𝐈𝐕

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Cuándo llegué al departamento, de inmediato una sonrisa apareció sobre mi rostro, nunca me la había pasado tan bien cómo ahora. Allan era todo lo contrario a los chicos con los qué suelo salir, él era divertido y su voz era... qué difícil es describirla.

- ¿Terminaste tan temprano?, creí qué llegarías más tarde. - Miraba a mi compañera de departamento, en su rostro reflejaba algo de enojó. Creó qué hubiera preferido pasar más tiempo con Allan.

- ¡Jace me dejó sola! - Empezó a tirar las cosas qué habían sobre el estante del televisor, está mujer está loca.

- Puede qué haya tenido cosas qué hacer, debes dejarlo respirar. Todo el tiempo está contigo

Me mira fijamente, su enojo aún se podía ver reflejado en sus ojos. ¿Alguien me puede decir porqué abro la boca con un comentario tan estúpido?, con ésto puedo comprobar qué hice explotar la bomba.

- ¡Se fue a tomar con no sé quién carajos, no seas tan inepta _____!

- Estás loca, si tanto quieres cuidarlo, ponle una correa. - Pasó a un lado de ella, no dejaría qué me arruinará el día. Todo sería más fácil sí viviera sola.

Horas más tarde era de madrugada, no podía dormir pero tampoco quería salir. Mich estaba bebiendo en la sala de estar, quería llamar a Jace para qué viniera a verla pero sabía que él también estaría bebiendo.

Después de un rato, logró recuperar el sueño y duermo profundamente. A la mañana siguiente, los rayos del sol traspasaban las cortinas a lo qué no me quedó de otra más qué despertarme.

- Estupendo. Despertar temprano en domingo - Gruñó, y me levantó para ir hacía el baño. Después de haberme dado una ducha no tan larga, salgo para arreglarme con un conjunto deportivo ya qué tenía tiempo que no salía a correr.

Cuándo salgo de mi habitación, me percató de lo perdida qué estaba Mich en el sofá. Caminé con cuidado para no despertarla y salí del departamento, no quería lidiar con su resaca.

Salí del edificio, y coloqué mis auriculares para empezar a correr. Por momentos me sentía una mujer decidida ya qué correr hacia que me sintiera cómo toda una mujer fitness, que por cierto de eso no tengo nada, por la tarde iría a comer tacos.

- ¿Lo mismo de siempre ____? - Me miraba el chico detrás de la caja.

- Preferiría por está vez un americano

Duré 15 minutos corriendo, me cansé y bueno ahora estoy comprando mi café de todos los días. Hacer ejercicio no es lo mío.

- En un momento te darán tú pedido, te veó mañana - Me sonríe coquetamente, a lo qué yo asiento para caminar hacia el otro lado de la caja para esperar. Saque mi teléfono y checaba las notificaciones qué tenía, en realidad no tenía ninguna pero no quería ver a las personas del lugar.

- Un latte y un panini. ¿Tardará mucho?

- Sólo unos minutos, en un momento te daré tú orden

Esa voz, esa jodida y sexi voz se escuchaba, mis nervios se apoderaban de todo mi cuerpo. Me centré más en mi teléfono, sinceramente no quería siquiera mirarlo a los ojos, mi apariencia no era la mejor en estos momentos.

- ¿Casualidad? - Me miraba Allan, pero yo seguía sin mirarlo.

- ¿Otra vez tú?, pareciera qué no puedes vivir sin mí

- Es la única cafetería cerca de mi departamento, ya veo qué ni eso podré hacer - Se encoje de hombros.

- Lo lamentó, sólo es qué se me hace demasiado coincidencia

Él desvía la mirada, había dejado de hablar. Yo y mi estúpida boca, los lugares no son míos está más qué claro que puede ir a comprar a cualquier lugar. Ahora pensará que me incómoda.

- Aquí tienes ____ - Me miraba una de las chicas qué te entrega el pedido.

- Te lo agradezco, te veo mañana - Le sonrió y agarró mi café para irme a sentar a una de las mesas.

Mientras bebía de mi café, había ocasiones en las qué cruzaba miradas con Allan, era incómodo pero me gustaba y sé qué a él también. Para olvidar esté momento tan incómodo, volví a mirar mi teléfono hasta que sentí una presencia enfrente de mí.

- ¿Puedo? - Me miraba Allan haciéndome una señal con los ojos para qué lo dejará sentar.

- Por supuesto, aunque yo ya tengo qué irme

- Mentirosa - Se sienta, y empieza a comer del panini qué se había comprado. No sabía que se veía más apetitoso, sí sus labios ó su panini.

- Me gustaría saber en dónde vives, es grandioso saber que vivimos cerca

No respondió, sólo seguía comiendo. No sabía qué hacer, así qué agarré una servilleta para jugar con ella.

- Déjame comer y después puedes hablar todo lo qué quieras - Me miró, y yo asiento varias veces ya qué no tenía otra respuesta que darle.

- Disculpa. Es sólo qué no sé quedarme callada en ningún momento

Siguió comiendo, yo miraba hacia otros lados tratando de no mirarlo pero pareciera que lo único qué quería ver era verlo a él, nunca había estado con un chico tan cerca es por eso que quizás me siento tan nerviosa. Me sorprendo un poco cuándo lo volteó a ver ya qué él ya se encontraba mirándome, pero no eran precisamente mis ojos si no mis labios.

- ¿Allan?, ¿todo bien?

Lo miré, y él aún se encontraba mirándome, ahora sé qué no soy la única qué piensa qué deberíamos besarnos. Tiene lindos labios, son tan delgados que cualquiera quisiera besarlos.

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𝐸𝑙 𝑟𝑜𝑐𝑒 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑙𝑎𝑏𝑖𝑜𝑠 | 𝑁𝑎𝑡𝑎𝑙𝑎𝑛 𝑦 𝑡𝑢 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora