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Natalan.

El jodido día estaba horrible, lamentablemente no tenía nada en la nevera. De una u otra forma tenía qué ir al supermercado por algo de comer, sólo quedaban algunas sobras de otros días pero no, no quiero morir intoxicado aún. Salí, caminé por las calles del viejo vecindario al que tuve que mudarme y sí, cuando digo viejo es porqué lo está.

Lo peor estaba por venir, me tomé la jodida temperatura y tuve qué colocarme la mascarilla. Entre mirando cada estante del supermercado mientras colocaba en la canastilla todo lo necesario.

- Tenemos de promoción estos dos cereales, en la venta de dos podrá llevarse el tercero gratis. - Me miraba aquella señora qué con esfuerzos y podía sonreír.

- ¿Es una broma?, siempre están en oferta los qué saben a croquetas de perro. - Le sonreí, y seguí caminando por los pasillos del supermercado.

Lo último qué me faltaba era la leche, porqué un cereal sin leche no es cereal. Al llegar, observé a una chica qué estaba frente al estante de los cartones de leche que yo solía comprar constantemente. Vaya suerte la mía, tan solo quedaba un cartón.

- Disculpa, solo te quedas cómo tonta mirando los cartones - Pasó mi brazo por enfrente de ella para tomar el cartón de leche, no tengo todo su jodido tiempo como para estarla esperando, pero de inmediato ella me detiene agarrando mi brazo. Mierda, ¿quién se cree?

- Estaba leyendo cuántos litros tenía, yo llegué primero. Ese cartón es mío

- Exacto, estabas leyendo. Yo lo voy a comprar, así qué suerte en tú lectura

¿Qué esperaba?, ¿qué me quedará como pendejo leyendo el cartón también?, quiero decir, mi tiempo esta contado y necesito comer, no por una chica tendré qué dar el único cartón qué hay, y no, no quiero que empiecen con sus pendejadas de qué eso no es muy caballeroso de mi parte.

- No me hagas perder el tiempo, regrésame el cartón de leche - Su carácter era detestable, su tono de voz empezaba a cambiar y yo seguía aferrado a no darle nada. Ella se durmió y ese cartón terminó siendo mío, tiene coherencia esto.

Puse en marcha mi cerebro, necesitaba pensar en algo. Era el único lugar qué vendía está leche, y no pensaba esperar hasta mañana, qué flojera regresar hasta acá.

- Hagamos algo

- ¿Ahora qué?, sólo dame el cartón y cada quién por su lado - Suspira, y al ver que hablaba enserio, suelta una carcajada y se cruza de brazos -. Bien, te escucho

- Juguemos

- Déjate de bromas

- ¿Piedra, papel ó tijeras?. Sería una manera justa, el ganador se llevará el cartón de leche

- Deberías tener miedo, esté juego es lo mío

Dejé el cartón a un lado, las personas pasaban y nos miraban de forma extraña. Uno, dos, tres juegos y nada, todo era un completo empaté hasta qué por fin logré poner piedra en dos intentos, ¿quién creen qué ganó?. Está noche, habrá cereal para cenar.

- Eres un maldito tramposo, ojalá te caigas y un auto pase por arriba del cartón - Me mira enojada. Si cree que con su mirada intimidante y enojada que ahora tiene piensa que me hará devolverle el cartón, está equivocada, me voy.

- ¿Así eres siempre? - Me burló, y me quedo mirando a la chica mientras ignoró las palabras qué me está diciendo.

La chica me fulmina con la mirada, y se va sin decir nada más. He de admitir que su físico junto a su carácter eran una combinación perfecta, pero ¿a quién engañó?, puedo encontrarme a otra cómo ella en otro lugar.

Llegué a la caja, y pagué lo qué había comprado. Sinceramente me sentía mal por lo del cartón de leche, pero vamos fue algo justo, yo gane y ella perdió. Salí del supermercado y fui a casa, el día empezaba a acabarse y yo seguia sin tener nada en el estómago.

- ¿Algún paquete para mí?

- No lo creó Allan, ni siquiera te han llegado sobres - Me dice Blake, el portero del edificio.

- Bien, gracias Blake

Las escaleras eran lo más pesado, el edificio no tenía siquiera ascensor. Eran cómo mil escalones para llegar, me quejó, me quejó y me quejó pero así es mi vida, no puedo volver a nacer y cambiarla. Sólo queda disfrutarla.

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𝐸𝑙 𝑟𝑜𝑐𝑒 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑙𝑎𝑏𝑖𝑜𝑠 | 𝑁𝑎𝑡𝑎𝑙𝑎𝑛 𝑦 𝑡𝑢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora