una excusa para beber.

— ¿Estás bien? —frunzo el ceño cuando los quejidos dentro del baño me sacan de mis pensamientos.

Entro después de ponerme un bóxer y ladeo la cabeza cuando ella asiente aún sentada en el suelo.

—Te dije que la comida sabía mal —su voz se escucha rasposa y no dudo en levantarla detallando todo su rostro. Está pálida y se ve bastante indispuesta.

—No vayas al gimnasio, peleaste ayer y mira tus nudillos —tomo sus manos e ignoro su mueca porque sé que finge indiferencia. Se nota que le duelen pero ella nunca demuestra su dolor.

—Fue una pelea amistosa, Wesley no quiere que deje de entrenar —niego nada convencido con su excusa.

—Solo quédate a descansar, ¿vale? No es sano que hagas fuerza sintiéndote mal.

La hago acostarse a regañadientes y no dudo en preparar un rápido desayuno para levantarle los ánimos y las defensas. Es extraño porque Tiff come muy sano y hace deporte, así que doy por hecho que la comida de ayer sí estaba mala.

Conquistando a Sarah ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora