Capítulo VI

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Capítulo VI

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Capítulo VI

"Waking up"

Natasha no sabía que hacer. Matt había levantado una denuncia en su contra por agresión y, había recogido los antecedentes de la reacción alérgica de Emily para demandarla y exigirle su tutela. El porqué quería tan desesperadamente a la niña, escapaba de su comprensión. Nunca había sido un padre presente, nunca se había preocupado por ella, ni siquiera había cambiado su pañal cuando era una bebé o había asistido a una función escolar. Se perdía sus cumpleaños y en las Navidades enviaba sólo un enorme regalo con una disculpa por no poder ir a verla una vez más. La mujer recordaba al marido frío y lejano, a sus aventuras constantes, a las mujeres que encontró a su lado más de una vez. Recordaba las peleas y los gritos y luego, los golpes.

El día en que él le puso la mano encima, delante de su hija, decidió que era demasiado y lo dejó. Él la persiguió por meses, pero, luego se aburrió de ella y volvió a sus conquistas, dejándolas a ella y a Emily en el olvido. Natasha no lo extrañaba. No podría nunca extrañar a un hombre que prometió bajarle la luna y las estrellas para luego estrellarla contra el suelo sin piedad. Lo que le dolía era la mirada en los ojos de su hija cuando veía a sus amigas con sus padres. Emily Grace no extrañaba a su padre, extrañaba a la idea de lo que debería ser un padre. Con la citación entre sus manos, la pelirroja se dejó caer en el sofá de su sala y sollozó, pensando en que tenía todas las de perder.

Ella trabajaba demasiado, demasiadas horas fuera de casa y con eso, había descuidado a su hija. Si bien tenía una cuidadora responsable y a la niña no le faltaba nada, ningún juez del estado dejaría de notar el barrio en el que vivían, el departamento con la pintura ajada y las cuentas acumulándose en la encimera. Por más que trabajaba, por más que se esforzaba, el sueldo no era suficiente, nunca lo era. Matt, por otro lado, había sido ascendido en su trabajo y vivía en un bonito suburbio en el que todos aparentaban ser mejores de lo que en realidad eran. A todas luces, para un espectador ignorante de la realidad, lo mejor era que la niña estuviera con su padre.

Natasha observó el techo, perdida en sus recuerdos y en sus remordimientos. Tenía que pensar, pensar en un modo de salir de ahí, de demostrar que ella era lo mejor para su hija. Un escalofrío la estremeció cuando Steve se le acercó en silencio y observó por sobre el hombro el papel que tenía entre las manos. Era una citación judicial, una demanda por la custodia de Emily. Recordó la promesa que habían hecho Emily y él: ella no quería irse con su papá y él había prometido que no la abandonaría, que no dejaría que se la llevaran del lado de su madre. Realmente quería hacerlo, pero, ¿cómo?

De pronto, Natasha se echó a llorar y comenzó a cantar entre dientes aquella canción que él ya le había escuchado una vez. Era una melodía dulce, nostálgica y él juraba que le recordaba a algo, a alguien. Un dolor lejano, una ausencia que nunca estuvo ahí... sus ojos se fijaron en una lágrima que descendía por su mejilla y su mente quedó prendida del sonido de su voz. Y entonces, lo recordó. Volvió a tener quince años y se encontraba en el auditorio de la escuela viendo cantar a la chica más bonita de la escuela. Todo el mundo conocía a Natalia Romanoff como lo que era: una belleza inalcanzable, la chica transferida de otro estado que no dejaba que nadie se le acercara. Steve siempre la había seguido con la mirada, suspirando a su paso como lo hacían los demás.

Compartían clases, pero, nunca la había escuchado decir ni una sola palabra y jamás se separaba de su hermana, una rubia de ojos castaños y mejillas suaves. Ambas eran tímidas, reservadas y no parecían tener más amigas. Su madre las dejaba en la escuela cada mañana y pasaba por ellas en las tardes, siempre seria, siempre adusta y siempre vestida de riguroso negro. En la escuela comenzaron a circular rumores: que si la madre era prófuga de la justicia, que si eran brujas, que si el padre había sido un mafioso de Chicago que logró que lo mataran y por eso la familia había huido... las aislaron aún más y él se limitó a observarla a la distancia, jurándose a sí mismo que al día siguiente se armaría de valor e iría a saludarla.

Nunca lo hizo.

Pero, por sobre todos los rumores, Natasha destacaba. Y ahora estaba ahí, en medio del escenario, vestida con un largo traje de cola blanco y el cabello recogido en un lindo tocado, cantando con voz de terciopelo una balada en ruso. Y Steve se quedó prendido completamente de ella. Aquello era lo más bonito que hubiera visto jamás y le aceleró el corazón de un modo que nunca nadie más logró. Ese día se prometió que al día siguiente hablaría con ella, pasara lo que pasara. Pero, nunca contó con que ese sería su último día en el instituto y que él nunca volvería a verla. Los años pasaron y él siempre recordó con cariño aquel amor de juventud que nunca fue y que nunca sería.

O, eso creyó, hasta que murió y fue a dar justamente al departamento de la chica que le robó el corazón en su juventud.

⸺ ¿Cómo pude olvidarme que eras tú...?⸺ susurró, alargando una mano para acariciarle la mejilla. En ese momento, Natasha se giró hacia él y, por primera vez, él creyó sentir que ella lo veía. Ella pestañeó varias veces, como intentando convencerse de lo que veía y, alargó una mano también hacia él.

Extrañamente, no sentía miedo. Él no le daba miedo. Era como encontrarse con un viejo conocido, con alguien que buscó por mucho tiempo. Quizás estaba soñando. Aquello debía ser un sueño, no podía ser nada más. Las yemas de sus dedos se posaron sobre la mejilla del hombre y Steve dio un respingo, respirando entrecortadamente. Comenzó a sentirse extraño, consciente de su cuerpo, del aire en sus pulmones, de la sangre en sus venas. Porque, de pronto, todo estaba ahí otra vez. Las sensaciones, la vida volvía a él. Un escozor en su garganta lo hizo carraspear y el aire comenzó a hacerse escaso. Entreabrió los ojos que había cerrado, producto del cúmulo de sensaciones que lo envolvieron y observó a Natasha, quien lucía borrosa y lejana de pronto.

⸺ Natasha...⸺ susurró antes de desaparecer. Algo lo jaló desde el centro del estómago y lo arrastró lejos de ella, lejos de Emily, lejos de todo.

Cuando volvió a abrir los ojos, se encontró a sí mismo tendido en una cama de hospital. Pestañeó despacio, sin ser capaz de respirar adecuadamente. Algo en su garganta se lo impedía. Intentó moverse, pedir ayuda, pero, no era capaz de levantar nada, ni siquiera de incorporarse. Las máquinas a su alrededor comenzaron a pitar, furiosas y él movió los ojos en todas direcciones, desorientado y confundido. Una mujer vestida de enfermera apareció en su línea de visión y lo miró, sorprendida.

⸺ Dios mío...⸺ murmuró, acercándose a él para sostenerlo contra la cama⸺ Tranquilo, señor Rogers, tranquilo. Ya vendrán a atenderlo, tranquilo. ¡Doctora Hill!

Una mujer castaña entró rápidamente a la sala, alertada por los gritos de la primera y se acercó a él con cara de sorpresa.

⸺ ¿Señor Rogers? Tranquilo, lo ayudaremos. Tiene que mantener la calma, ¿sí? ⸺ le pidió con voz tranquila, antes de retirar las maquinarias y el apoyo respiratorio. Steve carraspeó y dejó que lo revisaran, tan confundido como lo estaban sus cuidadoras⸺ Señor Rogers, soy la doctora Hill. Le haré algunas preguntas, ¿está bien? ¿Recuerda su nombre completo? ⸺ preguntó mientras le revisaba las pupilas con una pequeña lámpara que extrajo del bolsillo de su delantal.

⸺ Steven... Steven Grant Rogers⸺ respondió con voz ronca mientras seguía con la vista el dedo que la doctora mecía frente a su rostro. Sentía la garganta adolorida y su cuerpo sin fuerzas⸺ Me llaman Steve.

⸺ ¿Qué es lo último que recuerda? ⸺ volvió a preguntar, presionando distintas zonas en sus manos y piernas. Steve recordaba muchas cosas, especialmente a Natasha y Emily, pero, aquello no podía decirlo, así que optó por lo más lógico.

⸺ Me dispararon. Estaba de gira en Afganistán...⸺ murmuró y la mujer lo miró con una sonrisa amplia y sincera.

⸺ Es increíble... sus funciones están perfectas, señor Rogers. Es... es casi un milagro⸺ afirmó, provocando que Steve la mirara extrañado.

⸺ ¿C-cuánto... cuanto tiempo llevo aquí? ⸺ preguntó, confundido.

⸺ Tres meses...⸺ respondió la doctora⸺ Lleva tres meses en coma... 

Good friendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora